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El Pequeño Muro de los Lamentos despierta susceptibilidad en los palestinos

Melquíades Vásquez - Publicado:
Las recientes medidas para favorecer el culto judío en un trozo casi ignorado de la pared que rodeaba al antiguo Templo de Jerusalén, conocida como "Pequeño Muro de los Lamentos", despiertan una enorme susceptibilidad entre los palestinos.

Se trata de un muro de irregulares bloques de piedra enclaustrado en pleno barrio musulmán de la ciudadela de Jerusalén, desconocido para el gran público, inclusive para buena parte de sus habitantes.

Conocido en hebreo como "Kotel Hakatán", la pared es la hermana pequeña del Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado para el judaísmo e imponente vestigio de la fortificación que circundaba el templo levantado por el Rey Herodes hace más de dos milenios.

Ubicado a unos 200 metros al norte del epicentro de ese símbolo para el pueblo judío, el "Pequeño Muro" es de apariencia menos majestuosa y sólo las enormes secciones de piedra de las hileras inferiores se cree que datan de tiempos del Segundo Templo de Jerusalén (516 a.

C-70 d.

C).

La muralla es la continuación del conocido muro, pero para los creyentes incluso es más venerado que aquel, pues se encuentra junto a la posible localización del Sancta Sanctorum, el lugar más sagrado del bíblico santuario israelita.

La sección apenas alcanza los diez metros de altura, pero las piedras no han sido tocadas por millones de fieles y muchos dicen que su estado se asemeja al del propio Muro de los Lamentaciones antes de que Israel capturara Jerusalén Este, incluida la ciudad vieja, en la Guerra de los Seis Días (1967).

"Ese lugar es igual de importante que el Muro de las Lamentaciones para el judaísmo ya que forma parte de la pared que rodeaba el Templo", explicó a Efe el rabino del Muro de los Lamentos, Shamuel Rabinovich.

Precisó que el sitio ha estado siempre abierto al culto, incluso antes de 1948, año de la creación del Estado de Israel.

Una de sus peculiaridades es que, a diferencia del popularmente conocido, en éste hombres y mujeres pueden rezar juntos, y al estar rodeado por un patio vecinal el ambiente es más íntimo.

Yusuf Natsheh, director del Departamento de Turismo y Arqueología de la Administración del Waqf (autoridad de bienes inalienables islámicos) de la Mezquita de Al Aksa, no ve ninguna base para relacionar la pared con el Muro de las Lamentaciones.

"Estamos hablando de un lugar mayormente desarrollado por los mamelucos en el siglo XIV y dinastías musulmanas, es adyacente al Haram (es-Sharif o Noble Santuario, tercer lugar más importante del Islam), lo que significa que es una propiedad del Waqf", sentencia.

El lugar ha saltado a la actualidad en las últimas semanas después de que las autoridades israelíes hayan tomado una serie acciones encaminadas a favorecer el acceso de devotos judíos.

Se han retirado unos andamios que se hallaban bajo un arco sobre el que se alza un edificio adyacente al mismo muro, lo que hace sospechar a los vecinos palestinos de que se trata de una ampliación del lugar destinado al rezo.

Nayib Hatib, palestino que vive en una casa contigua se queja de que las sesiones de rezos que se organizan frente a su casa incomodan a los vecinos.

"Cada día tengo que gritar para que se callen.

Esto no es una propiedad judía sino musulmana", refiere este periodista del diario Al Quds y padre de cuatro hijos.

La Municipalidad de Jerusalén ha puesto una placa en inglés, hebreo y árabe indicando la entrada al lugar al que se llega atravesando un pasadizo que termina en un patio conocido por los residentes musulmanes como "Rabat el-Kurd".

Los andamios fueron colocados en 1972 para sujetar el edificio que colinda con la pared tras unas perforaciones que dañaron la propia estructura del muro y que en su día desató las iras de las autoridades religiosas judías y musulmanas.

Desde entonces, la Municipalidad de Jerusalén decidió no adoptar ningún cambio en la zona, pese a que el andamiaje ya no cumplía con la función de sujetar el edificio, según medios locales.

El lugar es considerado igualmente sagrado para el Islam al formar parte de la muralla del complejo de la Explanada de las Mezquitas y encontrarse junto a un mausoleo de prominentes familias palestinas e islámicas, por lo que Natsheh considera que fomentar el culto judío es como "echar un fósforo a un barril de gasolina".

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