40 años de la revolución cubana
Publicado 1999/01/16 00:00:00
Cuando el dictador Fulgencio Batista abandonó el poder en 1959, Cuba estaba muy distanciada del sistema democrático por el autoritarismo y la corrupción gubernamental, pero mostraba índices económicos de desarrollo por encima de los países del Caribe y hasta de otros estados latinoamericanos.
Cuarenta años después, bajo un ininterrumpido ciclo de gobierno comunista, en constante pugilato con Estados Unidos, poco hay que celebrar y mucho que deplorar. Quizás por esta razón de bulto, el régimen tan afecto a la propaganda internacionalista ha efectuado una celebración en familia, en medio de una austeridad marcada por la crisis económica de la isla.
Hace cuarenta años, Fidel Castro y sus barbudos guerrilleros prometieron transformar la Cordillera de los Andes en una nueva Sierra Maestra. Hace cuarenta años, Fidel Castro anunció que Cuba ya no iba a ser el burdel de Estados Unidos y hoy el gobierno se hace de la vista gorda ante el turismo sexual que atrae a los visitantes extranjeros.
Hace cuarenta años, Fidel Castro intentó revolucionar la economía monoproductora del azúcar. En la actualidad la producción azucarera tiene rendimientos más bajos que en la época batistiana, mientras el turismo y la minería de siempre, es lo único que parece prosperar en una economía en colapso.
Hace cuarenta años, Fidel Castro anunció que el sistema capitalista sería barrido de la isla y que el socialismo instalaría la prosperidad y la libertad. Hoy la isla caribeña, al igual que en el pasado, se sostiene gracias a las mismas inversiones turísticas impulsadas por empresas privadas europeas que poco o nada tienen en contacto con el socialismo revolucionario.
El paso largo del tiempo ha morigerado los exabruptos revolucionarios del régimen comunista que sigue adherido a la voluntad de un solo hombre. El gobierno cubano busca ahora si no la ayuda directa, por lo menos la comprensión de los países, cuya soberanía lastimó con movimientos subversivos de elementos entrenados en la isla.
Es un hecho objetivo que no existe una concertación latinoamericana para conspirar contra el régimen cubano, no obstante la existencia de presos políticos y la vigencia del sistema dictatorial, adversario del pluralismo ideológico y los derechos humanos.
Más aún, el gobierno de Clinton modifica lentamente el enfoque de la política tradicional norteamericana hacia Cuba a base del brutal bloqueo económico, que en los hechos no ha rendido más rentas que agravar la situación del noble pueblo cubano y servir de pretexto a su gobierno, para justificar su ineptitud de gestión y su régimen dictatorial.
Pero tras el convencimiento de que el sistema totalitario ha fracasado no sólo en Cuba sino en otros lugares del mundo, América Latina tiende las manos a la isla para que se reintegre con dignidad y plenamente al sistema democrático representativo,de suerte que el propio pueblo cubano selle libremente su destino. El reciente funeral de los guerrilleros que acompañaron al Che Guevara en la aventura traumática de Bolivia, fue símbolo del entierro de la ideología comunista.
Cuarenta años después, bajo un ininterrumpido ciclo de gobierno comunista, en constante pugilato con Estados Unidos, poco hay que celebrar y mucho que deplorar. Quizás por esta razón de bulto, el régimen tan afecto a la propaganda internacionalista ha efectuado una celebración en familia, en medio de una austeridad marcada por la crisis económica de la isla.
Hace cuarenta años, Fidel Castro y sus barbudos guerrilleros prometieron transformar la Cordillera de los Andes en una nueva Sierra Maestra. Hace cuarenta años, Fidel Castro anunció que Cuba ya no iba a ser el burdel de Estados Unidos y hoy el gobierno se hace de la vista gorda ante el turismo sexual que atrae a los visitantes extranjeros.
Hace cuarenta años, Fidel Castro intentó revolucionar la economía monoproductora del azúcar. En la actualidad la producción azucarera tiene rendimientos más bajos que en la época batistiana, mientras el turismo y la minería de siempre, es lo único que parece prosperar en una economía en colapso.
Hace cuarenta años, Fidel Castro anunció que el sistema capitalista sería barrido de la isla y que el socialismo instalaría la prosperidad y la libertad. Hoy la isla caribeña, al igual que en el pasado, se sostiene gracias a las mismas inversiones turísticas impulsadas por empresas privadas europeas que poco o nada tienen en contacto con el socialismo revolucionario.
El paso largo del tiempo ha morigerado los exabruptos revolucionarios del régimen comunista que sigue adherido a la voluntad de un solo hombre. El gobierno cubano busca ahora si no la ayuda directa, por lo menos la comprensión de los países, cuya soberanía lastimó con movimientos subversivos de elementos entrenados en la isla.
Es un hecho objetivo que no existe una concertación latinoamericana para conspirar contra el régimen cubano, no obstante la existencia de presos políticos y la vigencia del sistema dictatorial, adversario del pluralismo ideológico y los derechos humanos.
Más aún, el gobierno de Clinton modifica lentamente el enfoque de la política tradicional norteamericana hacia Cuba a base del brutal bloqueo económico, que en los hechos no ha rendido más rentas que agravar la situación del noble pueblo cubano y servir de pretexto a su gobierno, para justificar su ineptitud de gestión y su régimen dictatorial.
Pero tras el convencimiento de que el sistema totalitario ha fracasado no sólo en Cuba sino en otros lugares del mundo, América Latina tiende las manos a la isla para que se reintegre con dignidad y plenamente al sistema democrático representativo,de suerte que el propio pueblo cubano selle libremente su destino. El reciente funeral de los guerrilleros que acompañaron al Che Guevara en la aventura traumática de Bolivia, fue símbolo del entierro de la ideología comunista.
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