¿Acaso terminó la guerra en Irak...?
- Euclides E. Tapia C.
Después de muchos meses, incluso años sin ser noticia de primera plana, Irak vuelve a los noticieros radiales, televisivos y electrónicos, luego de siete años y cinco meses desde del comienzo de una de las guerras más controvertidas.
En efecto, luego de que George W. Bush decidera invadir a Irak con el falso argumento de que poseía armas de destrucción masiva, dividiendo a la sociedad estadounidense (68% lo desaprueba) y poniendo al resto del mundo, incluyendo al Vaticano, en contra de Estados Unidos; las fuerzas de combate estadounidenses abandonan Irak de la manera más sigilosa, de noche y por sorpresa; sin desfile ni despedidas.
Hoy, a manera de epílogo, muchos se preguntan si la misión fue un éxito o un fracaso. Para los partidarios de la guerra, el derrocamiento de Sadam Hussein y su reemplazo por un gobierno democrático afín a Washington, lo justificaba todo. Al revés, sus detractores ponen el acento en el costo de la empresa, por la pérdida en vidas (4,419 muertos y 32,000 heridos) y la erogación económica (3 billones de dólares), que sitúa a la guerra de Irak en el segundo puesto, detrás de la Segunda Guerra Mundial (4 billones de dólares), pero por delante de la de Vietnam y Corea.
A esto hay que sumar los futuros gastos por las indemnizaciones a las familias de los soldados fallecidos, el cuidado de los veteranos, el coste de la reconstrucción. Ello, sin agregar lo que costará la operación Nuevo Amanecer, que se inaugura, en la que 6,000 agentes privados de seguridad se sumarán a una fuerza residual de 50,000 soldados que permanecerán en el país defendiendo el espacio aéreo y participando en tareas de estabilidad, asesoramiento, formación y apoyo a las fuerzas de seguridad iraquíes; hasta su marcha definitiva en el 2011.
En cuanto al balance político de la invasión a Irak, el mundo ha sido testigo de un alza al doble del precio del barril del petróleo de lo que costaba en el 2003, a su vez, la guerra deja tras de sí, un país con un 23% de la población por debajo del umbral de pobreza. Peor aún, el retiro se hace en base a consideraciones de política interna (próximas elecciones parlamentarias ) y el reto de Afganistán, además de subestimar la compleja situación política en Irak, un país sin gobierno desde hace cinco meses, sin definición de su futuro: unitario, federal o confederal; laico o religioso y con una violencia tan desenfrenada, que asoma el espectro de un golpe de Estado, que paradójicamente, podría hasta contar con el aval internacional, ante la disyuntiva de la división del país en tres Estados: chiíta, sunnita y kurdo, que a posteriori, obligaría a reformular la geopolítica en la región, con la inclusión de los kurdos de Turquía e Irán, y la consecuente partición del primero y la mutilación del segundo; situación ante la cual, ninguna potencia actual estaría preparada.
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