Alternabilidad no es la alternativa
Luego de la supuesta vuelta a la democracia en términos generales, en la que algunos avances en materia de libertades y garantías pueden hacer algún ...
Alternabilidad no es la alternativa
Luego de la supuesta vuelta a la democracia en términos generales, en la que algunos avances en materia de libertades y garantías pueden hacer algún grado de referencia en nuestra vida nacional, no son tangibles ni mucho menos nos ubican en el estrado o nivel propio de un Estado emergente de una estructura política populista, donde sí realmente se transformó nuestro devenir político para hoy ver hacer uso y goce a la partidocracia, producto de los estadios históricos de nuestro país.
Lo relevante de nuestra posición es tener la certeza y seguridad de que desde que comenzamos una nueva historia de la noche a la madrugada despertamos sabiendo que es la misma tediosa, aburrida y agobiante clase política que repite con diferentes personajes y con idénticos patrones gubernamentales.
Peor aún, ya a sabiendas y colmados de esta pesadilla política que se repite en espiral, el sistema no nos deja; nos acorrala y nos lleva como ganado al matadero. Es decir, que las oportunidades de escoger a un verdadero estadista se coarta, se amilana y languidece porque así lo deciden los partidos políticos tradicionales, sus padrinos oficiales del Tribunal Electoral y los dueños de ambos: los grupos económicos de poder.
Sin embargo, las pequeñas oportunidades dan pie para convertirse en pasos agigantados en materia de participación ciudadana y no política partidista tradicional. Claro y vivo ejemplo es la libre postulación a cargos de elección popular consagrada en la Constitución, hoy empañada por el sistema gubernamental.
Las elecciones son el botín deseado de las grandes corporaciones y de las instituciones financieras internacionales, quienes no descansan por lograr sus cometidos, hacerse y asirse del poder, incluso a base de sangre y fuego que ejercen sobre ciudadanos valientes y desprotegidos.
Hoy día, la ciudadanía ha despertado del letargo inducido, procurado por quienes con sus viejas prácticas clientelistas se aprovechan de la desgracia ajena para sacar ventaja de los menos favorecidos. Es un despertar constante que podemos acceder a diario como las redes sociales, con la guía y experiencia de líderes que inspiran, sacrificados y con trayectoria, no improvisados, engreídos que por su fortuna familiar se creen con derecho a llegar al solio presidencial.
Entrar y participar en la vida política de nuestro país no es tarea fácil, es un diario bregar con la adversidad, donde los acuerdos políticos son sinónimo de corrupción, donde se prohíjan leyes desfavorables al pueblo, donde se desprotegen a los que poco o nada tienen para favorecer a los que les sobra, gozan y dividen lo robado producto de los que trabajan fuertemente y no tienen acceso a los servicios básicos de salud, educación, seguridad ni a las riquezas generadas.
Hay que acabar con este círculo vicioso que de tantas vueltas que ha dado se le puede calibrar cualquier figura geométrica. Es un deber, una obligación cívica y patriótica proceder con inteligencia para parar esta repetitiva y continuista forma de gobernarnos a través de la cacareada y negociada alternabilidad, que no es más que el consenso y oportunismo de quienes se han acostumbrado a mantenerse y fijarse en el poder siempre doblegados, protegidos, escudados y financiados por los inescrupulosos grupos económicos de poder.
Que la alternabilidad nunca más sea una alternativa política, renunciemos a esa posibilidad, vislumbremos nuestro destino sin la participación en nuestras decisiones electorales de la partidocracia ni la plutocracia. ¡Acción!
Ciudadano