¡Anafalbetismo cívico en Panamá!
...vale preguntarnos... si nuestra educación cívica enfatiza suficientemente los dos elementos fundamentales que pueden asegurar la vida democrática en el futuro: la instrucción acerca de los grandes problemas de nuestra vida política, y la formación de la conciencia cívica...
¡Anafalbetismo cívico en Panamá!
Para nadie es ya un secreto la carencia de educación cívica en nuestras escuelas de nivel básico y medio. Grave como es, pues, la carencia de educación cívica, más grave es que se la haga consistir en lo que no consiste. Porque el resultado es entonces la deformación cívica. Hay múltiples ejemplos de semejantes desviaciones, pero aquí nos referimos solo a uno. ¡Algunos creen, equivocadamente, que se garantiza educación cívica con júbilos patrioteros! Porque la función de la escuela es introducir a la vida y porque la vida que llevamos implica convivencia solidaria en un sistema social y en un orden político determinado, la educación cívica es tarea esencial de toda escuela. Por esto, todo sistema pedagógico que merezca este nombre, así difiera su marco histórico, ha dado siempre un lugar relevante a la formación del futuro ciudadano. Lo hacen los países que se rigen por el sistema totalitario para formar al "perfecto ciudadano comunista"; lo hacen los países orientados por las doctrinas democráticas para lograr la formación de ciudadanos libres, eficientes, de vida digna, creadora y feliz.
Particularmente, a partir del siglo XIX, con el nacimiento de los grandes Estados nacionalistas y la organización de la enseñanza en sistemas escolares públicos, la vinculación más estrecha entre la escuela y el Estado nos ha hecho más conscientes de las funciones públicas de toda educación. En efecto, hoy puede decirse que una de las tareas principales de la pedagogía consiste en analizar si las escuelas están desarrollando adecuadamente las virtudes cívicas y políticas de los futuros ciudadanos. Todo está condicionado al sistema y a la ideología política del país. La problemática es diversa, la filosofía subyacente distinta, pero el propósito fundamental el mismo: preparar al niño y al joven para vivir en un régimen social y político determinado.
En el caso nuestro, vale preguntarnos si la educación que se imparte en las aulas está formando adecuadamente a los futuros ciudadanos de Panamá. Y, puesto que nuestras instituciones políticas son democráticas, preguntarnos concretamente si nuestra educación cívica enfatiza suficientemente los dos elementos fundamentales que pueden asegurar la vida democrática en el futuro: la instrucción acerca de los grandes problemas de nuestra vida política (sin la cual no habrá interés por participar en ella), y la formación de la conciencia cívica, sin la cual no se relacionarán esos problemas con la responsabilidad individual.
Lo primero que salta a la vista es que nuestra carencia de una tradición cívica vigorosa se manifiesta con demasiada frecuencia, lo mismo en las escuelas particulares que en escuelas oficiales, en el descuido de la educación cívica.
Cuanto mejor quiera ser una escuela y cuanto mayor sea su ambición pedagógica, tanto más debe preocuparse por vincular a sus estudiantes con los problemas de la comunidad. La verdadera educación cívica consiste en ser consecuentes con la función pública de la educación. Esta exige que la escuela contribuya a mantener un orden público justo, lo cual se logra fundamentalmente en un Estado democrático cuando el mismo promueve el consenso de los futuros ciudadanos dentro de los principios que inspiran ese orden político, cuando forma una conciencia responsable y cuando inculca la dignidad irrenunciable de toda persona humana ante el Estado. ¡El Ministerio de Educación eliminó la enseñanza cívica en las escuelas, por lo cual el analfabetismo cívico se ha disparado!
Pedagogo, escritor, diplomático.