Año 2000, Fin del Siglo
Publicado 1999/01/06 00:00:00
- Donatilo Ballesteros
Nos acercamos al fin del Siglo XX y del Segundo Milenio de la era cristiana. Nos preocupa que personas ilustradas, comunicadores y profesionales incurran en el error de creer que 1999 es el último año de este siglo. Así lo dicen cuando anuncian eventos, como el último de este siglo, o del segundo milenio. Lo cierto es que el 31 de diciembre del año 2000, es cuando se completa el último día del siglo XX, y sólo el día 1 del mes de enero del año 2001, se inicia el Siglo XXI, y por consecuencia el Tercer Milenio de nuestra era cristiana.
Vale la pena que los medios de comunicación corrijan este error de información y para ello tienen valiosa oportunidad, pues veinte siglos se completan con 2000 años, y no con 1999 años como suelen decir. Convencidos de esto, de seguro se considerarán con mayores oportunidades para reorganizarse, planificar y esperar la entrada del Siglo XXI como debe ser. Los panameños tenemos una especie de trauma psicológico con el año 2000. La idea de este fenómeno cronológico que se nos ha vendido, tiene matices más políticos que culturales.
Todos debemos recordar cuando durante la dictadura de Omar Torrijos, el papá del candidato de la cúpula perrediana, se nos habló de una Generación del año 2000. Se invirtió en publicidad sobre esta generación, se designó gente para hablar de la Generación del 2000, sin que jamás explicaran en qué consistía o qué se pretendía con la misma. Al aproximarse el año 2000, a doce meses de su inicio, los panameños observamos preocupados los resultados de tanta publicidad. Esa generación parece hermana de los Predilectos de la Revolución, que se constituyó en alumnos fracasados en lo personal, pero a quienes no podían fracasar los maestros o profesores sin violar los postulados de la revolución octubrina.
La generación del 2000 encuentra un país sin oportunidades de empleo, fiscalmente endeudado, administrativamente corrupto, sanitariamente abandonado, políticamente confuso, judicialmente desconfiado, sumido en la más grave pobreza jamás vista en el entorno nacional, económicamente discriminado, al concentrar en pocos la riqueza nacional, educativamente en decadencia, deportivamente fracasado, laboralmente frustrado por la carencia de empleos, por las políticas opresoras contra los trabajadores públicos y privados, familiarmente deteriorado y públicamente inseguro.
Este es el panorama del año 2000 para la generación del mismo nombre. En otros términos, los 25 años de gobierno dictatorial, militar y civil que ha tenido el PRD, han servido para conducir al cadalso a las generaciones que dijeron proteger. Las frustraciones de tantos jóvenes, con educación media y universitaria, no parecen detener a los propiciadores de estas políticas demagógicas. Ahora para contentarlos, les presentan como futuro gobernante un joven que no es parte de ellos, porque a éste nunca le ha faltado nada. Su papá dejó millones, que nunca se ganó con su salario de Comandante. Tampoco, al menos yo, le conocí alguna empresa de su propiedad, comercio o industria que pudiera generarle tanta ganancia, ni sospecho que las hubiera declarado al fisco.
El año 2000 nos encontrará con las áreas revertidas en manos de legisladores y magistrados, que les darán el mayor uso social. Debe ser en sus fiestas. Cerraremos el Siglo XX para continuar la lucha por sobrevivir, pagando los servicios públicos al más alto costo, comprando agua potable en los supermercados, rebatiendo sin éxito las facturas de energía eléctrica y pagando por cada consulta médica, hospitalización y medicina que necesitemos. Nos queda tiempo aún para tratar de rectificar algunas cosas, pero no esperemos que el cúmulo de problemas que hemos dejado que nos fabriquen, podrán ser atendidos exitosamente en poco tiempo.
Pensemos en el 31 de diciembre del año 2000, porque tenemos aún 24 meses para enmendar muchas cosas, para hacer sentir nuestra protesta y para procurarnos mejores días. Seamos más considerados con los demás, no les ofrezcamos la continuidad de su malestar y seamos políticamente responsables. En 1999 nada que huela a PRD, para que en el año 2000 cierres el siglo más tranquilo de conciencia.
Vale la pena que los medios de comunicación corrijan este error de información y para ello tienen valiosa oportunidad, pues veinte siglos se completan con 2000 años, y no con 1999 años como suelen decir. Convencidos de esto, de seguro se considerarán con mayores oportunidades para reorganizarse, planificar y esperar la entrada del Siglo XXI como debe ser. Los panameños tenemos una especie de trauma psicológico con el año 2000. La idea de este fenómeno cronológico que se nos ha vendido, tiene matices más políticos que culturales.
Todos debemos recordar cuando durante la dictadura de Omar Torrijos, el papá del candidato de la cúpula perrediana, se nos habló de una Generación del año 2000. Se invirtió en publicidad sobre esta generación, se designó gente para hablar de la Generación del 2000, sin que jamás explicaran en qué consistía o qué se pretendía con la misma. Al aproximarse el año 2000, a doce meses de su inicio, los panameños observamos preocupados los resultados de tanta publicidad. Esa generación parece hermana de los Predilectos de la Revolución, que se constituyó en alumnos fracasados en lo personal, pero a quienes no podían fracasar los maestros o profesores sin violar los postulados de la revolución octubrina.
La generación del 2000 encuentra un país sin oportunidades de empleo, fiscalmente endeudado, administrativamente corrupto, sanitariamente abandonado, políticamente confuso, judicialmente desconfiado, sumido en la más grave pobreza jamás vista en el entorno nacional, económicamente discriminado, al concentrar en pocos la riqueza nacional, educativamente en decadencia, deportivamente fracasado, laboralmente frustrado por la carencia de empleos, por las políticas opresoras contra los trabajadores públicos y privados, familiarmente deteriorado y públicamente inseguro.
Este es el panorama del año 2000 para la generación del mismo nombre. En otros términos, los 25 años de gobierno dictatorial, militar y civil que ha tenido el PRD, han servido para conducir al cadalso a las generaciones que dijeron proteger. Las frustraciones de tantos jóvenes, con educación media y universitaria, no parecen detener a los propiciadores de estas políticas demagógicas. Ahora para contentarlos, les presentan como futuro gobernante un joven que no es parte de ellos, porque a éste nunca le ha faltado nada. Su papá dejó millones, que nunca se ganó con su salario de Comandante. Tampoco, al menos yo, le conocí alguna empresa de su propiedad, comercio o industria que pudiera generarle tanta ganancia, ni sospecho que las hubiera declarado al fisco.
El año 2000 nos encontrará con las áreas revertidas en manos de legisladores y magistrados, que les darán el mayor uso social. Debe ser en sus fiestas. Cerraremos el Siglo XX para continuar la lucha por sobrevivir, pagando los servicios públicos al más alto costo, comprando agua potable en los supermercados, rebatiendo sin éxito las facturas de energía eléctrica y pagando por cada consulta médica, hospitalización y medicina que necesitemos. Nos queda tiempo aún para tratar de rectificar algunas cosas, pero no esperemos que el cúmulo de problemas que hemos dejado que nos fabriquen, podrán ser atendidos exitosamente en poco tiempo.
Pensemos en el 31 de diciembre del año 2000, porque tenemos aún 24 meses para enmendar muchas cosas, para hacer sentir nuestra protesta y para procurarnos mejores días. Seamos más considerados con los demás, no les ofrezcamos la continuidad de su malestar y seamos políticamente responsables. En 1999 nada que huela a PRD, para que en el año 2000 cierres el siglo más tranquilo de conciencia.
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