Arístides Briand
- Guillermo Márquez B.
Este político francés (1862-1932) llegó a ser Ministro de Justicia y Jefe de Gobierno. Hubo una mañana en que, como Ministro, tuvo que recibir a muchas personas que tenían cita. Todas, desde luego, solicitándole algún favor. Ya exhausto, hacia el medio día entró a su despacho el último visitante hacia el que se adelantó a darle un abrazo, diciéndole: "¡Hombre! ¡Gracias a Dios! Ya iba siendo hora de que viniera a verme un amigo sólo por el gusto de abrazarme y no para pedirme un favor, como lo hacen todos". El hombre no se atrevió a pedirle nada; se limitó a permanecer allí breves momentos y se despidió.
En otra ocasión, el Presidente de la República lo llamó para ofrecerle la Presidencia del Consejo de Ministros. Briand se lo agradeció pero no aceptó y le refirió una anécdota: Un tipo entró a una tienda de cerámica y arremetió contra todo a bastonazos. Mucha gente se aglomeró para mirar y comentar la ocurrencia mientras lo hacía. Eso fue un éxito de atención pública. Luego entró otro hombre en la tienda y empezó a pegar los trozos de las piezas rotas. La muchedumbre se fue alejando. A nadie le interesaba ver lo que ese otro hombre hacía. -"Yo, en verdad, eso de ir recomponiendo los daños de otros, no me atrae".
Briand y George Clemenceau eran enemigos políticos. Cuando Briand fue presidente del Consejo de Ministros pensó ofrecer una cartera a su adversario. -¿A un enemigo político?, le preguntaron. Y repuso: "Por lo mismo; prefiero tenerlo dentro del gobierno que fuera de él, en la oposición".
En una ocasión se hablaba de otro político a quien él le reprochaba su falta de corazón. Alguien le dijo: "No le conoce usted bien. Él tiene un corazón sensible, delicado, y muy generoso si hace falta". Y Briand replicó: -"Y sobre todo, muy nuevo, porque hasta ahora no se ha sabido que lo haya usado jamás".
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