Bipartidismo y tercera fuerza
Publicado 1999/05/05 23:00:00
Los resultados de los comicios son analizados al revés y al derecho por ciudadanos y politólogos para determinar si se mantienen o modifican las tendencias electorales de l989, l994 y l999. Uno de los puntos por deslindar es si en l999 se ha conservado el bipartidismo Arnulfistas PRD o si ha insurgido una tercera fuerza politica que rompe el esquema tradicional.
A partir de la comprobación de las cifras, se podría llegar a la conclusión de que el arnulfismo con el 44 por ciento y el PRD con el 37 por ciento consolidan antes que resquebrajan el sistema bipartidista, sumando entre ambos partidos más del 80 por ciento de los votos válidos. Por otro lado, la alta votación alcanzada por Mireya Moscoso esfuma el aparente mito de que la división del civilismo favorecía al perredismo, como se creyó en l994 con la candidatura supuestamente cismática de Rubén Carles.
Ciertamente, con el capital político de su trabajo perseverante a partir de l994, la Presidenta Electa hizo trizas el mito del cisma que acabaría siempre perdiendo al civilismo. En rigor, más apropiado sería hablar de una polarización de coaliciones partidarias que de un sistema bipartidista. Con diferentes grados de aportes, el Partido Arnulfista, Molirena y estrechamente Cambio Democrático, crearon la coalición ganadora. En cambio, al PRD, la asociación con Solidaridad y el Liberal Nacional ha resultado menos productiva en términos de aportes cuantitativos en los comicios presidenciales. Pero no queda duda de que el Partido Arnulfista y el PRD se han fortalecido como las organizaciones políticas decisivas, capaces de ganar elecciones sin socios de dudosos dividendos.
Sobre la insurgencia de la Tercera Fuerza, el l7 por ciento de los votos presidenciales de Alberto Vallarino la deja por el momento como un proyecto a futuro, acicate de las dos fuerzas mayoritarias. Sin maquinaria partidaria propia, apoyados en frágiles plataformas ajenas, Vallarino y Correa, lucen urgidos de espacio autónomo para crecer y someter a riesgo el bipartidismo coalicionista, al menos por el momento. Se necesitaría un tercer tercio de votos como respaldo de una tercera fuerza diseñada acaso con nuevos partidos de especificidad ideológica y no con agrupaciones pertenecientes al viejo sistema, como la Democracia Cristiana y grupos de etérea ubicación doctrinaria. El desafío de la Tercera Fuerza es seguir trabajando para formar un nuevo partido de diferente doctrina al nacionalismo populista del arnulfismo y de la socialdemocracia del PRD. Sólo el tiempo podrá decir si esa opción tiene mayores posibilidades políticas que las que estas elecciones le han otorgado.
A partir de la comprobación de las cifras, se podría llegar a la conclusión de que el arnulfismo con el 44 por ciento y el PRD con el 37 por ciento consolidan antes que resquebrajan el sistema bipartidista, sumando entre ambos partidos más del 80 por ciento de los votos válidos. Por otro lado, la alta votación alcanzada por Mireya Moscoso esfuma el aparente mito de que la división del civilismo favorecía al perredismo, como se creyó en l994 con la candidatura supuestamente cismática de Rubén Carles.
Ciertamente, con el capital político de su trabajo perseverante a partir de l994, la Presidenta Electa hizo trizas el mito del cisma que acabaría siempre perdiendo al civilismo. En rigor, más apropiado sería hablar de una polarización de coaliciones partidarias que de un sistema bipartidista. Con diferentes grados de aportes, el Partido Arnulfista, Molirena y estrechamente Cambio Democrático, crearon la coalición ganadora. En cambio, al PRD, la asociación con Solidaridad y el Liberal Nacional ha resultado menos productiva en términos de aportes cuantitativos en los comicios presidenciales. Pero no queda duda de que el Partido Arnulfista y el PRD se han fortalecido como las organizaciones políticas decisivas, capaces de ganar elecciones sin socios de dudosos dividendos.
Sobre la insurgencia de la Tercera Fuerza, el l7 por ciento de los votos presidenciales de Alberto Vallarino la deja por el momento como un proyecto a futuro, acicate de las dos fuerzas mayoritarias. Sin maquinaria partidaria propia, apoyados en frágiles plataformas ajenas, Vallarino y Correa, lucen urgidos de espacio autónomo para crecer y someter a riesgo el bipartidismo coalicionista, al menos por el momento. Se necesitaría un tercer tercio de votos como respaldo de una tercera fuerza diseñada acaso con nuevos partidos de especificidad ideológica y no con agrupaciones pertenecientes al viejo sistema, como la Democracia Cristiana y grupos de etérea ubicación doctrinaria. El desafío de la Tercera Fuerza es seguir trabajando para formar un nuevo partido de diferente doctrina al nacionalismo populista del arnulfismo y de la socialdemocracia del PRD. Sólo el tiempo podrá decir si esa opción tiene mayores posibilidades políticas que las que estas elecciones le han otorgado.
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