Panamá
Construyendo la capital turística de la República
Urge revisar las normas de arquitectura urbana para que en el centro no se construyan edificios que rompan el equilibrio arquitectónico y potencien valores de la construcción de montaña. Hay que rescatar espacios que hacen de nuestro centro, un cementerio de casonas a medio derruir, y terminar, de una vez por todas, con las aceras de las calles principales.
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Publicado: 15/4/2021 - 12:00 am
Construir la capital del turismo de montaña de Panamá supone una gran dosis de planificación, pero igualmente de cariño e imaginación. Buena parte de las tertulias familiares de estos días en Boquete, han tenido a Boquete como centro de estima y sueños pues, como decía el mismísimo Einstein, importa la lógica, pero más la imaginación. Igual sé que en no pocas casas del distrito, su futuro es motivo de meditación o preocupación, sobre todo porque la reactivación post-pandemia no espera a nadie.
Finalmente porque, la propia resilencia histórico-social de Boquete (casi destruido a inicios de la década de los años 1970, por catastróficas inundaciones) dan buen pie para soñar, y soñar en grande.
Para empezar Boquete merece tener ya una oficina moderna de Ingeniería y Arquitectura que se ocupe de los aspectos no solo propiamente ingenieriles de la vida comunitaria (calles, aguas negras, agua potable, urbanismo) sino del paisajismo y evite la proliferación de adefesios arquitectónicos en el casco urbano y en la zona principal que se extiende desde La Virgencita hasta La Cantera, cuando menos.
Una oficina abierta a las experiencias internacionales -que son innúmeras- y atenta a las fuentes de renovación e innovación: los artistas, las facultades de arte e ingeniería de nuestras universidades y academias que pueden ser, por simple llamado a concurso o proyectos público-privados- la fuente para dotar de propuestas innovadoras y profesionales, y para poner coto a los exabruptos de personas bien intencionadas pero sin pericia constructiva que una capital turística requiere. Nuestros ejemplos internacionales podrían ser Medellín o Bariloche, incluso La Antigua Guatemala. Panamá no merece ni más… ni menos.
Y no es que se deba coartar ninguna iniciativa, sino sopesarlas todas, cultivarlas y darles curso adecuado, pues, por ejemplo, los jardines de casa en Boquete son una necesidad primaria que debe fomentarse, cultivarse y premiarse de manera permanente. Y así otras ideaciones que por ser menores no dejan de ser muy importantes, y esenciales para construir el sueño entre todos, y hacernos sentir parte.
Al inventario de atractivos debe seguir la creación de activos turísticos, algunos de los cuales no admiten demora. Vr.gr. potenciar el mismo paisaje boqueteño, soterrando la maraña de cables que frustra la iniciativa de cualquier portador de celular; así como terminar las aceras principales y complementarlas con ciclovías, que es el calvario del actual viandante.
En el mediano plazo, el centro de Boquete deberá ser solo peatonal, con restringida circulación de vehículos. Bajo Boquete está llamado a ser la Feria de las Flores y del Café los 12 meses del año, con festivales mensuales programados de todo tipo, empezando por las flores y el café, pero igualmente por todos los cultivos hortícolas y de innovación tecnológica (fincas hidropónicas) por poner un solo ejemplo, para vertebrar los circuitos respectivos de agro-turismo y eco-turismo.
Así como de turismo cultural. La economía naranja no puede faltar en tierra de artistas.
Urge revisar las normas de arquitectura urbana para que en el centro no se construyan edificios que rompan el equilibrio arquitectónico y potencien valores de la construcción de montaña. Hay que rescatar espacios que hacen de nuestro centro, un cementerio de casonas a medio derruir, y terminar, de una vez por todas, con las aceras de las calles principales.
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Nuestro municipio deberá invertir en unos nuevos activos turísticos y sus facilidades anexas (vr.gr. estacionamientos y baños públicos en sitios estratégicos) que aseguren que la avalancha de visitantes pueda justificadamente dedicar unos días de estancia en Boquete, además de la ya cimentada fama de sus restaurantes y bares, asegurando la pluralidad de acceso a todos los presupuestos.
Promisorio en este sentido parece ser el nuevo Parque Central de Boquete, y debe decidirse la construcción de uno o varios teleféricos en puntos estratégicos, así como la muy postergada “cinta ribereña” allende al río Caldera, que bien podría ir de Bajo Boquete al Lino, alternando espacios de solaz con los deportivos y de muestra cultural temporal y permanente.
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En suma, asegurar que al patrimonio natural y ecológico de Boquete, lo apuntalarán los patrimonios cultural (de bellas artes a gastronomía) y patrimonio intelectual (escuela, centros de tecnología duras y blandas, y universidades).
Economista. Docente y gestor universitario.
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