Realidad
Corrupción: nadie corrompe a nadie
- Antonio Mola opinion@epasa.com
La corrupción pudiera decirse que es "un don" que tiene la política y que se disemina como un virus a todas las áreas de la sociedad convirtiéndola en suciedad.

Hay una generación de jóvenes dispuesta a cambiar el rumbo del país.
Hace unos meses vi un meme en WhatsApp de Norberto Odebrecht que decía: “Yo no corropí a nadie.
Estos políticos ya eran delincuente cuando los conocí.”
Si es cierto o no que lo dijo, no importa.
La realidad es que encierra una gran verdad: Nadie corrompe a nadie.
Excepto los metales o alimentos los que se corropen cuando después de cierto tiempo están expuestos a los embates de la naturaleza.
La corrupción pudiera decirse que es "un don" que tiene la política y que se disemina como un virus a todas las áreas de la sociedad convirtiéndola en suciedad.
La corrupción no existe en un país con decencia, moral, transparencia y, sobre todo, justicia igual para todos - la certeza del castigo.
Los que están llamados a impartir justicia, en muchos casos son eslabones en la cadena de corrupción, con la diferencia que se les llama honorables.
Lo peor es que no se ve en el ambiente que se vislumbren grandes cambios para provocar el giro de 180 grados a la dirección del carro en el que transitamos para que nos lleve hacia mejores caminos.
Como dijo Michael Korda: "el poder corrompe y corrompe absolutamente".
Los políticos en campaña prometen soluciones que desde que salen de su boca ya saben que no serán cumplidas.
Es una evolución del gobierno de los antiguos emperadores romanos con su política de “pan y circo”.
Los gobernados de hoy en día se contentan con los panes que se brindan: subsidios y dadivas insostenibles ya para el Estado, que simplemente han creado una raza de haraganes y dependientes.
El circo aún continua, y aunque es criticado y se producen manifestaciones y exigencias por una gran mayoría, nada pasa.
Simplemente lo que sí pasa, es que cada cinco años cambia la carpa del circo.
La corrupción, no hay que engañarse, es un mal endémico de nuestra sociedad moderna enquistado en la cúspide de la pirámide estatal y empresarial.
Ambas áreas se entrelazan entre sí.
No se puede hablar de corruptos sin que se hable de corruptores.
Los actos de corrupciones estatales demuestran claramente que los mismos se cometen entre empresarios o comerciantes y funcionarios gubernamentales a todos los niveles de la pirámide.
No importa desde dónde se inicia el acto, no hay forma de que en el mismo uno de estos dos integrantes falte.
También hay actos de corrupción dentro de la pirámide empresarial que se les conoce como delitos de cuello blanco.
Son de fácil castigo una vez detectado el acto.
En estos casos no hay participación de la parte estatal.
Dentro de la base de la pirámide social también hay corrupción.
Llámese banda delincuencial, sindicato, pueblo o ciudadano.
Aquellos que acepten un pago por causar daño a otro ser humano y aquellos que encarguen el hecho, además de ser sicarios, también cometen un acto de corrupción, ya que se corrompe la moral y el derecho a la vida y al libre albedrío.
Aquel ciudadano que acepte vender su conciencia o su voto por un bien o dinero, es tan corrupto como el que se los ofrece.
Aquellos sindicalistas que anteponen sus ambiciones personales a las del colectivo y la sociedad, también son corruptos… y hasta tienen el cinismo de erguirse como ciudadanos ejemplares y ejemplos de moral.
La pregunta del millón: ¿hay esperanza para abolir la corrupción de la sociedad panameña?
A corto plazo mi respuesta es No.
Hay una generación de políticos que aún piensa que debe ascender al poder porque ya les toca, o porque no tuvieron suficiente tiempo de “gobernar”.
Los empleados públicos no están ambientados para convertirse en ese funcionario público al que le importa ayudar al ciudadano.
A mediano plazo, mi respuesta es Quizás.
Hay una generación de jóvenes que crea en los principios morales y que dice estar dispuesta a cambiar el rumbo del país.
Solo me pregunto, que si al estar tan cerca en el tiempo de la actual generación de políticos, absorban parte de las prácticas corrosivas de ellos.
Deberán imponer, a tambor batiente, el Gobierno Digital a casi todos los niveles del Estado.
A mayor innovación y modernización, menor posibilidades de corrupción y tentaciones de los que en esa etapa deben ser ya funcionarios públicos.
A largo plazo, diría que Sí.
Dependerá del trabajo de los jóvenes que los anteceden y de los buenos procesos tecnológicos que hubiesen implementado y que la tecnología de IA (Inteligencia Artificial) ya hubiese penetrado medianamente los estamentos estatales y la sociedad empresarial y ciudadana.
En esta etapa ya simplemente la ciudadanía debe estar interactuando con servidores públicos, es decir, profesionales dedicados al servicio y la resolución desinteresada de los problemas de los ciudadanos.
La adicción ciudadana de la dependencia del Estado debe dejar de existir si queremos que nuestra sociedad tenga los beneficios que el verdadero progreso significa.
La educación es el medio de llegar a la liberación de la autodependencia de las dádivas.
El subsidio del Estado debe ser enfocado a proveer una educación y salud de primer mundo.
La historia ha demostrado que sí se puede llegar, pero también nos ha demostrado que los paises que están en esta etapa han pasado por varios siglos de desarrollo o años de sacrificios. Todo se basa en que exista la voluntad política de los gobiernos y sus ciudadanos...
Panamá apenas va a cumplir 115 años de vida republicana.
Mi único deseo es poder estar presente en esta vida terrenal para gozar de esta tercera etapa y poder partir a la otra vida con la satisfacción de que sí se pudo.
Ex-Alumno del Instituto Nacional. Generación 64-65.
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