Análisis
Cristianismo y homosexualidad
- Silvio Guerra Morales
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- opinion@epasa.com
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Decir que se tiene un cuerpo de hombre, pero que en el fondo se siente mujer, así lo acredita: es decir, por mucho que se quiera hablar del tercer sexo nunca puede pasarse del límite creativo de Dios: o eres hombre o eres mujer, menos que siendo hombre digas a los demás y para que así te acepten que eres una mujer o viceversa. Todo homosexual no hace otra cosa que reafirmar el poder creativo del Señor: su propia autonegación o autorreproche de la naturaleza física que Dios le ha dado lo conllevará a discernir siempre entre el sexo masculino y el femenino...
Las personas proclives a inclinaciones sexuales o de apetencia sexual distintas a los cánones cristianos que proclaman, en lo que toca a la familia, la unión entre un hombre y una mujer –no hay más distinciones- proyectada a la procreación de la especie humana, la convivencia familiar, la dispensa permanente del amor y del cariño, la manutención y crianza de la prole, entre otras tantas cosas, el intercambio afectivo de pareja y la paz familiar, han venido, dentro y fuera de Panamá, tendencia casi mundial, organizando marchas, protestas, cónclaves, congresos, ocupando los espacios en los programas de todo tipo de medio de comunicación social, tomándose los espacios y hasta los liderazgos, en fin, todo con el solo propósito de que, según ellos, "el resto del mundo o de los humanos" que no participamos de sus maneras y modos de pensar y de conducirse los aceptemos y no opongamos mayores obstáculos ni crítica alguna ante ellos.
Por otra parte, poderosos sectores que adversan el concepto y todo lo que implica el mismo, es decir, la "ideología de género", también han ocupado, pero con menor intensidad, espacios en los medios y presentan, no todos, argumentos en contra de ese concepto y de esa patética realidad que nos cae encima como un aluvión, de estricta connotación cristiana, espiritual, sin dejar a un lado las argumentaciones de naturaleza biológica, psicológica, psiquiátrica, social, etc. Teorías suben y bajan cuando de argumentar en pro o en contra se trata. Sin embargo, a mi modesto juicio, creo que debemos retomar las cuestiones elementales que merodean el tema y ello sin entrar a desentrañar posturas filosóficas que terminan enardeciendo los ánimos y cuando no en pugnas y hasta en muertes innecesarias. Al final de cuentas, Dios, nuestro Señor, ama al pecador y no el pecado. Es su voluntad que todos procedamos al arrepentimiento. ¿Cómo lograremos eso? ¿Atacando, vituperando, odiando, incrementado odios, hablando mal de nuestro prójimo?
De ninguna manera, en lo absoluto. Acaso se podría argumentar que a los cristianos se nos ataca vehementemente por los partidarios del llamado "tercer género" y por parte de quienes sin saber o conocer "su propio género" dicen o creen tener otra formación o creación al extremo de decirse ellos mismos que, "aunque tengan la forma del hombre no lo son y aunque tengan la forma de la mujer tampoco lo son, sino lo contrario. Sin darse cuenta, los adeptos de la homosexualidad y esta en todas sus manifestaciones o expresiones no hacen otra cosa que constatar que solo hay dos sexos: hombre y mujer, mujer y hombre. No hay terceras categorías o clasificaciones.
Decir que se tiene un cuerpo de hombre, pero que en el fondo se siente mujer, así lo acredita: es decir, por mucho que se quiera hablar del tercer sexo nunca puede pasarse del límite creativo de Dios: o eres hombre o eres mujer, menos que siendo hombre digas a los demás y para que así te acepten que eres una mujer o viceversa. Todo homosexual no hace otra cosa que reafirmar el poder creativo del Señor: su propia autonegación o autorreproche de la naturaleza física que Dios le ha dado lo conllevará a discernir siempre entre el sexo masculino y el femenino, repito, no hay terceras categorías o términos medios. Explico: Un hombre que se opera sus genitales a cambio de que le hagan una vagina: decide ser, cosa imposible, pero médicamente lograda solo en las formas, una mujer, e igual una mujer que desea portar el miembro viril; sin embargo, nadie en lo absoluto, ni siquiera la ciencia médica por muy avanzada que se encuentre podrá quitar o suprimir esa predeterminada industria química que genéticamente le fue dada al cuerpo humano y caracterizada por glándulas y hormonas.
No se trata de marchas y contra marchas o ver qué marcha fue más concurrida o más grande o como dicen por allí quién logra la "Madre de todas las marchas". No, señores.
Se trata de acercarnos y aproximarnos a nuestro semejante con el amor de Dios, con el mensaje del Cristo del Calvario: El perdón de los pecados y proceder al arrepentimiento, sin descartar que ejércitos de homosexuales, en todo el mundo, también se mueven en una densa constelación de satanismo, presencia demoníaca y huestes de demonios alrededor de ellos.
La lucha, al final de cuentas, no es contra nuestro semejantes, sino contra el mismo Satán. Y a Satán se le enfrenta con el poder de Cristo, la sangre redentora del Jesús de Nazareth, para que las almas sean liberadas y vengan a los caminos del Señor.
No es con odios ni repulsas, es con la palabra de Dios que hay que combatir el mal, al mismo Satán. Hacia allá debe propender todo cristiano que cree en la renovación del alma, del espíritu y del cuerpo. (Primera parte)
Abogado
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