Cuba frente a nuevas relaciones Irán/Estados Unidos
Publicado 1998/01/17 00:00:00
- MEREDITH SERRACIN
Corresponsal de El Panamá América en Washinton
El presidente cubano, Fidel Castro, debe estar desconcertado ante el favorable recibimiento del gobierno de Estados Unidos al mensaje amistoso del presidente de Irán, Mohamad Jatami, después de dos décadas de insultos y condenas.
Según Jatami, el deshielo puede comenzar por "intercambios de profesores, escritores, académicos, artistas, periodistas y turistas".
El respetuoso tono de Jatami un moderado elegido presidente en oposición a la línea dura del máximo líder del régimen islámico ayatola Ali Jamenei señaló un cambio radical, comparado con la retórica del "Gran Satanás" que Teherán usaba contra Washington.
Este cambio de tono tan drástico que se inició en un reciente discurso de Jatami, fue reafirmado esta semana en una extraordinaria entrevista de 45 minutos que el mandatario iraní concedió a Christiane Amanpour de la red CNN.
Gestos similares por parte de Castro jamás recibieron una acogida ni remotamente parecida de las autoridades de Estados Unidos. No obstante, el mandatario cubano periódicamente invitaba a la distensión cuando pensaba que Washington estaría dispuesto a cerrar un ojo a los retos ideológicos del comunismo cubano y su alianza con el bloque soviético que su gobierno defendió como necesario para su supervivencia en el mundo bipolar de la Guerra Fría.
No obstante, entre los diplomáticos latinoamericanos aquí, varios consideran que, comparada con la retórica intransigente de los fundamentalistas iraníes, a veces la disputa CubaEstados Unidos parecía una riña familiar más en la agitada y a veces absurda historia de las Américas.
La reacción positiva por parte del gobierno del presidente Bill Clinton y de algunos sectores empresariales, no se dejó esperar. Ni bien Jatami había concluido su conciliador llamado al "diálogo y entendimiento" con el pueblo norteamericano que la Casa Blanca y el departamento de Estado le salieron al paso con una sorpresiva invitación a la apertura de contactos de gobierno a gobierno, por primera vez desde que la revolución islámica derrocó al régimen del Shah Mohammed Reza Pahlavi en 1979.
A las pocas horas después de que la entrevista salió al aire, James P. Rubin, el portavoz del departamento declaró: "la mejor manera de tratar los problemas entre nosotros es que los dos gobiernos entablen conversaciones directas".
Rubin no pudo resistir esgrimir el famoso estribillo de que "las acciones hablan más fuerte que las palabras"; sin embargo, esta vez añadió que "las palabras frecuentemente son los precursores de la acción".
La entrevista de la CNN salió al aire a las 6 de la tarde el miércoles. A las 8:30 la compañía petrolera de Texas, Conoco, ya había distribuido un comunicado en el que afirma que el llamamiento de Jatami al diálogo "debería ser considerado con optimismo prudente".
Y esto hacia un gobierno que hasta que el pueblo iraní eligió el moderado presidente Khatemi se ufanaba con el asalto a la embajada de Estados Unidos y la toma de rehenes a centenares de sus ocupantes en un interminable asedio que probablemente le costó la reelección al presidente demócrata Jimmy Carter.
Seguramente los ideólogos en La Habana tendrán una buena explicación marxista por este tratamiento disparejo, como por ejemplo que a Estados Unidos le conviene reavivar la alianza que Ronald Reagan cultivó solapadamente con Irán para derrocar el régimen iraquí de Saddam Hussein, que a pesar de la Guerra del Golfo sigue vivito y coleando en desafío de Washington y las Naciones Unidas.
Pero este tipo de análisis a la Realpolink omite dos importantes factores que con certeza ayudaron a endulzar el mensaje del líder iraní. Uno es el proverbial impacto universal de la cadena CNN, especialmente por su intensa cobertura del Medio Oriente. El segundo es la popularidad de Amanpour, considerada como uno de los corresponsales extranjeros mejor informados de Estados Unidos.
A esto se añade de que el estatus de celebridad de Amanpour, cuya belleza es comparable a su reconocido intelecto, la ha proyectado a las páginas sociales por el anuncio esta semana de su compromiso con el mismo James Rubin que, en nombre del gobierno, calificó la entrevista de "histórica". "Creo que es histórica, y la consideramos de histórica, "reitero otro alto funcionario de la diplomacia norteamericana. "Creo que hay un importante interés en esta capital para avanzar en las relaciones".
Por su parte, Mike McCurry, portavoz de la Casa Blanca dijo: "El presidente Jatami hizo muchas observaciones muy positivas sobre Estados Unidos, que el presidente Clinton ha apreciado. Damos la bienvenida a su deseo de un diálogo con el pueblo norteamericano y entre nuestras dos grandes civilizaciones. Eso puede ser útil. Pero hay que subrayar que el mejor modo de abordar esos asuntos es a través de conversaciones directas entre ambos Gobiernos".
McCurry reiteró lo dicho por Clinton tras el primer gesto de apertura de Jatami, el es pasado. Washington, atormentado por el mal recuerdo de las negociaciones secretas con Teherán en la década de los 80, que dieron lugar al escándalo IránContra, desea un diálogo transparente entre funcinarios autorizados de ambos Gobiernos.
Según Javier Valenzuela, el corresponsal en Washington del periódico El País, la entrevista en CNN ya ha tenido "el efecto de cambiar el tono empleado por las autoridades y los medios de comunicación norteamericanos al hablar del Irán".
"Los primeros signos del deshielo eran palpables ayer en Washington añadió. La idea de que es posible un diálogo entre Washington y Teherán ya no es sólo patrimonio de los expertos en Oriente Próximo, sino de los presentadores de las cadenas televisivas, los portavoces de la Casa Blanca y el departamento de Estado.
En realidad, el reconocimiento que Jatami hace de la civilización americana como "meritoria de respeto" y sus efusivas referencias a Lincoln y otros próceres de la historia de Estados Unidos, son extraordinariamente similares a discursos similares de Castro, tanto por su tono como por su contenido.
Más aún, el discurso del mandatario iraní, cuando propone que "nada debiera impedir el diálogo y el entendimiento entre dos naciones, especialmente entre sus académicos y pensadores", es ni más ni menos el mismo tipo de contactos informales que Castro ha venido propugnando para cerrar la brecha entre los dos países.
Hay quienes mantienen que uno de los problemas ha sido que Castro, que durante años fue considerado una especie de mago de la oratoria, ha tenido menos suerte con los que lo entrevistan que su homólogo iraní, que se inició en la televisión popular de Estados Unidos con una de sus más brillantes estrellas.
Me acuerdo de la entrevista que el líder cubano me otorgó una madrugada a mediados de febrero de 1961 en el Café Potin en La Habana, donde yo estaba destacado como corresponsal de la United Press. Fue la primera entrevista que Castro concedió a un periodista norteamericano, después de la toma de posesión del presidente John F. Kennedy.
Al igual que el Jomeni de hoy, el Castro de hace 37 años se mostró respetuoso y conciliatorio hacia el joven ocupante de la Casa Blanca" y de su pueblo, expresándose en simpatía con muchas de las ideas de su discurso inaugural.
A la vez que criticaba ciertos aspectos del pasado gobierno del presidente Dwight D. Eisenhower, hizo cálidos elogios a la inteligencia y el estilo político de Kennedy, aunque en aquel entonces ya sabía que Washington preparaba la invasión de Bahía de Cochinos para abril.
Kennedy, me dijo, tenía la oportunidad y posiblemente la disposición de "rectificar los errores" del pasado en la política hacia Latinoamerica en general y Cuba en particular.
La entrevista fue una clara invitación al diálogo y así leía el encabezado de The New York Times, donde fue publicada el 14 de febrero.
Ahora debo confesar que para no empañar el tono positivo de la entrevista, suprimí una frase que Castro emitió tras enumerar las posibilidades que Kennedy podía ensayar para desbloquear las relaciones: "Esto es lo que él podría hacer, pero me temo que no se lo van a dejar hacer".
Desde entonces Castro ha tenido consistentes expresiones de simpatía por Kennedy quien casi tres años después, en noviembre de 1963, envió un mensaje conciliador al líder cubano a través del periodista francés Jean Daniel. Mientras Daniel se reunió con Castro en su despacho en La Habana, sonó el teléfono: un funcionario le avisaba al líder de la revolución cubana de que el presidente de Estados Unidos fue asesinado en Dallas, Texas.
El historiador y amigo personal de Kennedy, Arthur M. Schlesinger, confirma la tesis de Castro. Kennedy, dijo, se inclinaba a descartar el plan de la invasión, pero el joven gobernante no pudo resistir las embestidas del Pentágono y de la CIA, sabiendo que ésta lo iban a denunciar como traidor si anulaba el proyecto que los Jefes del Estado Mayor consideraban "infalibles".
El presidente cubano, Fidel Castro, debe estar desconcertado ante el favorable recibimiento del gobierno de Estados Unidos al mensaje amistoso del presidente de Irán, Mohamad Jatami, después de dos décadas de insultos y condenas.
Según Jatami, el deshielo puede comenzar por "intercambios de profesores, escritores, académicos, artistas, periodistas y turistas".
El respetuoso tono de Jatami un moderado elegido presidente en oposición a la línea dura del máximo líder del régimen islámico ayatola Ali Jamenei señaló un cambio radical, comparado con la retórica del "Gran Satanás" que Teherán usaba contra Washington.
Este cambio de tono tan drástico que se inició en un reciente discurso de Jatami, fue reafirmado esta semana en una extraordinaria entrevista de 45 minutos que el mandatario iraní concedió a Christiane Amanpour de la red CNN.
Gestos similares por parte de Castro jamás recibieron una acogida ni remotamente parecida de las autoridades de Estados Unidos. No obstante, el mandatario cubano periódicamente invitaba a la distensión cuando pensaba que Washington estaría dispuesto a cerrar un ojo a los retos ideológicos del comunismo cubano y su alianza con el bloque soviético que su gobierno defendió como necesario para su supervivencia en el mundo bipolar de la Guerra Fría.
No obstante, entre los diplomáticos latinoamericanos aquí, varios consideran que, comparada con la retórica intransigente de los fundamentalistas iraníes, a veces la disputa CubaEstados Unidos parecía una riña familiar más en la agitada y a veces absurda historia de las Américas.
La reacción positiva por parte del gobierno del presidente Bill Clinton y de algunos sectores empresariales, no se dejó esperar. Ni bien Jatami había concluido su conciliador llamado al "diálogo y entendimiento" con el pueblo norteamericano que la Casa Blanca y el departamento de Estado le salieron al paso con una sorpresiva invitación a la apertura de contactos de gobierno a gobierno, por primera vez desde que la revolución islámica derrocó al régimen del Shah Mohammed Reza Pahlavi en 1979.
A las pocas horas después de que la entrevista salió al aire, James P. Rubin, el portavoz del departamento declaró: "la mejor manera de tratar los problemas entre nosotros es que los dos gobiernos entablen conversaciones directas".
Rubin no pudo resistir esgrimir el famoso estribillo de que "las acciones hablan más fuerte que las palabras"; sin embargo, esta vez añadió que "las palabras frecuentemente son los precursores de la acción".
La entrevista de la CNN salió al aire a las 6 de la tarde el miércoles. A las 8:30 la compañía petrolera de Texas, Conoco, ya había distribuido un comunicado en el que afirma que el llamamiento de Jatami al diálogo "debería ser considerado con optimismo prudente".
Y esto hacia un gobierno que hasta que el pueblo iraní eligió el moderado presidente Khatemi se ufanaba con el asalto a la embajada de Estados Unidos y la toma de rehenes a centenares de sus ocupantes en un interminable asedio que probablemente le costó la reelección al presidente demócrata Jimmy Carter.
Seguramente los ideólogos en La Habana tendrán una buena explicación marxista por este tratamiento disparejo, como por ejemplo que a Estados Unidos le conviene reavivar la alianza que Ronald Reagan cultivó solapadamente con Irán para derrocar el régimen iraquí de Saddam Hussein, que a pesar de la Guerra del Golfo sigue vivito y coleando en desafío de Washington y las Naciones Unidas.
Pero este tipo de análisis a la Realpolink omite dos importantes factores que con certeza ayudaron a endulzar el mensaje del líder iraní. Uno es el proverbial impacto universal de la cadena CNN, especialmente por su intensa cobertura del Medio Oriente. El segundo es la popularidad de Amanpour, considerada como uno de los corresponsales extranjeros mejor informados de Estados Unidos.
A esto se añade de que el estatus de celebridad de Amanpour, cuya belleza es comparable a su reconocido intelecto, la ha proyectado a las páginas sociales por el anuncio esta semana de su compromiso con el mismo James Rubin que, en nombre del gobierno, calificó la entrevista de "histórica". "Creo que es histórica, y la consideramos de histórica, "reitero otro alto funcionario de la diplomacia norteamericana. "Creo que hay un importante interés en esta capital para avanzar en las relaciones".
Por su parte, Mike McCurry, portavoz de la Casa Blanca dijo: "El presidente Jatami hizo muchas observaciones muy positivas sobre Estados Unidos, que el presidente Clinton ha apreciado. Damos la bienvenida a su deseo de un diálogo con el pueblo norteamericano y entre nuestras dos grandes civilizaciones. Eso puede ser útil. Pero hay que subrayar que el mejor modo de abordar esos asuntos es a través de conversaciones directas entre ambos Gobiernos".
McCurry reiteró lo dicho por Clinton tras el primer gesto de apertura de Jatami, el es pasado. Washington, atormentado por el mal recuerdo de las negociaciones secretas con Teherán en la década de los 80, que dieron lugar al escándalo IránContra, desea un diálogo transparente entre funcinarios autorizados de ambos Gobiernos.
Según Javier Valenzuela, el corresponsal en Washington del periódico El País, la entrevista en CNN ya ha tenido "el efecto de cambiar el tono empleado por las autoridades y los medios de comunicación norteamericanos al hablar del Irán".
"Los primeros signos del deshielo eran palpables ayer en Washington añadió. La idea de que es posible un diálogo entre Washington y Teherán ya no es sólo patrimonio de los expertos en Oriente Próximo, sino de los presentadores de las cadenas televisivas, los portavoces de la Casa Blanca y el departamento de Estado.
En realidad, el reconocimiento que Jatami hace de la civilización americana como "meritoria de respeto" y sus efusivas referencias a Lincoln y otros próceres de la historia de Estados Unidos, son extraordinariamente similares a discursos similares de Castro, tanto por su tono como por su contenido.
Más aún, el discurso del mandatario iraní, cuando propone que "nada debiera impedir el diálogo y el entendimiento entre dos naciones, especialmente entre sus académicos y pensadores", es ni más ni menos el mismo tipo de contactos informales que Castro ha venido propugnando para cerrar la brecha entre los dos países.
Hay quienes mantienen que uno de los problemas ha sido que Castro, que durante años fue considerado una especie de mago de la oratoria, ha tenido menos suerte con los que lo entrevistan que su homólogo iraní, que se inició en la televisión popular de Estados Unidos con una de sus más brillantes estrellas.
Me acuerdo de la entrevista que el líder cubano me otorgó una madrugada a mediados de febrero de 1961 en el Café Potin en La Habana, donde yo estaba destacado como corresponsal de la United Press. Fue la primera entrevista que Castro concedió a un periodista norteamericano, después de la toma de posesión del presidente John F. Kennedy.
Al igual que el Jomeni de hoy, el Castro de hace 37 años se mostró respetuoso y conciliatorio hacia el joven ocupante de la Casa Blanca" y de su pueblo, expresándose en simpatía con muchas de las ideas de su discurso inaugural.
A la vez que criticaba ciertos aspectos del pasado gobierno del presidente Dwight D. Eisenhower, hizo cálidos elogios a la inteligencia y el estilo político de Kennedy, aunque en aquel entonces ya sabía que Washington preparaba la invasión de Bahía de Cochinos para abril.
Kennedy, me dijo, tenía la oportunidad y posiblemente la disposición de "rectificar los errores" del pasado en la política hacia Latinoamerica en general y Cuba en particular.
La entrevista fue una clara invitación al diálogo y así leía el encabezado de The New York Times, donde fue publicada el 14 de febrero.
Ahora debo confesar que para no empañar el tono positivo de la entrevista, suprimí una frase que Castro emitió tras enumerar las posibilidades que Kennedy podía ensayar para desbloquear las relaciones: "Esto es lo que él podría hacer, pero me temo que no se lo van a dejar hacer".
Desde entonces Castro ha tenido consistentes expresiones de simpatía por Kennedy quien casi tres años después, en noviembre de 1963, envió un mensaje conciliador al líder cubano a través del periodista francés Jean Daniel. Mientras Daniel se reunió con Castro en su despacho en La Habana, sonó el teléfono: un funcionario le avisaba al líder de la revolución cubana de que el presidente de Estados Unidos fue asesinado en Dallas, Texas.
El historiador y amigo personal de Kennedy, Arthur M. Schlesinger, confirma la tesis de Castro. Kennedy, dijo, se inclinaba a descartar el plan de la invasión, pero el joven gobernante no pudo resistir las embestidas del Pentágono y de la CIA, sabiendo que ésta lo iban a denunciar como traidor si anulaba el proyecto que los Jefes del Estado Mayor consideraban "infalibles".
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