“De estupefaciente ciudadano”
He constatado que existen factores somníferos que pasman al ciudadano y lo inhabilitan para interpretar la edificación de la “Catedral del futuro y los cambios de falsos valores como la pillería y la astucia, por la justicia y la solidaridad” de la que se refiere Francisco Rubiales. Y en esta ocasión, mi parecer trata sobre la postura ofuscadora y desorientadora de las iglesias; y acoto, que la iglesia es parte del opio de los pueblos, como diría Marx, por la desconcertada conversación que sostuvimos con una letrada y profesora (erudita del Derecho), que en su calidad de cristiana evangélica, no titubeó en aludirme “hay que obedecer a las autoridades, que están ahí por Dios, y orar para que hagan las cosas de manera correcta”. “Pues contra ti, sacerdote, es mi demanda…, mi pueblo esta siendo destruido, porque le falta conocimiento”… (Oseas 4; 4 y 6).
¿Cuál es la misión del evangelio que profesó Jesucristo? ¿Por qué nos presentan un Dios mudo y apático a nuestros males humanos? y, nos acallan ante las injusticias instándonos sólo a la fe y no al repudio de lo mal hecho, ¿A qué se deberá la creciente proliferación de nuevos templos evangélicos en lugares contingentes pero radicalmente descuidados y empobrecidos? ¿Podría deducir que se debe a una política sosegadora ciudadana? Cuando todavía los ciudadanos esperan prodigios de sus líderes (como cuando Moisés, usó su vara para hacer milagros), sin la mínima intensión de luchar por su bienestar social.
Insisto, de la vida de Jesucristo se destila su repudio a las injusticias y la lucha por alcanzar lo justo. Por tanto, es absurdo que se degrade el intelecto de la persona al ceñirlas con verborrea a que se sometan y obedezcan a sus autoridades, pues aunque malos, son los líderes que nos merecemos. ¿Peco al exigirle sobre su actuar, a quien le he delegado mi poder político? Si sólo bastarán las oraciones para oprimir a los gobernantes, ¿De qué sirven los foros, los debates y lo que hay se analiza? ¿Cuál sería el sentido de la Constitución y las leyes? Sin obviar el estudio del Derecho.
Si la revolución, es “cambiar lo que debe ser cambiado, igualdad y libertad plenas; el emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos”; ¿Sería difícil comprender que Jesús, fue un revolucionario de todos los tiempos? Sólo nosotros a base de esfuerzo, emprenderemos el camino al cambio de la sociedad, relegando a los enviciados de manejar nuestro erario público, y como cristianos y letrados tomar parte y revolucionar la política para ser activistas de la justicia, ya que las autoridades no solucionan nuestros problemas, aunque debieran hacerlo, pues “lo más atroz de los malos, es el silencio del bueno”…
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