De filosofía, ciencia y educación
- Paulino Romero C.* opinion@epasa.com
La filosofía, que es indagación racional, se distingue además de la religión, que también responde a las supremas interrogantes del hombre, pero comunicándole verdades que le son dadas y a las que él se adhiere mediante la fe.

Si la filosofía no le diera al hombre más que sentido de libertad respecto a todas las cosas terrestres, del culto desinteresado de la verdad, de la búsqueda no dirigida hacia fines prácticos y contingentes, esto, de suyo, ya rubricaría su grandísimo y nobilísimo magisterio educativo. Por esto la enseñanza de la filosofía es, por sí misma, una escuela; o quizás es la escuela.
Da (como no puede darlo ninguna otra disciplina, si se exceptúa la religión cristiana) el sentido de la superioridad del espíritu sobre el cuerpo, de los valores espirituales sobre los de cualquier otra especie; el sentido de la dignidad y de la nobleza del hombre; el sentido del espíritu, que hacen que parezcan estúpidas e insignificantes las más refinadas elegancias mundanas, y despreciable toda forma de apego a los bienes contingentes, ya sean reinos e imperios.
La filosofía es la forma de actividad espiritual con la que el hombre reflexiona sobre la propia existencia y sobre la realidad de los que circunda; por consiguiente, es crítica (“juicio”) de nuestra experiencia inmediata y al mismo tiempo búsqueda de los principios de la realidad. Se diferencia de toda otra actividad humana en cuanto tiende continuamente a una explicación radical de toda la realidad, en cuanto se pregunta el porqué de la existencia del hombre y del mundo.
De este modo, la filosofía se distingue de la ciencia, que no trata de dar las justificaciones últimas, sino de explicar el desarrollo de los fenómenos, es decir, de formular las leyes que los rigen; y en ese sentido, la ciencia se pregunta siempre por el cómo de los hechos, no por el porqué que los explica. La filosofía, que es indagación racional, se distingue además de la religión, que también responde a las supremas interrogantes del hombre, pero comunicándole verdades que le son dadas y a las que él se adhiere mediante la fe.
La pedagogía, como problema filosófico, reflexiona sobre el “hecho educativo” y busca los principios según los cuales se actualiza la educación, del mismo modo que la gnoseología estudia el conocimiento o la estética el arte. Educación es el proceso a través del cual el hombre actúa el recto e integral desarrollo de todas sus facultades; mejor dicho: es la formación integral del hombre mismo y de su personalidad; por esto la educación es una obra que cada hombre realiza en sí mismo: en cuanto vive, cada uno de nosotros desarrolla su yo, lo forja conscientemente según metas e ideales con la inteligencia y la voluntad, vale decir, da forma a sí mismo al hombre.
Sin embargo, en sentido específico se entiende por educación la obra con que ayudamos a los otros hombres a educarse, especialmente cuando aún no pueden por sí solos desarrollar la propia personalidad; por esto, en un sentido más estricto, la educación hace referencia sobre todo a la ayuda que prestamos a los niños, a los muchachos y a los jóvenes en su proceso educativo.
Pero esto no quiere decir que la educación sea un fenómeno limitado al periodo de la infancia o de la juventud: en cualquier edad y en todo instante aprendemos a disciplinar y desarrollar nuestro yo; la sociedad y el ambiente que nos rodea influyen siempre en cualquier circunstancia sobre esta formación, en sentido positivo o negativo.
*Pedagogo, escritor, diplomático.
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