Panamá
Dialogando con mis dos hijos, Estudiantes de Derecho, sobre cuestiones relativas a la práctica del ejercicio de la abogacía en los tribunales, haciendo hincapié a la intervención o participación de los abogados en la audiencias penales, les decía que el mérito de haber discurrido, magistralmente, respecto al tema de las relaciones entre abogados y jueces, había que otorgárselo al célebre procesalista italiano Piero Calamandrei (21 de abril 1889 – 27 de septiembre 1956, Florencia, Italia).
En dos monumentales obras del insigne maestro, intituladas Elogio a los Jueces y De Las Buenas Relaciones Entre Los Jueces y Abogados en el Nuevo Proceso Civil, este incansable defensor de la libertad abogaba por una relación de respecto y equilibrio, de manera tal que, en ese ambiente, frecuente para quienes litigamos, a diario, lo concerniente a la efectiva administración de justicia, se diera en un clima de absoluto respeto, parafraseando al título de la obra de Ángel Osorio y Gallardo, a El Alma de la Toga, cuya lectura también es obligatoria para quienes son o pretenden ser abogados.
El propósito de este breve artículo, primeramente, no es otro que ratificar las enseñanzas del maestro italiano en ese constante ir y venir de los abogados, quienes nos presentamos, ya como abogados defensores o querellantes, ante la judicatura, pero teniendo presente que ésta no es, de ninguna manera, un poder autoritario “sino una función esencial para la justicia, donde jueces y abogados trabajan juntos, cada uno desde su rol, para encontrar la verdad en un proceso dialéctico, incluso, a pesar de las imperfecciones humanas, destacando la independencia, ciencia e imparcialidad que debe tener el Juez para equilibrar las partes y servir a la sociedad”.
En ese orden de ideas, en la relación abogados-jueces, Calamandrei la advierte en la pasión y la parcialidad necesaria para el debate que mantiene el abogado, entre tanto, que el Juez debe aportar la serenidad y parcialidad para decidir. Aunque Calamandrei reconoce que existen jueces soberbios y abogados mentirosos, él abogada por un ideal de jueces probos, diligentes e imparciales, que actúen con probidad y no se dejen llevan por la corrupción y el prejuicio.
En su obra De Las Buenas Relaciones entre Los Jueces y Abogados en el Nuevo Proceso Civil, el Calamandrei describe a los jueces y abogados como un par fundamental, fuerzas opuestas pero complementarias que, como en la mecánica, generan el movimiento y la justicia. Insta a que los abogados, siempre, mantengan el respeto hacia los jueces y resalta la necesidad que éstos, con sutileza y preparación, logren persuadir al Juez, a veces, incluso, no tan sólo con la mera doctrina y, para ejemplificar, refiere el caso de un joven
abogado que gana la causa teniendo poca preparación académica, pero una excelente intuición procesal. Resalta que en la persuasión del abogado no reside solo en la profundidad teórica sino también en la habilidad, el tacto y la preparación psicológica para conmover al juez, incluso con gestos y sonrisas. El abogado no es enemigo del Juez.
Las dos obras que hemos mencionado del maestro Calamandrei son, sin duda, claras y ejemplares exhortaciones, paradigmas, que proyectan una moral y una ética judicial. Tener claro que el Juez no es un convidado de piedra, los abogados tampoco; que al juez se le debe respeto y al abogado estima; que el juez recibe un sueldo por su loable labor; pero, en principio, el abogado un eventual estipendio y, salvo pacto en contrario, ante una sentencia contraria, es muy probable que el abogado no cobre absolutamente nada.
A más de cuatro décadas de ejercer, intensamente, la profesión de abogado, y ello en diversas ramas del Derecho, pero mayormente en el Derecho Penal, daría, tanto a los estudiantes de Derecho a como también a las actuales generaciones de abogados, los siguiente consejos: Respetar la figura del Juez; dirigirse siempre al Juez con la estima y la dignidad que ostenta representando a la Jurisdicción; Abogado, no hables para agradar al Juez sino para que convenga en tu razonamiento jurídico; haz al Juez el mejor aliado de tus argumentos, no se los impongas; el Juez debe respetar, del mismo modo, la dignidad del abogado quien procura, con grandes esfuerzos, que el razonamiento del juez se incline a favorecerlo; Abogado, nunca despotriques del juez ni de la jurisdicción; Juez, no te ensañes en contra del abogado, ni emitas expresiones o juicios que lo indispongan ante sí mismo ni ante el cliente, pero tampoco ante la sociedad; evite el Juez el empleo de términos peyorativos o despectivos en contra del abogado; cada vez que te dirijas al Juez procura mirarlo a los ojos pues éste no dejará de observarte; sé circunspecto, coherente y persuasivo o disuasivo; el abogado debe presentar razones, no chistes ni cuentos de la cripta forense. ¡Dios bendiga a la Patria!

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