Panamá
Desde el izar hasta el hacer
- Arnulfo Arias
- /
- Columnista
- /

Una patria es más que ese pedazo de tela multicolor que la enuncia; es más que un nombre o una ubicación geográfica. Si hay una lección certera que nos da nuestro estandarte es el del consenso y de la convivencia. Nuestros antepasados decidieron deponer su antiguo odio en un símbolo que es prueba de concertación y tolerancia, de unidad y de propósito. Los liberales (rojos) y los conservadores (azules), se mataron entre sí como un deporte, como una cacería depravaba que llegaba al corazón de la familia; incluso practicando la sádica costumbre de borrar hasta la última semilla de los apellidos, pasando por las armas a todo miembro masculino de un hogar, sin importar la edad o la infancia.
Los odios fueron viscerales y profundos entre estas dos agrupaciones; con escenas crudas de torturas, violaciones, destierros y confiscaciones. Odios que tenían siempre una causa real, pero que supieron conciliarse en medio de una paz bien concertada entre los antiguos enemigos. Por relatos de tradición familiar, sé que mis ancestros fueron de raíz conservadora. Cada vez que había incursiones de esos grupos rebeldes en Río Grande de Penonomé "nos robaban hasta la última vaca", diría mi bisabuela Carmen.
Esos rencores, afortunadamente, no han llegado intactos hasta nuestra generación. No son tan rancios ya y, afortunadamente, los hemos superado todos. Hoy en día damos muestras de querer organizarnos como sociedad, de alcanzar acuerdos en común, de buscar entendimientos claros entre grupos muy diversos. Verdaderamente me llenó de orgullo y de esperanza ver la reciente mesa de concertación en la que, contra todo pronóstico, se han llegado a acuerdos con los gremios docentes. Es muestra de una voluntad concertada entre todos. La razón individual es siempre relativa, como el interés. Para el que defiende una postura rígida, su opinión debe prevalecer. Eso es simplemente la naturaleza humana. No se trata, entonces, de que en estas mesas de concertación se desplieguen intereses particulares o gremiales, sino más bien que se depongan los mismos, para delimitar así el camino que sea más beneficioso para todos por igual.
Nuestros antepasados liberales y conservadores nos dejaron simplemente un mapa que nos lleva siempre a la concordia, si sabemos leerlo; de nosotros, y de las generaciones futuras, depende que elijamos juntos el camino que nos lleva hacia un destino definido de progreso nacional. No hemos alcanzado todavía los grandes logros que esperamos como sociedad. Pero lo importante no es en dónde estamos ahora mismo, sino hacia dónde nos dirigimos. Por eso, el componente más importante, y la edificación más significativa de nuestra sociedad, es la búsqueda de objetivos en común. Debemos dejar de administrar solo la herencia del pasado, y convertirnos en creadores de nuestro propio patrimonio cultural y económico, que será luego el legado de los que vendrán. Tenemos, por un lado, un Canal que fue heredado -y exigido-; y también tenemos el ejemplo de esos adversarios históricos que, a pesar de su discordia, se sentaron en la mesa de la paz para construir esta nación. Nos toca, entonces, seguir administrando lo que ya tenemos y tejer la fibra de lo que será mañana, en un futuro, el mejor vestido de una patria unida, entretejido con puntadas claras de hermandad.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.