EE.UU., la OTAN o la moral escurridiza
Publicado 1999/05/20 23:00:00
- Carlos A. López Z.
El expresidente de España ("A la búsqueda de la verdad perdida", La Prensa, 13 de mayo de 1999) critica a quienes desenmascaran la "doble moral" de la OTAN-EE.UU, acusándolos de pretender ser dueños de la verdad absoluta y, virtualmente, de ser cómplices de la masacre en Kosovo. Así apostrofa el expresidente español: "¡No nos dicen toda la verdad!, como si eso fuera posible, como si existiera toda la verdad. ¡No tenemos toda la información!, como si alguien la tuviera. Se practica una doble moral, como si existiera una ética de lo absoluto".
Ya le hemos dicho a don Felipe ("Felipe González o la verdad perdida", El Panamá-América, 18 de mayo de 1999): no es que los EE.UU.-OTAN tengan una doble moral. ¡No tienen ninguna! Por esa razón, los agresores se ven obligados a emplear un doble discurso. No pueden admitir sus verdaderos propósitos y, por eso, mienten u ocultan parte de la verdad, que viene a ser lo mismo.
No es necesario ser dueños de la verdad absoluta para darse cuenta de las mentiras propaladas por los EE.UU.-OTAN. Dicen que su propósito es resolver el problema humanitario de los kosovares de origen albanés, pero los jerarcas otanazis se jactaban, a viva voz, durante la celebración del 50 aniversario de la Alianza en Washington el pasado abril (a un mes de los bombardeos), que la OTAN era la más poderosa alianza militar de la historia; que la OTAN se expandiría en todas direcciones y sin límites de ninguna clase; que la OTAN se atribuiría el rol de gendarme internacional para mantener e "imponer" la paz; que la OTAN se haría responsable de manejar toda clase de crisis y de resolver problemas humanitarios dentro de fronteras ajenas.
En otras palabras, que la OTAN no va a respetar, de Kosovo en adelante, los derechos de otros pueblos a la libre determinación y a la soberanía. Fue el ministro polaco quien lo expuso sin ningún rodeo en Washington. El canciller polaco manifestó alborozado (¡pobre Chopin!) que, a partir de ese momento, las soberanías no iban a tener ninguna importancia porque la OTAN se iba a encargar de resolver cualquier conflicto interno, sea de carácter humanitario o no.
La ausencia en dicha celebración de Rusia, de China y de la ONU (Kofi Anan ni siquiera fue invitado) despierta suspicacias sobre el brutal asalto a la comunidad internacional y al orden jurídico internacional que se estaba incubando entre los cerezos japoneses del Potomac. El íncubo, como se sabe, es un demonio (?) que se hace pasar por varón para tener comercio carnal con una mujer. Su esencia, por ende, es el engaño, la artimaña y la mentira. Así se explica que los EE.UU.-OTANÑque no representan el 10 por ciento del mundoÑse consideren representantes de la "comunidad internacional" y echen a las Naciones Unidas al cesto de la basura.
Pero Felipe González no ve nada absolutamente malo en lo que están haciendo los Estados Unidos y la OTAN. Cuando sus detractores le echan en cara que los Estados Unidos intervienen en unos países pero en otros no, don Felipe les contesta que debe intervenirse en Yugoslavia aun cuando sea verdad que no se interviene en otros países, porque "ésta es la primera guerra que se hace por vergüenza".
"Yo también pienso dice- que no se interviene en otros lugares, pero eso no justifica que no se haga aquí., aunque haya, ¡que no es fácil!, situaciones comparables. Aquí que no hay petróleo, aquí que no hay riqueza, aquí que no hay grandes intereses estratégicos, aquí que se podría haber mirado para otro lado, con el argumento despectivo de que los Balcanes son así desde hace siglos".
Así, de un plumazo (o de un salivazo), el expresidente de España echa por tierra una regla de oro: que no se puede ser juez y parte en un mismo caso (los EE.UU.-OTAN son exactamente eso). Don Felipe da a entender que la no intervención tiene sus excepciones (lo cual comparto) pero deja totalmente en manos de los intervencionistas y no del Derecho Internacional, la cuestión de cuándo intervenir y cuándo no. Ocurre que el Derecho Internacional todavía no ha legislado sobre este punto pero si, en virtud de esta laguna jurídica, es menester intervenir (militarmente, esto es) entonces que sea la Asamblea General de las Naciones Unidas conjuntamente con el Consejo de Seguridad, quienes tengan la última palabra para que no se incurra en delito.
La comunidad internacional no puede aceptar que un grupo de Estados, como son los que integran los EE.UU.-OTAN, decidan por sí y ante sí realizar intervenciones militares que son, ab initio, delitos de lesa humanidad y crímenes contra la paz y el Derecho Internacional. ¿Por qué los EE.UU.-OTAN abandonaron el Consejo de Seguridad y los acuerdos de Rambouillet y decidieron, motu proprio, salirse por la tangente y agredir a Yugoslavia?
Don Felipe dice que la actual agresión es la única guerra que se hace por vergüenza en el siglo XX. Le digo que vergüenza tenían los vietnamitas cuando repelieron la agresión de los Estados Unidos, porque hay que tener mucha moral y autorrespeto para pelearle a la primera potencia con una bolsita de arroz y una bolsita de pescado seco atado al cinto. Vergüenza tenían los cientos o miles de panameños que salieron a defender el suelo patrio, sin armas ni preparación, de la agresión (y no "guerra") experimental con que los Estados Unidos anunciaron su entrada al siglo XXI.
Felipe González dice que en Kosovo no hay petróleo, ni minerales, ni ningún interés estratégico que justifique una intervención. Suponiendo que sea cierto, porque no lo es, ¿no tiene ningún valor estratégico el hecho de que Polonia, Hungría y la República Checa fueron admitidas simultáneamente un mismo día, y exactamente dos semanas después los EE.UU.-OTAN emprendieron los bombardeos sobre Yugoslavia el 24 de marzo?
¿No tiene ningún significado estratégico el hecho de que los países que circundan a Yugoslavia son miembros de la OTAN o bien están en lista de espera para ser admitidos, lo que dejaba tan solo a la República Federal Yugoslava (Serbia y Montenegro) como la oveja negra de la familia, como una mancha horrible en la inmaculada blancura de los Balcanes?
Felipe González sólo tiene que mirar el mapa de los Balcanes y Europa Occidental para percatarse de que Yugoslavia era el único espacio faltante -el eslabón perdido- para completar el rompecabezas, la silueta territorial de la OTAN, a fin de cumplir su Destino Manifiesto de expandirse hacia el Este, es decir, hacia Rusia y Oriente. Esa manchita horrible, donde sobrevive el último de los mohicanos, el penúltimo de los comunistas, Slobodan Milosevic, no salía con clorox sino con bombas. Y si es cierto -como dice don Felipe- que a Milosevic no se le persigue por ser de izquierdas, entonces, ¡qué casualidad!
Cualquier ex agente de la CIA le podrá aclarar a don Felipe González que jamás intervención alguna de los Estados Unidos se llevó a cabo por razones morales. Pregúntele a Philip Agee. O mejor, pregúntele a Mónica Lenguiski si a Bill Clinton le quedaría algo de vergüenza para sentir como propio el sufrimiento de los kosovares de origen albanés.
Si Yugoslavia no tuviera ningún valor estratégico, ¿cómo explicar que Bill Clinton considere a Milosevic como una amenaza al equilibrio mundial y un peligro para el bienestar de la comunidad europea? Y me pregunto: ¿cómo podrá ser Serbia, aproximadamente del tamaño de Panamá, con fuerzas armadas rústicas en comparación, sin aliados militares y sin misiles nucleares, constituir una amenaza para los 19 países de la OTAN, incluida la primera potencia del mundo?
Pero es Henry Kissinger quien refuta a Bill Clinton. El ex secretario de Estado ha dicho (ABC de Madrid, 16 de mayo de 1999) que Clinton ignora la Historia porque Milosevic no es Hitler, y Belgrado no es Berlín. Milosevic será un criminal balcánico (y volcánico, añado yo), pero no una amenaza al equilibrio mundial, en tanto que el bienestar de Europa depende de su prosperidad y no del desenlace del conflicto en Kosovo. Kissinger le enseña a Clinton que la primera ni la segunda guerra mundial comenzaron por conflictos étnicos.
Felipe González no estaba en la celebración de la OTAN a fines de abril en Washington, cuando los otanazis proclamaron un nuevo orden internacional y una nueva doctrina militar, y donde, tras bambalinas y el ridículo oropel, los verdaderos dueños de la OTAN brindaban para conmemorar un aniversario más del suicidio de Adolfo Hitler (30 de abril de 1945), su querido mentor, ya antes homenajeado en una escuela de Littleton, Colorado. ¡Heil, Hitler!
Ya le hemos dicho a don Felipe ("Felipe González o la verdad perdida", El Panamá-América, 18 de mayo de 1999): no es que los EE.UU.-OTAN tengan una doble moral. ¡No tienen ninguna! Por esa razón, los agresores se ven obligados a emplear un doble discurso. No pueden admitir sus verdaderos propósitos y, por eso, mienten u ocultan parte de la verdad, que viene a ser lo mismo.
No es necesario ser dueños de la verdad absoluta para darse cuenta de las mentiras propaladas por los EE.UU.-OTAN. Dicen que su propósito es resolver el problema humanitario de los kosovares de origen albanés, pero los jerarcas otanazis se jactaban, a viva voz, durante la celebración del 50 aniversario de la Alianza en Washington el pasado abril (a un mes de los bombardeos), que la OTAN era la más poderosa alianza militar de la historia; que la OTAN se expandiría en todas direcciones y sin límites de ninguna clase; que la OTAN se atribuiría el rol de gendarme internacional para mantener e "imponer" la paz; que la OTAN se haría responsable de manejar toda clase de crisis y de resolver problemas humanitarios dentro de fronteras ajenas.
En otras palabras, que la OTAN no va a respetar, de Kosovo en adelante, los derechos de otros pueblos a la libre determinación y a la soberanía. Fue el ministro polaco quien lo expuso sin ningún rodeo en Washington. El canciller polaco manifestó alborozado (¡pobre Chopin!) que, a partir de ese momento, las soberanías no iban a tener ninguna importancia porque la OTAN se iba a encargar de resolver cualquier conflicto interno, sea de carácter humanitario o no.
La ausencia en dicha celebración de Rusia, de China y de la ONU (Kofi Anan ni siquiera fue invitado) despierta suspicacias sobre el brutal asalto a la comunidad internacional y al orden jurídico internacional que se estaba incubando entre los cerezos japoneses del Potomac. El íncubo, como se sabe, es un demonio (?) que se hace pasar por varón para tener comercio carnal con una mujer. Su esencia, por ende, es el engaño, la artimaña y la mentira. Así se explica que los EE.UU.-OTANÑque no representan el 10 por ciento del mundoÑse consideren representantes de la "comunidad internacional" y echen a las Naciones Unidas al cesto de la basura.
Pero Felipe González no ve nada absolutamente malo en lo que están haciendo los Estados Unidos y la OTAN. Cuando sus detractores le echan en cara que los Estados Unidos intervienen en unos países pero en otros no, don Felipe les contesta que debe intervenirse en Yugoslavia aun cuando sea verdad que no se interviene en otros países, porque "ésta es la primera guerra que se hace por vergüenza".
"Yo también pienso dice- que no se interviene en otros lugares, pero eso no justifica que no se haga aquí., aunque haya, ¡que no es fácil!, situaciones comparables. Aquí que no hay petróleo, aquí que no hay riqueza, aquí que no hay grandes intereses estratégicos, aquí que se podría haber mirado para otro lado, con el argumento despectivo de que los Balcanes son así desde hace siglos".
Así, de un plumazo (o de un salivazo), el expresidente de España echa por tierra una regla de oro: que no se puede ser juez y parte en un mismo caso (los EE.UU.-OTAN son exactamente eso). Don Felipe da a entender que la no intervención tiene sus excepciones (lo cual comparto) pero deja totalmente en manos de los intervencionistas y no del Derecho Internacional, la cuestión de cuándo intervenir y cuándo no. Ocurre que el Derecho Internacional todavía no ha legislado sobre este punto pero si, en virtud de esta laguna jurídica, es menester intervenir (militarmente, esto es) entonces que sea la Asamblea General de las Naciones Unidas conjuntamente con el Consejo de Seguridad, quienes tengan la última palabra para que no se incurra en delito.
La comunidad internacional no puede aceptar que un grupo de Estados, como son los que integran los EE.UU.-OTAN, decidan por sí y ante sí realizar intervenciones militares que son, ab initio, delitos de lesa humanidad y crímenes contra la paz y el Derecho Internacional. ¿Por qué los EE.UU.-OTAN abandonaron el Consejo de Seguridad y los acuerdos de Rambouillet y decidieron, motu proprio, salirse por la tangente y agredir a Yugoslavia?
Don Felipe dice que la actual agresión es la única guerra que se hace por vergüenza en el siglo XX. Le digo que vergüenza tenían los vietnamitas cuando repelieron la agresión de los Estados Unidos, porque hay que tener mucha moral y autorrespeto para pelearle a la primera potencia con una bolsita de arroz y una bolsita de pescado seco atado al cinto. Vergüenza tenían los cientos o miles de panameños que salieron a defender el suelo patrio, sin armas ni preparación, de la agresión (y no "guerra") experimental con que los Estados Unidos anunciaron su entrada al siglo XXI.
Felipe González dice que en Kosovo no hay petróleo, ni minerales, ni ningún interés estratégico que justifique una intervención. Suponiendo que sea cierto, porque no lo es, ¿no tiene ningún valor estratégico el hecho de que Polonia, Hungría y la República Checa fueron admitidas simultáneamente un mismo día, y exactamente dos semanas después los EE.UU.-OTAN emprendieron los bombardeos sobre Yugoslavia el 24 de marzo?
¿No tiene ningún significado estratégico el hecho de que los países que circundan a Yugoslavia son miembros de la OTAN o bien están en lista de espera para ser admitidos, lo que dejaba tan solo a la República Federal Yugoslava (Serbia y Montenegro) como la oveja negra de la familia, como una mancha horrible en la inmaculada blancura de los Balcanes?
Felipe González sólo tiene que mirar el mapa de los Balcanes y Europa Occidental para percatarse de que Yugoslavia era el único espacio faltante -el eslabón perdido- para completar el rompecabezas, la silueta territorial de la OTAN, a fin de cumplir su Destino Manifiesto de expandirse hacia el Este, es decir, hacia Rusia y Oriente. Esa manchita horrible, donde sobrevive el último de los mohicanos, el penúltimo de los comunistas, Slobodan Milosevic, no salía con clorox sino con bombas. Y si es cierto -como dice don Felipe- que a Milosevic no se le persigue por ser de izquierdas, entonces, ¡qué casualidad!
Cualquier ex agente de la CIA le podrá aclarar a don Felipe González que jamás intervención alguna de los Estados Unidos se llevó a cabo por razones morales. Pregúntele a Philip Agee. O mejor, pregúntele a Mónica Lenguiski si a Bill Clinton le quedaría algo de vergüenza para sentir como propio el sufrimiento de los kosovares de origen albanés.
Si Yugoslavia no tuviera ningún valor estratégico, ¿cómo explicar que Bill Clinton considere a Milosevic como una amenaza al equilibrio mundial y un peligro para el bienestar de la comunidad europea? Y me pregunto: ¿cómo podrá ser Serbia, aproximadamente del tamaño de Panamá, con fuerzas armadas rústicas en comparación, sin aliados militares y sin misiles nucleares, constituir una amenaza para los 19 países de la OTAN, incluida la primera potencia del mundo?
Pero es Henry Kissinger quien refuta a Bill Clinton. El ex secretario de Estado ha dicho (ABC de Madrid, 16 de mayo de 1999) que Clinton ignora la Historia porque Milosevic no es Hitler, y Belgrado no es Berlín. Milosevic será un criminal balcánico (y volcánico, añado yo), pero no una amenaza al equilibrio mundial, en tanto que el bienestar de Europa depende de su prosperidad y no del desenlace del conflicto en Kosovo. Kissinger le enseña a Clinton que la primera ni la segunda guerra mundial comenzaron por conflictos étnicos.
Felipe González no estaba en la celebración de la OTAN a fines de abril en Washington, cuando los otanazis proclamaron un nuevo orden internacional y una nueva doctrina militar, y donde, tras bambalinas y el ridículo oropel, los verdaderos dueños de la OTAN brindaban para conmemorar un aniversario más del suicidio de Adolfo Hitler (30 de abril de 1945), su querido mentor, ya antes homenajeado en una escuela de Littleton, Colorado. ¡Heil, Hitler!
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