El asesino de Castro

El pasado 11 de abril, Fidel Castro ejecutó a tres cubanos por el intento de secuestro de un transbordador marítimo para escapar de Cuba. En este intento no hubo víctimas humanas. Fidel tiene ya 42 años de gobernar a Cuba acompañado, desde 1980, por su hermano Raúl quien fuera escogido por él para ser su sucesor. Son miles los que han perdido la vida en Cuba a manos de Fidel -incluso compañeros ideológicos y amigos combatientes que lucharon junto a él en contra de Fulgencio Batista. Llegó el momento en que sus compañeros fueron vistos por este tirano como posible competencia para su control absoluto del poder (por ejemplo, el comandante Camilo Cienfuegos murió poco después de la Revolución Cubana en un “accidente”, siendo una persona carismática y popular).
Es inconcebible ver cómo grupos de diferentes ideologías pueden defender a un hombre que no ha tenido reparo en asesinar a sus colaboradores o a personas que sencillamente huían del terror que significa pensar en forma diferente a como lo hace Fidel. Conocí en la década del ‘70 a un joven que fue encarcelado por el simple hecho de estar repartiendo en La Habana volantes de la iglesia católica. Se salvó de ser ejecutado porque tenía una tía amiga de Fidel que era juez, pero un compañero que hacía lo mismo fue fusilado fuera de su celda mientras gritaba: “Viva Cristo Rey”. Pude conocer de primera mano el sufrimiento de este pueblo cuando, en 1980; fui contratada por el gobierno norteamericano para servir como psicóloga clínica a los “marielitos” que escapaban de Cuba en balsas improvisadas, arriesgando sus propias vidas para llegar a Florida en búsqueda de libertad.
En estos días la Comisión de Derechos Humanos de la ONU discute la posibilidad de enviar a Cuba un relator de derechos humanos para investigar las acusaciones de abusos, pero ya Fidel Castro lo ha rechazado. En esta lucha contra este dictador sanguinario privan más los intereses y alianzas políticas entre países que la vida de los seres humanos sometidos a torturas y exterminio.
Esperemos que la ONU logre mejorar la situación de los derechos humanos en Cuba.
Preguntémonos qué está sucediendo con nuestra juventud y, sobre todo, nuestros niños. Reflexionemos y meditemos en el terrible daño que hacen las drogas al ser humano; en los estragos espantosos que está causando en la humanidad.
Pidamos mucha ayuda a nuestro Señor, que todo lo puede, para que bendiga y proteja a todos los niños y jóvenes del mundo para que crezcan sanos y también por los adultos, para que no sufran este terrible y trágico drama. Pidamos también por todos nosotros para que cada día seamos mejores. Y no olvidemos que con Dios podemos superar muchos y grandes problemas, porque con El, somos . . . ¡Invencibles!