¡El cumplimiento del deber!

La Constitución, las leyes establecidas, las normas consagradas a los impulsos nobles del sentimiento, son deberes ineludibles que hay que acatar con religioso respeto. Si todos ajustan sus actos al mandato del deber, la vida se desarrollará con orden, con ecuanimidad y con venturosa armonía. Es posible que no haya un ámbito más amplio del comportamiento humano que el del cumplimiento del deber. Y eso dicho sin incursionar en el tema de los deberes y su relación con los derechos, ya que sabido es que con qué facilidad solemos reclamar los segundos y olvidar que tenemos el compromiso de cumplir con los primeros. Porque a poco que se le considere fácil será llegar a la conclusión de que lo que es derecho para mí es deber para mi vecino y, desde luego, viceversa. Y si aceptamos esta conclusión, habremos aceptado asimismo que cumpliendo todos y cada uno de los deberes que nos indican las normas de ética, moral y conducta que integran el comportamiento humano, habremos facilitado el imperio de todos los deberes.

Llegaremos en esa forma a aceptar que entre todas las normas del comportamiento, aquella que nos obliga a cumplir con el deber, cualquiera sea la magnitud del sacrificio que ello implique, es uno de los más útiles y valiosos tan pronto se traslada a la vida de relación, puesto que el orden, la ecuanimidad y la armonía en muchos dependen de que a todos se reconozcan sus derechos y, como acabamos de ver, esto surge del cumplimiento de los deberes también por parte de todos.

Desde la simple vida en sociedad, en familia, en la escuela, hasta las obligaciones más imperativas de las leyes y los códigos, en todos los terrenos se nos recordará siempre que tenemos deberes que cumplir. Al comienzo de la vida, el deber constituye en prepararse intelectual, técnica o manualmente para el futuro, pero cumplido ese deber, llega el de tender la mano a las que vienen detrás para que también ellos avancen, el deber de retornar la que se nos ha brindado; en la vida de relación el deber nos manda comportarnos de acuerdo con las leyes, normas o reglamentos, pero en el caso de que los infractores llegan al momento del juicio, quienes han sido puestos para sentenciar deben actuar asimismo según reglamentos, normas y leyes, o sea que también tienen que cumplir con un deber.

Esto nos indica el sabio principio que rige el cumplimiento del deber, un cumplimiento que según vimos es lo único que nos abre la puerta para el reclamo de los derechos. La sociedad, como ente, tiene el derecho de que todos sus integrantes se muevan según el orden establecido, o sea pura y simplemente cumpliendo todos y cada uno con el deber; pero producidas las violaciones esos miembros de la comunidad que se apartaron del cumplimiento del deber están a su vez asistidos, en cuanto son miembros de la sociedad, por derechos que la sociedad debe satisfacerles, o sea cumpliendo la sociedad y no el individuo con un deber.

El cumplimiento del deber es principio y fin de la vida en sociedad. Es principio para concedernos el uso de derecho y es fin en cuanto garantiza al individuo que la sociedad lo respetará en su condición de ser humano e integrante de ella misma.