El huracán Katrina y sus consecuencias
Publicado 2005/09/17 23:00:00
- José Pineda
Las catástrofes las causa, gran parte de las veces, el mismo hombre.
Bástale a cada día su preocupación, nos dice la Escritura. Por varios días los medios de comunicación nos informaron con más o menos detalles sobre la desgracia ocurrida como efectos inmediatos de un ciclón llamado Katrina, sobre la ciudad de New Orleans de muchos recuerdos para tantos panameños que cursaron estudios universitarios en Tulane y en Loyola University of the South y en otras academias de religiosas.
Una ciudad de herencia francesa con una comunidad católica bastante notable. Muchos miembros jesuitas de esta provincia fueron compañeros míos de estudios teológicos por quienes expreso mi simpatía solidaria en estos momentos de tribulación.
Decía que los medios de comunicación lógicamente le dieron su cobertura en su momento y ya hoy pocos hablamos del tema y gracias a Dios oímos que se están subsanando algunas de las heridas y lentamente se está volviendo a la calma, lo cual no deja de restarle magnitud al desastre natural ocurrido. Con olvidar lo sucedido no queda borrado del mapa histórico. Seguirán sucediendo desastres naturales, seguiremos expresando nuestra admiración unas veces novelera, otras llena de sinceridad, hasta que nos toque de cerca.
He escuchado a muchos con mentalidad fundamentalista y catastrofista ver en la desgracia una repetición de Sodoma y Gomorra, y caemos en un simplismo porque si decimos que esto ocurrió por un castigo de Dios, por los libertinajes y disolución de las costumbres durante los carnavales en el Mardi Gras, entonces quedaría coja la explicación porque lo mismo debería ocurrir también en Brasil, en nuestro Panamá, y en otros sitios donde la gente se desboca en sus pasiones protervas en tiempos de apertura, y hasta ahora no ha sucedido. Puede que ocurran coincidencias.
Las catástrofes las causa, gran parte de las veces, el mismo hombre, los mismos hombres y mujeres que vivimos en este planeta. Con nuestras motivaciones materialistas y crematísticas, que basta que tengas el dinero puedes modificar lo que quieras en la naturaleza, sea sacando arena de los ríos, deforestando inmisericordemente nuestros bosques, sea con experimentos de artefactos nucleares, sea con la emisión descontrolada de gases en los países industrializados estamos hiriendo el equilibrio de la naturaleza y de ahí vienen los Armeros, los Tsunamis, los Prados del Este y las distintas inundaciones que nos han ocurrido concretamente en nuestro suelo, tienen su explicación en manejos ultra rápidos de personas ávidas de dinero sin importarles las consecuencias sociales Si se le busca, todo tiene alguna parte de una explicación humana antes de atribuir a castigo de Dios como solemos.
Dios es Amor y no quiere estas desgracias para los suyos. Nuestras conciencias culpables nos hacen ver en estas desgracias la venganza de un dios ofendido. Dios no es como nosotros que nos especializamos en vengarnos de lo que nos hagan en contra y de lo que no nos hagan.
Se sabe que EEUU no ha querido firmar en Protocolo de Kyoto que obliga a los países del primer mundo a controlar sus violaciones de la ecología y no han querido. El calentamiento del planeta lleva a decir a los meteorólogos que cada vez van a ser más violentos los huracanes en razón directa con la agresión a la naturaleza de parte de los humanos y no entendemos y seguimos en esta carrera hacia la autodestrucción. . Oportuna nos resulta la lectura de la palabra de Dios que estilamos en estos días de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario, cuando leemos la primera carta a Timoteo en el capítulo sexto cuando Pablo aconseja a su discípulo Timoteo diciéndole: Piensan que la piedad es un negocio, la piedad es un buen negocio cuando uno se conforma con lo que tiene, porque nada trajimos al mundo, como nada podremos llevarnos, así que teniendo qué comer y con qué vestirnos, podemos estar contentos. Los que quieren hacerse ricos, caen en tentaciones, trampas y mil afanes insensatos y funestos , que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición, porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por esta ansia muchos se desviaron de la fe y se ocasionaron mil tormentos. (Primera Timoteo 6,6ss).
Una ciudad de herencia francesa con una comunidad católica bastante notable. Muchos miembros jesuitas de esta provincia fueron compañeros míos de estudios teológicos por quienes expreso mi simpatía solidaria en estos momentos de tribulación.
Decía que los medios de comunicación lógicamente le dieron su cobertura en su momento y ya hoy pocos hablamos del tema y gracias a Dios oímos que se están subsanando algunas de las heridas y lentamente se está volviendo a la calma, lo cual no deja de restarle magnitud al desastre natural ocurrido. Con olvidar lo sucedido no queda borrado del mapa histórico. Seguirán sucediendo desastres naturales, seguiremos expresando nuestra admiración unas veces novelera, otras llena de sinceridad, hasta que nos toque de cerca.
He escuchado a muchos con mentalidad fundamentalista y catastrofista ver en la desgracia una repetición de Sodoma y Gomorra, y caemos en un simplismo porque si decimos que esto ocurrió por un castigo de Dios, por los libertinajes y disolución de las costumbres durante los carnavales en el Mardi Gras, entonces quedaría coja la explicación porque lo mismo debería ocurrir también en Brasil, en nuestro Panamá, y en otros sitios donde la gente se desboca en sus pasiones protervas en tiempos de apertura, y hasta ahora no ha sucedido. Puede que ocurran coincidencias.
Las catástrofes las causa, gran parte de las veces, el mismo hombre, los mismos hombres y mujeres que vivimos en este planeta. Con nuestras motivaciones materialistas y crematísticas, que basta que tengas el dinero puedes modificar lo que quieras en la naturaleza, sea sacando arena de los ríos, deforestando inmisericordemente nuestros bosques, sea con experimentos de artefactos nucleares, sea con la emisión descontrolada de gases en los países industrializados estamos hiriendo el equilibrio de la naturaleza y de ahí vienen los Armeros, los Tsunamis, los Prados del Este y las distintas inundaciones que nos han ocurrido concretamente en nuestro suelo, tienen su explicación en manejos ultra rápidos de personas ávidas de dinero sin importarles las consecuencias sociales Si se le busca, todo tiene alguna parte de una explicación humana antes de atribuir a castigo de Dios como solemos.
Dios es Amor y no quiere estas desgracias para los suyos. Nuestras conciencias culpables nos hacen ver en estas desgracias la venganza de un dios ofendido. Dios no es como nosotros que nos especializamos en vengarnos de lo que nos hagan en contra y de lo que no nos hagan.
Se sabe que EEUU no ha querido firmar en Protocolo de Kyoto que obliga a los países del primer mundo a controlar sus violaciones de la ecología y no han querido. El calentamiento del planeta lleva a decir a los meteorólogos que cada vez van a ser más violentos los huracanes en razón directa con la agresión a la naturaleza de parte de los humanos y no entendemos y seguimos en esta carrera hacia la autodestrucción. . Oportuna nos resulta la lectura de la palabra de Dios que estilamos en estos días de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario, cuando leemos la primera carta a Timoteo en el capítulo sexto cuando Pablo aconseja a su discípulo Timoteo diciéndole: Piensan que la piedad es un negocio, la piedad es un buen negocio cuando uno se conforma con lo que tiene, porque nada trajimos al mundo, como nada podremos llevarnos, así que teniendo qué comer y con qué vestirnos, podemos estar contentos. Los que quieren hacerse ricos, caen en tentaciones, trampas y mil afanes insensatos y funestos , que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición, porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por esta ansia muchos se desviaron de la fe y se ocasionaron mil tormentos. (Primera Timoteo 6,6ss).
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