El istmo de Panamá en la Carta de Jamaica
Simón Bolívar escribe, el 6 de septiembre de 1815, una carta respuesta a Henry Cullen, comerciante británico, residente en Jamaica; interesado en los temas de ...
Iván A. Ricord B.| Profesor de la Universidad de Panamá
Simón Bolívar escribe, el 6 de septiembre de 1815, una carta respuesta a Henry Cullen, comerciante británico, residente en Jamaica; interesado en los temas de la independencia americana. La Carta de Jamaica viene a constituirse en el pensamiento básico de El Libertador sobre el tema de la unidad americana. Bolívar considera que el gran factor que puede llevar a que la independencia se concrete es la integración. "Se pueden contar con todos los elementos económicos y militares, pero si no se garantiza la unidad, el proyecto está condenado a fracasar", dice.
"LOS ESTADOS DEL ISTMO DE PANAMÁ HASTA GUATEMALA FORMARÁN QUIZÁ UNA ASOCIACIÓN. ESTA MAGNÍFICA POSICIÓN ENTRE LOS DOS GRANDES MARES PODRÁ SER CON EL TIEMPO EL EMPORIO DEL UNIVERSO; SUS CANALES ACORTARÁN LAS DISTANCIAS DEL MUNDO; ESTRECHARÁN LOS LAZOS COMERCIALES DE EUROPA, AMÉRICA Y ASIA;..".
Mediante el histórico documento, Bolívar da a conocer sus criterios sobre diversos aspectos de la lucha por la independencia americana. Es un texto de valor universal y uno de los escritos fundamentales del Libertador, por su claridad y visión política ante los acontecimientos que se estaban generando en las antiguas colonias españolas. Se constituye en el esqueleto fundamental del ideario emancipador americano.
"LA METRÓPOLI, POR EJEMPLO, SERÍA MÉXICO, QUE ES LA ÚNICA QUE PUEDE SERLO POR SU PODER INTRÍNSECO, SIN EL CUAL NO HAY METRÓPOLI.
En uno de sus párrafos señala: "Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme de que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo, y menos deseo una monarquía universal en América, porque este proyecto, sin ser útil, es también imposible". "La metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la única que puede serlo por su poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli. Supongamos que fuese el istmo de Panamá, punto céntrico para todos los extremos de este vasto continente, ¿no continuarían estos en la languidez y aun en el desorden actual? Para que un solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo, sería necesario que tuviese las facultades de un Dios".
Sobre la privilegiada posición geográfica de Panamá, Bolívar plantea un ideario de unidad. "Los estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizá una asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares podrá ser con el tiempo el emporio del universo; sus canales acortarán las distancias del mundo; estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia;..".
"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo en su origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo".
El Congreso de Panamá se instaló, efectivamente, en 1826. Sin embargo, descorazonado ante su fracaso, El Libertador escribiría al general Páez: "El Congreso de Panamá, institución que debiera ser admirable, no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban en altamar... Su poder será una sombra, y sus decretos, meros consejos".
"Lamentémoslo, dice Rufino Blanco; a Bolívar le sobró genio, le sobró audacia; pero le faltó vida -murió solo y joven- y, sobre todo, le faltó pueblo... Su drama fue uno de los más tristes que la Historia conoce... Fue el gran hombre sin un gran pueblo.