El lenguaje de la violencia y el subdesarrollo
- Arnulfo Arias O.
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Lenguaje, en realidad, es toda forma de expresión que se congrega en un sistema articulado de comunicación. No es habilidad exclusiva del humano y sabemos que en el reino animal, e inclusive en el ecosistema, hay evidencia de comunicaciones que son complejas. Ese lenguaje, que es una herramienta predilecta para la convivencia de cualquier especie, comienza a degradarse seriamente cuando intervienen elementos que buscan todo lo contrario; en vez de diálogo y entendimiento, buscan discusión y resentimiento. En una sociedad tan compleja como la nuestra, en la que las grandes mayorías de la población son aquejadas por alguna u otra forma de carencia multidimensional, ese lenguaje degradado de violencia encuentra ecos en la frustración de muchos. Por eso, debe vigilarse. Las libertades son sagradas, hasta que se contaminan con el sacrilegio de la anarquía.
Un padre de familia frustrado, sin empleo formal, que lucha arduamente por llevar el alimento hasta su hogar, que pasa horas en un sistema de transporte colapsado, que no logra metas básicas de sustento para su familia, puede perfectamente caer en las garras de ese lenguaje que busca dividir, que potencia los resentimientos, que siembra el odio social. Cuando cientos de personas viven diariamente esa realidad, es fácil que se hagan eco de estas voces que en forma sistemática buscan dividir la sociedad. En vez de dar motivos para que el orden se considere represión, debemos comprender las realidades que ellos viven y tratar de buscar soluciones.
Panamá debería haberse convertido ya, desde hace mucho tiempo, en un gran y enorme puerto para el mundo. El Canal fue obra pionera de la comunicación global, pero se está convirtiendo ya en un punto saturado y de obstrucción para el desarrollo nacional. Los puertos no deben depender únicamente de esa vía acuática, sino que deberían contemplarse alternativas de interconexión terrestre entre los océanos. Esas megaobras de interconexión lograrían ser fuente principal de generación de empleos y se mejoraría la condición de vida de miles de ciudadanos que a diario se ven secuestrados por carencias multidimensionales.
Un vivo ejemplo de la subutilización de nuestro potencial geográfico es el hecho de que, a más de dos años del cierre de la mina, no hemos podido lograr una forma creativa para el uso inmediato de la vía que ellos usaban y que interconecta ambos océanos, desde Penonomé hasta Puerto Rincón en Colón, con el valor agregado de esa facilidad portuaria. Sin la generación de empleo masiva no habrá paz social en la sociedad; y el único generador de empleo a corto plazo es el desarrollo de mega obras públicas a lo largo del país. Y reitero un punto de importancia vital. Panamá es mucho más que el Canal. Existen otras vías de comunicación terrestre al alcance, que atravesarían esa cintura estrecha del Istmo en poco tiempo; sin embargo, otros países, que soñarían con tener esas ventajas, están sacando provecho de la movilización de carga terrestre de océano a océano a través de largas rutas de 10 horas para transitar.
El desarrollo integral de Panamá es el camino, incluyendo todo el interior; la iniciativa de hacerlo está en manos de todos, y nos podría unir verdaderamente como una nación, por encima de rencillas transitorias que no producen nada más que división.
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