El más grande du mundo
Luego de leer el mismo, tal como al final de su discurso en la ONU, el Presidente Ricardo Martinelli dijo, “Panamá es un pueblo lleno de sorpresas”, con respeto digo; que me ha sorprendido la cantidad de expresiones halagadoras sobre el mismo, ya que en mi objetiva lectura lo único que pondero favorablemente, fue su planteamiento sobre la labor en la lucha tripartita con los países hermanos Colombia y México, en la lucha para combatir el narcotráfico y al crimen organizado. El destacar que era un empresario que incursionaba en política “para cambiar las cosas” ante la crema y nata de la intelectualidad y líderes mundiales, mostró un grado de desconocimiento histórico, visión y reverencia diplomática.
En ese orden, frente a las propuestas y acciones de Panamá para enfrentar el tema del calentamiento global y la crisis alimentaria que agobia al mundo y a nosotros individualmente, cero primicia. Más bien se percibía un profesor de historia y un promotor turístico que la proyección de un dirigente de Estado. No entiendo en un escenario de tal magnitud, a quién le podría interesar las políticas internas del país, como el incremento salarial a la fuerza policial o los B/ 100 para los 70. Aquí pregunto yo, que trascendencia hay en arrebatar el pan a una persona con hambre para dárselo a otra. Me refiero a las 70,000 familias (indígenas y campesinos) de la Red de Oportunidades que han visto cercenada esta ayuda social, de parte de la actual administración. Si de cambios en menos de 100 días, tal como quiso deslumbrar, ¿Porqué? La canasta básica ha aumentado y se observa la ausencia de programas y políticas agropecuarios de apoyo a los productores, para que verduras, legumbres y frutas como el “oro verde”, plátanos y guineos por ejemplo, tengan un precio accesible a la mayoría de nuestro pueblo.
No trato de criticar por criticar, pero es que el señor Presidente, independientemente de la buena voluntad que muchos le atribuyen, no guarda compatibilidad de lo que dice con lo que hace, y este es un asunto indiscutible frente a la cantidad de cosas que criticó ayer y hoy hace; y más grave aún por la cantidad de millones otorgados en contrataciones directas, a empresas infantes o recién nacidas, según informaciones periodísticas.
Por otro lado nos ofrece de manera muy ligera, equipararnos con países o lugares como Hong Kong o Dubái, “la ciudad más grande del mundo”, sin sopesar aspectos de importancia como posición geográfica, cultura, sistema político y religioso. Independientemente de las bonanzas y proyecciones óptimas financieras allí, las desigualdades económicas y calidad de vida para el sector laboral son visibles y reales. En mi opinión la intervención del Presidente Martinelli en la ONU, no fue mas que la oportunidad de mostrar su retrato hablado, porque “Quien no vive como piensa, termina pensando como vive”.

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