El Papa León XIII
Publicado 2003/12/13 00:00:00
- Néstor Jaén
Este año se conmemora el centenario de la muerte del Papa León XIII (1810-1903). El fue el primer elaborador sistemático de la Doctrina Social de la Iglesia con su famosa encíclica "Rerum Novarum", promulgada en 1891. León XIII ha sido llamado por su actuación en los difíciles tiempos que le tocó gobernar a la Iglesia, "el Papa de la Paz" "el Papa Político" y hasta el "Maestro de Política. Fue, pues, un hombre que orientó sus ojos al cielo pero plantó sus pies muy firmemente sobre la tierra. Incluso en el terreno económico, el reconocido economista norteamericano Michael Novak ha escrito que "León XIII fue un precursor de las teorías económicas contemporáneas".
Es interesante considerar que Dios, en sus inescrutables designios, quiso que León XIII fuera el primer papa que después de quince siglos de poder temporal de la Iglesia, fuera despojado de él. Y así, desde 1870, se pusieron las premisas para una presencia distinta de las autoridades eclesiásticas en el mundo. Las palabras papales, con todos los errores humanos que siempre se dan, gozarían de ahora en delante de una autoridad y una fuerza primordialmente espiritual. Una purificación que era necesaria en una Iglesia en la que, junto a la santidad, existía también mucha corrupción.
No es el momento de comentar los distintos aspectos de la doctrina social de León XIII. Sólo señalamos que en ciertos capítulos hay que entender que se trata del contexto histórico del final del siglo XIX, muy distinto del actual e incluso de las décadas posteriores a su pontificado. Por ello, esta doctrina social fue puesta al día por Pío XI, Pío XII, Juan XXIII; Pablo VI y Juan Pablo II. Pero sus valores fundamentales de justicia social, solidaridad con los obreros y las clases más pobres, democracia, verdad y libertad, continúan siendo una gran luz para caminar hacia el futuro.
Estamos seguros que de vivir hoy, León XIII, al igual que lo hace Juan Pablo II, estaría en contra de la globalización neoliberal, pues tal como se está llevando a cabo es tremendamente injusta.
No es más que un capitalismo salvaje, beneficioso para los países ricos y dañino para los países pobres, beneficioso para las clases más poderosas y adineradas y dañino para las grandes masas que carecen de los bienes necesarios para vivir decentemente.
Y, ¿qué diría León XIII si fuera obispo en Panamá? No tendría más remedio que criticar la injusta repartición de las riquezas en nuestro país y promover un cambio a la vez personal (contra la corrupción, el juega vivo, el vicio y la explotación) y contra las estructuras socioeconómicas que a menudo, en una u otra forma, apadrinan estos males.
Recientemente escuché dos opiniones opuestas sobre una posible nueva constitución en Panamá. Un gran capitalista decía que constituía un peligro en el sentido de tal vez "izquierdizar radicalmente" nuestro sistema nacional. Y un obrero decía que una nueva constitución echaría por tierra sus derechos conquistados e implantaría un neoliberalismo más salvaje que el actual.
Personalmente no creo que suceda ninguna de las dos cosas. Pienso que si una nueva constitución, tal como propone el Comité Ecuménico, es elaborada con una participación equitativa (de veras equitativa) entre las fuerzas vivas del país, incluidos naturalmente el gobierno y los partidos políticos, se podría llegar probablemente a realizar una sociedad mucho más justa que la actual aunque no fuera perfecta. Recordemos a León XIII practicando la justicia social en Panamá.
Es interesante considerar que Dios, en sus inescrutables designios, quiso que León XIII fuera el primer papa que después de quince siglos de poder temporal de la Iglesia, fuera despojado de él. Y así, desde 1870, se pusieron las premisas para una presencia distinta de las autoridades eclesiásticas en el mundo. Las palabras papales, con todos los errores humanos que siempre se dan, gozarían de ahora en delante de una autoridad y una fuerza primordialmente espiritual. Una purificación que era necesaria en una Iglesia en la que, junto a la santidad, existía también mucha corrupción.
No es el momento de comentar los distintos aspectos de la doctrina social de León XIII. Sólo señalamos que en ciertos capítulos hay que entender que se trata del contexto histórico del final del siglo XIX, muy distinto del actual e incluso de las décadas posteriores a su pontificado. Por ello, esta doctrina social fue puesta al día por Pío XI, Pío XII, Juan XXIII; Pablo VI y Juan Pablo II. Pero sus valores fundamentales de justicia social, solidaridad con los obreros y las clases más pobres, democracia, verdad y libertad, continúan siendo una gran luz para caminar hacia el futuro.
Estamos seguros que de vivir hoy, León XIII, al igual que lo hace Juan Pablo II, estaría en contra de la globalización neoliberal, pues tal como se está llevando a cabo es tremendamente injusta.
No es más que un capitalismo salvaje, beneficioso para los países ricos y dañino para los países pobres, beneficioso para las clases más poderosas y adineradas y dañino para las grandes masas que carecen de los bienes necesarios para vivir decentemente.
Y, ¿qué diría León XIII si fuera obispo en Panamá? No tendría más remedio que criticar la injusta repartición de las riquezas en nuestro país y promover un cambio a la vez personal (contra la corrupción, el juega vivo, el vicio y la explotación) y contra las estructuras socioeconómicas que a menudo, en una u otra forma, apadrinan estos males.
Recientemente escuché dos opiniones opuestas sobre una posible nueva constitución en Panamá. Un gran capitalista decía que constituía un peligro en el sentido de tal vez "izquierdizar radicalmente" nuestro sistema nacional. Y un obrero decía que una nueva constitución echaría por tierra sus derechos conquistados e implantaría un neoliberalismo más salvaje que el actual.
Personalmente no creo que suceda ninguna de las dos cosas. Pienso que si una nueva constitución, tal como propone el Comité Ecuménico, es elaborada con una participación equitativa (de veras equitativa) entre las fuerzas vivas del país, incluidos naturalmente el gobierno y los partidos políticos, se podría llegar probablemente a realizar una sociedad mucho más justa que la actual aunque no fuera perfecta. Recordemos a León XIII practicando la justicia social en Panamá.
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