El pueblo campesino y el Canal
Publicado 2000/09/03 23:00:00
Desde hace un año se viene hablando de la necesidad de una modernización del Canal de Panamá. Primero se aprueba la construcción de un nuevo juego de esclusas en vísperas del final del gobierno del Sr. Pérez Balladares en la cámara legislativa con fecha 31 de agosto de l999. Esta Ley 44 es una ley precipitada, sin consulta mínima a la opinión pública, ni a la sociedad civil. Es como un negocio redondo al margen de miles de campesinos y de toda la nación que será afectada. Continuamente han aparecido artículos en pro y en contra de esta decisión de ensanche y de construcción de tres lagos adicionales.
Nunca aparece el pueblo campesino que vive en esas tres provincias afectadas: Coclé, Panamá y Colón. No existen. Son invisibles. Como no tienen títulos de propiedad, y les falta ese "papelito" de Reforma Agraria ,dan por descontado que no tienen derechos. Pero su derecho a la tierra, a la vida, que les asiste por haber nacido allí, ese derecho anterior a todos los derechos de los Estados modernos, secuestrados por las elites del poder, nadie se lo puede arrebatar. Allí nacieron. Allí están enterrados sus antepasados. Su sangre indígena les confirma en el derecho a quedarse allí, por encima de cualquier negocio.
He compartido con ellos, como misionero claretiano, durante 17 años. Conozco los cauces de los ríos por haberlos navegado, soy testigo de muchos de los manantiales que alimentan el Lago Gatún. Estos campesinos son los que han defendido la cuenca del Canal. No existe el potrero extensivo como en otras provincias, si exceptuamos los cauces del Río Cirigrande y el Río Trinidad.
Estos campesinos viven en extrema pobreza, cerca del paso de la riqueza mundial. Cuando viajan a Colón ya se han acostumbrado a ver ese movimiento comercial, que es como un sueño para sus vidas. El Canal no les ha beneficiado en nada. Esos 200 millones que quieren invertir sólo para realizar el estudio de factibilidad, del ensanche, jamás en la historia del Canal ha sido invertido en favor de los "vecinos" pobres que son los campesinos de la Costa Abajo.
Ahora, de repente, se enteran que sus vidas están amenazadas. De la noche a la mañana aparecen por sus cafetales, maizales y arrozales unos "técnicos" del Canal, midiendo, dejando señales, destruyendo frutales y matas de café. A eso se llama: una falta de respeto que no tiene nombre. Han habido casos de 300 balboas de pérdidas y hasta de 600 a una sola familia campesina. Sus reclamos están en la Gobernación de Colón, pero, ¿quién puede con el Todopodero Canal "pro mundi beneficio" y no "pro Panamá beneficio"?.
Son 30,000 campesinos los afectados, cuyas tierras, viviendas, casas comunales, escuelas, iglesias, serían destruidas. Pero si se toma en cuenta la nueva cuenca del Canal que sería necesaria para mantener el cauce de los ríos, se manejan cifras mucho más abultadas. ¿Dónde van a ir? ¿A Darién, cuyas selvas han sido declaradas ya patrimonio de la humanidad?. ¿A Bocas del Toro?
Sólo les queda irse a la ciudad a engrosar los bolsones de miseria, caldo de cultivo de la violencia y el desamparo. ¿Qué estudio "técnico" ha previsto esta emigración masiva de pobres huyendo de una "inundación anunciada?. Y ¿dónde están los estudios del impacto ecológico, de la destrucción de bosques, y fauna?.
El único dato que oímos, hasta el cansancio, es que los dichosos "super barcos" ya no caben por las esclusas. Que hay que almacenar más de ese preciado líquido que es el agua, tan importante o más que el petróleo en el siglo que empieza, para que puedan cruzar el Canal. ¿No habrá otros intereses de por medio?
El pueblo panameño tiene que estar muy al tanto de la suerte de los campesinos. Hay que apoyarles en sus organizaciones "contra la inundación". Hay que dar seguimiento a las conversaciones que están siguiendo con miembros de las Naciones Unidas como las llevadas a cabo en las poblaciones de Nuevo Porvenir, Uracillo y Coclecito. Y si llega algún día en que este asunto se someta a plebiscito nacional, que sean varias las opciones que se presenten para la modernización del Canal y no sólo una. Escuchar a los ingenieros que entienden del asunto y que están presentando otras opciones mucho menos traumáticas para el pueblo y la naturaleza. Que, por encima de todo, el Canal sea un instrumento más para la vida digna, primero de los panameños, y luego para las navieras del mundo entero.
Nunca aparece el pueblo campesino que vive en esas tres provincias afectadas: Coclé, Panamá y Colón. No existen. Son invisibles. Como no tienen títulos de propiedad, y les falta ese "papelito" de Reforma Agraria ,dan por descontado que no tienen derechos. Pero su derecho a la tierra, a la vida, que les asiste por haber nacido allí, ese derecho anterior a todos los derechos de los Estados modernos, secuestrados por las elites del poder, nadie se lo puede arrebatar. Allí nacieron. Allí están enterrados sus antepasados. Su sangre indígena les confirma en el derecho a quedarse allí, por encima de cualquier negocio.
He compartido con ellos, como misionero claretiano, durante 17 años. Conozco los cauces de los ríos por haberlos navegado, soy testigo de muchos de los manantiales que alimentan el Lago Gatún. Estos campesinos son los que han defendido la cuenca del Canal. No existe el potrero extensivo como en otras provincias, si exceptuamos los cauces del Río Cirigrande y el Río Trinidad.
Estos campesinos viven en extrema pobreza, cerca del paso de la riqueza mundial. Cuando viajan a Colón ya se han acostumbrado a ver ese movimiento comercial, que es como un sueño para sus vidas. El Canal no les ha beneficiado en nada. Esos 200 millones que quieren invertir sólo para realizar el estudio de factibilidad, del ensanche, jamás en la historia del Canal ha sido invertido en favor de los "vecinos" pobres que son los campesinos de la Costa Abajo.
Ahora, de repente, se enteran que sus vidas están amenazadas. De la noche a la mañana aparecen por sus cafetales, maizales y arrozales unos "técnicos" del Canal, midiendo, dejando señales, destruyendo frutales y matas de café. A eso se llama: una falta de respeto que no tiene nombre. Han habido casos de 300 balboas de pérdidas y hasta de 600 a una sola familia campesina. Sus reclamos están en la Gobernación de Colón, pero, ¿quién puede con el Todopodero Canal "pro mundi beneficio" y no "pro Panamá beneficio"?.
Son 30,000 campesinos los afectados, cuyas tierras, viviendas, casas comunales, escuelas, iglesias, serían destruidas. Pero si se toma en cuenta la nueva cuenca del Canal que sería necesaria para mantener el cauce de los ríos, se manejan cifras mucho más abultadas. ¿Dónde van a ir? ¿A Darién, cuyas selvas han sido declaradas ya patrimonio de la humanidad?. ¿A Bocas del Toro?
Sólo les queda irse a la ciudad a engrosar los bolsones de miseria, caldo de cultivo de la violencia y el desamparo. ¿Qué estudio "técnico" ha previsto esta emigración masiva de pobres huyendo de una "inundación anunciada?. Y ¿dónde están los estudios del impacto ecológico, de la destrucción de bosques, y fauna?.
El único dato que oímos, hasta el cansancio, es que los dichosos "super barcos" ya no caben por las esclusas. Que hay que almacenar más de ese preciado líquido que es el agua, tan importante o más que el petróleo en el siglo que empieza, para que puedan cruzar el Canal. ¿No habrá otros intereses de por medio?
El pueblo panameño tiene que estar muy al tanto de la suerte de los campesinos. Hay que apoyarles en sus organizaciones "contra la inundación". Hay que dar seguimiento a las conversaciones que están siguiendo con miembros de las Naciones Unidas como las llevadas a cabo en las poblaciones de Nuevo Porvenir, Uracillo y Coclecito. Y si llega algún día en que este asunto se someta a plebiscito nacional, que sean varias las opciones que se presenten para la modernización del Canal y no sólo una. Escuchar a los ingenieros que entienden del asunto y que están presentando otras opciones mucho menos traumáticas para el pueblo y la naturaleza. Que, por encima de todo, el Canal sea un instrumento más para la vida digna, primero de los panameños, y luego para las navieras del mundo entero.
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