El Puente de UTEACO
Publicado 2002/06/18 23:00:00
- Ginela Escala M./
Ya van quince años de labor incansable y los protagonistas son un puñado de trabajadores incansables de la cultura, que desde Colón hacen teatro. Se trata de UTEACO, o sea la Unidad de Teatro Colonense, fundados por Anselmo Coopera y Dagoberto Chung, que han proyectado su trabajo no sólo a la ciudad atlántica, sino a muchas comunidades de su provincia e incluso del país y el exterior. Ellos mismos reconocen que proyectan seguir formando promotores que usen el teatro como un recurso educativo y como una alternativa cultural frente a la violencia que se posesiona de las calles y comunidades colonenses, y que tienen el rostro del desempleo, la pobreza, la delincuencia, la corrupción y el maltrato a mujeres, niños y niñas. "El teatro no puede hacerlo todo, pero con el teatro podemos hacer algo necesario: Abrir el diálogo, resaltar las cosas buenas que cada uno tiene, soñar con un mundo diferente y construirlo desde el aquí y el ahora que vivimos". Este trabajo cultural tiene su marco de referencia en las comunidades cristiana de base de la Iglesia Católica de Colón que este año ajustan 30 años de compromiso con la gente y la justicia.
Conozco la labor del grupo UTEACO, que por muchos años -y tantos sacrificios- han hecho teatro en Colón logrando fundar su propio local, El Teatro de la Ciudad. Es en ese sitio y conmemorando los quince años de creación del grupo donde se presenta hasta el 23 de junio la obra teatral El Puente (Premio Miró 2000) de mi autoría y dirigida por Anselmo Cooper.
El puente de la obra es el Puente de las Américas. Quizás la inspiración vino de tanto pasar por encima y por debajo de esa enorme estructura, y relacionarla con los suicidios que ahí han ocurrido. Ese puente es un cruce de caminos de aire, mar y tierra. Si el Canal unió los mares y separó la tierra contrario sensu a la obra de la naturaleza para beneficio del mundo, el puente reunió esa tierra para beneficio del país. El puente une las dos mitades de Panamá y de América, así como el canal une los dos más grandes océanos del orbe. El puente es un gran balcón debajo del cual pasan los cincuenta barcos diarios que cruzan el Canal en ambas direcciones. ¿Qué mejor escenario para la vida y la muerte?
El tema también viene marcado por la vivencia de existir en una sociedad enrevesada y atravesada por puñaladas de carencias y antivalores, pero también por relámpagos de esperanza. Una mujer, Rosalba, quiere quitarse la vida lanzándose desde esa torre Eifel acostada sobre el Canal, a través del ritual de estrellarse en la cubierta de un navío de lujo. Un desconocido, Joaquín, ama la vida y por ello quiere salvarla sin que ella lo perciba. La obra relaciona el micromundo, la persona y la familia, con el macro mundo de la sociedad actual.
Algunos / as identifican a Rosalba con Panamá en su crítica hora actual. Rosalba es victimizada por el poder depredador y excluyente, que se ceba sobre los/las más vulnerables. Es "La ley del embudo, lo ancho pa" ellos y lo angosto pa" uno" que reza un vallenato colombiano, pues Panamá La Verde, como la bautizó el novelista español Vicente Blasco Ibáñez, la tropical, corazón del universo, tiene una de las peores distribuciones del ingreso en el mundo.
El puente es también es un espacio migratorio, recuerda "del otro lado del puente" que marca la frontera urbana y rural, el interior-capital transitista. La ciudad tiene tres puentes de frontera interna: el ya mencionado hacia la región pacífico sur, el del Chagres hacia el Atlántico y el de Bayano hacia el Este darienita. Rosalba y Joaquín expresan esa contradicción, campo ciudad a través de uno de esos puentes.
Joaquín busca precisamente cómo sobrevivir en una realidad tan hostil y le muestra a Rosalba su pobreza y desgracias, pero también su voluntad de sobrevivir, resucitar, construir, hacer caminos andando. Su acción es proteica y no prosaica, y lo demuestra ejerciendo la solidaridad al intentar evitar la muerte de una desconocida usando a la muerte para alcanzar la vida. ¿Cuántos harían algo así?
Colón sufre el impacto de las crisis desde hace décadas, y también tiene un potencial cultural que desarrollar. Invitamos a los colonenses a acudir al Teatro de la Ciudad y al resto del país cruzar el puente Chagres y redescubrir a su gente, su creatividad y entrega. Vayamos a ver El Puente, como también la rica cultura y los esfuerzos constructivos de la provincia caribeña.
([email protected])
Conozco la labor del grupo UTEACO, que por muchos años -y tantos sacrificios- han hecho teatro en Colón logrando fundar su propio local, El Teatro de la Ciudad. Es en ese sitio y conmemorando los quince años de creación del grupo donde se presenta hasta el 23 de junio la obra teatral El Puente (Premio Miró 2000) de mi autoría y dirigida por Anselmo Cooper.
El puente de la obra es el Puente de las Américas. Quizás la inspiración vino de tanto pasar por encima y por debajo de esa enorme estructura, y relacionarla con los suicidios que ahí han ocurrido. Ese puente es un cruce de caminos de aire, mar y tierra. Si el Canal unió los mares y separó la tierra contrario sensu a la obra de la naturaleza para beneficio del mundo, el puente reunió esa tierra para beneficio del país. El puente une las dos mitades de Panamá y de América, así como el canal une los dos más grandes océanos del orbe. El puente es un gran balcón debajo del cual pasan los cincuenta barcos diarios que cruzan el Canal en ambas direcciones. ¿Qué mejor escenario para la vida y la muerte?
El tema también viene marcado por la vivencia de existir en una sociedad enrevesada y atravesada por puñaladas de carencias y antivalores, pero también por relámpagos de esperanza. Una mujer, Rosalba, quiere quitarse la vida lanzándose desde esa torre Eifel acostada sobre el Canal, a través del ritual de estrellarse en la cubierta de un navío de lujo. Un desconocido, Joaquín, ama la vida y por ello quiere salvarla sin que ella lo perciba. La obra relaciona el micromundo, la persona y la familia, con el macro mundo de la sociedad actual.
Algunos / as identifican a Rosalba con Panamá en su crítica hora actual. Rosalba es victimizada por el poder depredador y excluyente, que se ceba sobre los/las más vulnerables. Es "La ley del embudo, lo ancho pa" ellos y lo angosto pa" uno" que reza un vallenato colombiano, pues Panamá La Verde, como la bautizó el novelista español Vicente Blasco Ibáñez, la tropical, corazón del universo, tiene una de las peores distribuciones del ingreso en el mundo.
El puente es también es un espacio migratorio, recuerda "del otro lado del puente" que marca la frontera urbana y rural, el interior-capital transitista. La ciudad tiene tres puentes de frontera interna: el ya mencionado hacia la región pacífico sur, el del Chagres hacia el Atlántico y el de Bayano hacia el Este darienita. Rosalba y Joaquín expresan esa contradicción, campo ciudad a través de uno de esos puentes.
Joaquín busca precisamente cómo sobrevivir en una realidad tan hostil y le muestra a Rosalba su pobreza y desgracias, pero también su voluntad de sobrevivir, resucitar, construir, hacer caminos andando. Su acción es proteica y no prosaica, y lo demuestra ejerciendo la solidaridad al intentar evitar la muerte de una desconocida usando a la muerte para alcanzar la vida. ¿Cuántos harían algo así?
Colón sufre el impacto de las crisis desde hace décadas, y también tiene un potencial cultural que desarrollar. Invitamos a los colonenses a acudir al Teatro de la Ciudad y al resto del país cruzar el puente Chagres y redescubrir a su gente, su creatividad y entrega. Vayamos a ver El Puente, como también la rica cultura y los esfuerzos constructivos de la provincia caribeña.
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