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El silogismo del remolque

Víctor A. Santos J. - Publicado:
La batalla interna que vive el Partido Arnulfista ha captado, como era de esperar, un considerable interés de los sectores políticos partidistas y, también, de una buena parte de la sociedad panameña.

Como es previsible que a medida que se acerca la fecha del 29 de marzo, cuando ya se vislumbra el resultado de la contienda, en un sentido o en el otro, igualmente se desaten especulaciones de todas las clases, prefiero adelantarme con algunas reflexiones antes de que aparezca, como aparecerá, lo que me permitiré denominar el "silogismo del remolque".

En la vida del doctor Arnulfo Arias, salvo en aquellas ocasiones en que estuvo inhabilitado para serlo, él era el candidato y él era la oposición.

A lo interno de su partido nadie osaba disputarle su indiscutible liderazgo.

Y los otros partidos de la oposición, inmediatamente, terminaban enfrentados con el hecho consumado de su candidatura, y sin otra alternativa que la de sumarse , o sumarse.

Arnulfo Arias era un caudillo que imponía su liderazgo a sus aliados, sin hacerles mayores concesiones y sin importarle mucho que refunfuñaran.

Esos tiempos quedaron atrás, desde mi punto de vista, para bien.

Afortunadamente, la era de los caudillos políticos es un capítulo cerrado en nuestras latitudes y parece casi que imposible que vuelva a entronizarse.

Con el caudillo panameñista funcionaba lo que yo llamo el "silogismo del remolque", cuyas premisas y conclusión eran las siguientes:1.

El doctor Arias era el único e indiscutible candidato de su partido.

2.

Su partido, con él a la cabeza (eso es muy, pero que muy importante no olvidarlo) era el mayor de la oposición.

3.

Por lo tanto, él era el candidato de la oposición.

Si comparamos la realidad de entonces con la de hoy, es más que evidente que las cosas han cambiado diametralmente.

Sin embargo, tal pareciera que muchos de sus seguidores no se han percatado de ese cambio y siguen creyendo que pueden emular al caudillo y rescatar y hacer funcionar el silogismo del remolque.

Tanto los abanderados como sus seguidores creen que la ganadora o el ganador del 29 de marzo se convierte automáticamente en candidato presidencial de una terna única de oposición y que, también, por obra y gracia de su victoria, obtiene el respaldo de los miembros de todos los partidos que adversan al gobierno.

No estoy de acuerdo con esa expectativa, que reconozco es compartida por algunos dirigentes y miembros de otros partidos de la oposición.

En primer lugar, ninguno de los dos contendores en la lucha interna del arnulfismo tiene el nivel de liderazgo del caudillo fallecido; eso lo comprueba la división del partido en dos bandos (posibilidad inimaginable cuando éste vivía).

En segundo lugar, ninguno de los dos contendores puede ignorar que el resultado de la contienda, sobre todo si es muy estrecho, disminuirá muy sensiblemente su capacidad de convocatoria hacia fuera, es decir, para reclamar el repaldo de los otros partidos de oposición.

Quien gane, antes que nada, tendría que demostrar, de manera convincente, que es el candidato de todo el partido arnulfista.

Para ello se requiere: Una muy alta participación de los dos adherentes en las primarias y 2) Que logre, con rapidez y contundencia, proyectarse como tal; de lo contrario muy pocas posibilidades tendrá de obtener apoyo fuera de sus toldas.

Pero, aunque lograra superar esos dos obstáculos, mi opinión es que el silogismo del remolque murió con el que podía imponerlo con su estatura política.

De manera que ni siquiera una victoria interna, respaldada por una participación en las primarias, le asegurará a quien triunfe en ella que contará con el respaldo de todos los partidos que conforman la oposición.

Desde mi óptica, dos cosas no deben hacer que triunfe en las primarias anulfistas: La primera, es no tratar de forzar el lanzamiento prematuro de ternas presidenciales y, la segunda, no olvidar que el objetivo prioritario de la oposición debe ser derrotar el proyecto reeleccionista, antes que definir candidatura.

Forzar la definición de candidaturas, cuando todavía faltan (14) meses para las elecciones, ocasionará un desgaste prematuro e innecesario y será fuente de fricciones inconvenientes.

Y, por otro lado, desatar una lucha por candidaturas, pondría en peligro la consolidación del Frente Nacional Contra la Reelección, pues ahuyentaría la participación de aquellos sectores no vinculados a las lides partidistas.

No se olvide que la mitad de los electores no está inscrita en los partidos políticos.

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