El valor del amor en las personas
Hoy quiero hablarle de algo esencial en la vida de toda persona: el amor. El amor es una fuerza infinita que el Señor nos da internamente para poder realizarnos plenamente como seres humanos. Cuando hay problemas, si existe amor, él nos hace seguir adelante; cuando hay guerra o miseria, solamente el calor del amor es capaz de unirnos para seguir luchando por un mundo mejor.
Un corazón que ama, procura siempre pulir sus gestos, sus actos, sus expresiones, de tal manera que abandonando la rudeza y todo aquello que hace daño, logra con el tiempo, expresar siempre respeto, delicadeza, ternura y mucho deseo de hacer bien al otro.
La persona que ama sabe que en el amor hay momentos dulces, como también días tristes: sabe que en el amor habrá sacrificios y renuncia, dolor, al mismo tiempo que gozo y alegría. Así como se calienta el metal hasta fundirse, para luego soportar los golpes del martillo sin quebrarse, los momentos de alegría y de gozo tornarán incandescente el corazón del hombre que ama, para someterse después al arduo moldeamiento interior producido por los golpes de la vida, hasta hacerlo hermoso y pleno.
En el juicio final la palabra clave será “amor”. Amamos o no amamos. Jesús dijo que la ley y los profetas se resumen en: “Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todas las fuerzas, el amar al prójimo como a ti mismo”.
¡Tenga mucho cuidado! En estos tiempos el automatismo y la rutina pueden matar el amor. Este mundo nuestro, pletórico de avances científicos y tecnológicos que se van sucediendo con tanta prisa y donde la mente avanza más rápidamente que el corazón, estamos expuestos al peligro de dejar en segundo plano y hasta olvidar por completo lo más importante en la vida: la convivencia, el diálogo, las relaciones interpersonales, el amor, la estimación, el respeto, el darse tiempo para comunicarse.
Pero el amor no se debe entender solamente en la forma tradicionalmente conocida de noviazgo, matrimonio, paternidad, maternidad, no. Amor se entiende en toda relación que usted tenga con seres humanos. Sea con viejos, con jóvenes, con niños, con hombres, con mujeres, con personas de su credo, religión, o de otro credo y otra religión; en toda relación donde usted pueda y deba darse y aportar algo en beneficio del prójimo; en toda relación donde el ser humano pueda aportar los mejor de sí mismo para que el otro sea mejor. ¡Ame y será feliz! ¿Qué no ama? Pídale al Señor ayuda porque con él puede vencer cualquier egoísmo; ¡con él, usted es invencible!
Monseñor.
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