"Entran limpios y salen millonarios"
- Carlos Ayala Montero
El título de este artículo es una frase de la campaña publicitaria del candidato presidencial Ricardo Martinelli. Por su parte, Balbina Herrera, quien también aspira a la Presidencia de la República, ha enarbolado la consigna "Un gobierno para la gente".
Considero que ambas frases encierran el pensamiento y la propuesta de gestión gubernamental de cada uno, definiendo una contraposición ideológica. La consigna de Martinelli llama la atención acerca de la corrupción de los servidores públicos; encierra la idea que ningún pobre puede dirigir honestamente el gobierno; que sólo los económicamente pudientes son honestos en el manejo de la cosa pública y, por lo tanto, no debemos escoger a alguien que no sea un millonario para gobernar el país. Todos los demás están descartados. Intenta convencernos que nadie puede aspirar a mejorar sustancialmente su posición socio-económica siendo servidor público (debe ser siempre "un limpio") y que los servidores públicos per se, son corruptos. Esa consigna expresa el pensamiento de que los pobres no son honestos, no importa a cuál partido político pertenezcan, o peor aún, sólo son honestos los pobres que se inscriben en su partido, Cambio Democrático, o en los de su alianza, lo cual evidentemente es una falsedad y un absurdo inaceptable.
La experiencia reciente, para no hablar de la historia entre 1904 y 1968, demuestra que la idea que sólo los ricos pueden gobernar honestamente es falsa. Los mismos partidos políticos que integran la alianza que apoya al candidato Martinelli gobernaron entre 1999-2004 y el resultado para toda la nación fue desastroso. Casos de corrupción tan sonados como el diezmo cobrado a los servidores públicos nombrados en el gobierno; el hundimiento misterioso del helicóptero HP-1430; el sonado caso de los "durodólares"; el manejo nada transparente de los fondos del museo del niño y la niña; la compra injustificada de automóviles para una cumbre iberoamericana, y muchos otros casos de ese gobierno de prominentes "hombres de negocios", demuestran que la corrupción ni la honestidad son propios de una clase social.
Las fortunas habidas con base en la truculencia comercial, la explotación laboral, las prácticas monopolísticas y el avasallamiento de productores y consumidores no pueden ser esgrimida nunca como fortunas "bien habidas". No se puede aceptar como bueno y justo que las personas se enriquezcan a costa de los fondos públicos ni tampoco que lo hagan a costa del sacrificio de campesinos, de pequeños productores, de trabajadores con derechos laborales mínimos, y del saqueo de la economía personal y familiar, al encarecer los productos de primera necesidad al consumidor por el prurito de ganancias.
La consigna de la candidata Herrera muestra interés por gobernar para promover una mejor distribución de la riqueza, habida cuenta que padecemos de grandes desproporciones en este aspecto. Ese interés se contrapone al interés de convencernos que sólo los ricos pueden gobernar honestamente el país.
Valdría la pena preguntarse cómo piensan recuperar los millones gastados en campaña electoral los millonarios que invierten una fortuna en la misma una vez estén dirigiendo el país? ¿Pretenderán entrar millonarios al gobierno y salir limpios?

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