Fábula y rima...
- Adelita Coriat
Estaba una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una pluma, bañada en negrísima tinta, la manchó llenándola de palabras. ¿No podrías haberme ahorrado esta humillación? Dijo enojada la hoja de papel a la tinta. Tu negro infernal me ha arruinado para siempre? No te he ensuciado. Repuso la tinta. Te he vestido de palabras. Desde ahora ya no eres una hoja de papel, sino un mensaje. Custodias el pensamiento del hombre. Te has convertido en algo precioso? En efecto, ordenando el despacho, alguien vio aquellas hojas esparcidas y las juntó para arrojarlas al fuego. Pero reparó en la hoja "sucia" de tinta y la devolvió a su lugar porque llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra. Luego, arrojó las demás al fuego.
Para que un mensaje curse el efecto deseado debe venir respaldado, de lo contrario el mencionado se sentirá afectado. Si el perjudicado acude a los tribunales, feliz se sentirá cuando le den la razón, de lo contrario aprenderá su lección. Si el comunicado es inventado tarde o temprano será descubierto y sentenciado.
En ocasiones la verdad cala mas allá de la justicia, pero en otras, la justicia se acerca tanto a la verdad que hasta ella misma se espanta y se retira. Cuando el tribunal abandona la sinceridad, otro ser la rescatará evidenciando su debilidad. Si la fragilidad prima sobre la veracidad, entonces la sociedad con firmeza exigirá su derecho a la verdad y la información.
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