Hablando de democracia en Cuba: 3. La Patria de Martí y la democracia
Publicado 2003/03/02 00:00:00
- San José
En conferencia que dicté en Cuba sobre "La Democracia: formación cívica y participación ciudadana" concentré en la democracia pluralista que proponen las doce Declaraciones de las Cumbres Iberoamericanas. Resultado de las doce Cumbres: Al término de doce Cumbres, los jefes de Estado y de Gobierno de los países hispanohablantes y lusohablantes de Europa y América Latina han dado inicio a la Comunidad Iberoamericana en el escenario internacional. Posiblemente su más importante servicio haya sido el hacer explícito lo que los iberoamericanos entendemos por democracia, sus requerimientos fundamentales, su necesidad de formación y de participación tanto cívicas como políticas, y sus principales desafíos actuales. Además, las Cumbres han logrado el establecimiento de una práctica de diálogo y cooperación en la identificación, la consolidación y el perfeccionamiento de la democracia pluralista en la que se dice creer y la que se dice querer consolidar y perfeccionar.
Los jefes de Estado y de Gobierno se han sentido insatisfechos con los logros. Y deben estar conscientes de las diversas crisis que se han venido dando en nuestras democracias, como también de la falta de credibilidad relativa de sus propias Declaraciones, habida cuenta de las realidades que continúan viviendo nuestros pueblos. Por eso en la Cumbre XII de Bavaro (República Dominicana) en el 2002 decidieron encomendarle al Presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, una vez termine su mandato el 1 de enero de este año, que encabece un equipo de trabajo el cual ha de presentar a la Cumbre de 2003 en Bolivia las medidas de un proceso hacia una mayor cohesión interna de la Comunidad Iberoamericana y hacia su mayor presencia como conjunto en el ámbito internacional. Implícitamente ello conlleva el reconocimiento de una carencia de efectividad colectiva de las democracias iberoamericanas y un deseo de superarla.
Esta concepción de la democracia pluralista que las Cumbres Iberoamericanas manifiestan responde en última instancia, como lo expresa la Declaración XII a: "nuestra convicción de que la identidad iberoamericana está fundada en una concepción humanista, integral y liberadora del hombre y de la sociedad como artífices de su destino, que no puede disociarse de su carácter multiracial, pluriétnico, multicultural y multilingüístico. Es por ello que asumimos el compromiso de preservar y difundir la identidad y la cultura de nuestros pueblos como uno de los ejes básicos de nuestra cooperación y de nuestras democracias. Reconocemos, por ello, la inmensa contribución de los pueblos indígenas y de origen africano al desarrollo y la diversidad que caracteriza a nuestras sociedades, por lo que reiteramos nuestro compromiso con el pleno disfrute de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, así como la obligación de los Estados de respetar el ejercicio de sus derechos colectivos libres de cualquier forma de discriminación."
El pluralismo se encuentra así a la raíz de nuestra identidad iberoamericana y por ende, de nuestras democracias. Tal es el mensaje esencial de todos los jefes de Estado y de Gobierno de todos los países de Iberoamérica desde la primera Cumbre en 1991.
Este mensaje esencial, de que el pluralismo se encuentra a la raíz de nuestra identidad y que la democracia que nos corresponde es la pluralista, se compagina cabalmente con el pensamiento y la acción de Martí. Precisamente porque reconocía este pluralismo insoslayable, Martí insiste que la independencia de la Patria es fruto del acuerdo de todos sus variados y hasta contrapuestos componentes, como lo expresó en el Discurso de Hardman Hall del 17 de febrero de1892:
" "Yo siento en mi corazón", decía en junta solemne un comerciante que de los frutos de su comercio le pone escuelas a la patria, y en las batallas de la vida conserva el fuego de la adolescencia heroica, "yo siento que en este programa que firmamos está la independencia de mi país". Y el pobre y el rico, y el cubano de padres africanos y el cubano de padres europeos, y el militar y diputado de la guerra y el periodista incansable de la emigración, y el que no cree bien las sociedades como están y cree que de otro modo estarían mejor, como a honra pedían poner la firma al programa de unión de los cubanos, de los cubanos de afuera y de adentro, de los cubanos de ayer y de mañana, de los cubanos que yerran o maltratan de buena fe y los que sufren injustamente de sus errores: y proclamo que no asistí jamás, en una vida ya larga de labores difíciles, a reunión de hombres reales y de propio pensar, de hombres probados y de voluntad poco llevadiza, que moviera mi alma a la reverencia y ternura a que la movió aquella junta de cubanos. "
Y puesto que la Patria se independiza con el concurso de la pluralidad de sus hijos, "la patria es de todos, dicha de todos y dolor da todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie". Dicha convicción nace de una pasión que Martí confiesa, cuando afirma: "Yo amo con pasión la dignidad humana", es decir la de cada hombre y cada mujer. Y por ser el amor a la dignidad humana lo que sostiene su visión de una patria de todos, todos han de ser libres en su patria, pues "el cubano es capaz del amor, que hace perdurable la libertad".
Esta visión martiana de la patria cuadraría con una democracia pluralista como expresión política tal que la conciben las Declaraciones de las Cumbres Iberoamericanas. Dicha democracia: 1- eligiría sus autoridades en elecciones periódicas, competitivas y transparentes; 2- sería representativa y al mismo tiempo participativa, vía referendos y diversos tipos de consultas, y estaría dotada de mecanismos electorales confiables y respetuosos del derecho electoral; 3- abarcaría la dinámica de la mayoría y de la minoría, en otras palabras del oficialismo y de la oposición; 4- estaría abierta a la cooperación y no sólo a la confrontación, gracias al diálogo y la negociación, entre todos los sectores sociales y políticos, y evitaría soluciones de fuerza; 5- respetaría las libertades fundamentales, individuales y sociales, y los derechos humanos, tales la libertad de expresión, asociación y reunión, junto con el pleno acceso a la información; 6- no tendría perseguidos ni excluidos por dogmatismo político o social; 7- contaría con Órganos del Estado independientes que se controlen mutuamente y con una institución ocupada específicamente de la defensa de los derechos humanos, manteniendo la subordinación de los militares a la autoridad civil; 8- contaría también con partidos políticos modernos en su programa, su organización y su financiamiento; 9- haría valer normas de probidad y transparencia que contrarresten la corrupción; 10- se esforzaría porque se logre el progreso de la sociedad con justicia social; 11- proporcionaría a los ciudadanos desde temprano programas de formación cívica y política y oportunidades de participación ciudadana; 12- constituiría además una forma de vida y una cultura en base a valores, tales como la libertad, la paz, la tolerancia, la participación social o ciudadana y la justicia social. La patria que soñó Martí, me atrevo a decir, únicamente puede ser gobernada por una democracia pluralista.
A las Declaraciones de las Cumbres, a pesar de comprometer políticamente a nuestros países sobre temas de enorme gravedad, incluso con una orientación válida, no se les ha prestado la debida atención. Pero no podemos rechazarlas bajo el pretexto de que implicarían una alienante heteronomía, cuando en realidad nos las hemos dado a nosotros mismos en un ejercicio reiterado de autonomía comunitaria.
Dichas normas nos sirve para juzgarnos conjunta y mutuamente en un autoexamen compartido. Rechazar las opiniones que emitan acerca de nuestra propia realidad nacional sobre la base de estas Declaraciones, gobiernos, grupos o personalidades de otros países de la comunidad iberoamericana, que también son firmantes de las mismas Declaraciones, es restarle autoridad y sinceridad al compromiso de nuestro país contraído por nuestra más alta autoridad. Sólo podrían hacerlo quienes rechazaran previamente la legitimidad de una autoridad firmante. El resultado de este examen no revela ningún ejemplo de perfecta democracia. Todos tenemos por delante una ardua tarea de democratización. Pero pueden darse casos donde hacen falta componentes esenciales de la democracia pluralista y hay que comenzar por introducirlos, casos donde estos existen pero en estado muy rudimentario y frágil y hay que consolidarlos y casos donde existen los componentes en condición evolucionada y consistente, pero están todavía muy necesitados de perfeccionamiento. He aquí el objetivo prioritario de la formación cívica y del activismo ciudadano: hacer que exista, se consolide y se perfeccione una democracia pluralista en toda Iberoamérica.
(ariyan@sinfo.net)
Los jefes de Estado y de Gobierno se han sentido insatisfechos con los logros. Y deben estar conscientes de las diversas crisis que se han venido dando en nuestras democracias, como también de la falta de credibilidad relativa de sus propias Declaraciones, habida cuenta de las realidades que continúan viviendo nuestros pueblos. Por eso en la Cumbre XII de Bavaro (República Dominicana) en el 2002 decidieron encomendarle al Presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, una vez termine su mandato el 1 de enero de este año, que encabece un equipo de trabajo el cual ha de presentar a la Cumbre de 2003 en Bolivia las medidas de un proceso hacia una mayor cohesión interna de la Comunidad Iberoamericana y hacia su mayor presencia como conjunto en el ámbito internacional. Implícitamente ello conlleva el reconocimiento de una carencia de efectividad colectiva de las democracias iberoamericanas y un deseo de superarla.
Esta concepción de la democracia pluralista que las Cumbres Iberoamericanas manifiestan responde en última instancia, como lo expresa la Declaración XII a: "nuestra convicción de que la identidad iberoamericana está fundada en una concepción humanista, integral y liberadora del hombre y de la sociedad como artífices de su destino, que no puede disociarse de su carácter multiracial, pluriétnico, multicultural y multilingüístico. Es por ello que asumimos el compromiso de preservar y difundir la identidad y la cultura de nuestros pueblos como uno de los ejes básicos de nuestra cooperación y de nuestras democracias. Reconocemos, por ello, la inmensa contribución de los pueblos indígenas y de origen africano al desarrollo y la diversidad que caracteriza a nuestras sociedades, por lo que reiteramos nuestro compromiso con el pleno disfrute de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, así como la obligación de los Estados de respetar el ejercicio de sus derechos colectivos libres de cualquier forma de discriminación."
El pluralismo se encuentra así a la raíz de nuestra identidad iberoamericana y por ende, de nuestras democracias. Tal es el mensaje esencial de todos los jefes de Estado y de Gobierno de todos los países de Iberoamérica desde la primera Cumbre en 1991.
Este mensaje esencial, de que el pluralismo se encuentra a la raíz de nuestra identidad y que la democracia que nos corresponde es la pluralista, se compagina cabalmente con el pensamiento y la acción de Martí. Precisamente porque reconocía este pluralismo insoslayable, Martí insiste que la independencia de la Patria es fruto del acuerdo de todos sus variados y hasta contrapuestos componentes, como lo expresó en el Discurso de Hardman Hall del 17 de febrero de1892:
" "Yo siento en mi corazón", decía en junta solemne un comerciante que de los frutos de su comercio le pone escuelas a la patria, y en las batallas de la vida conserva el fuego de la adolescencia heroica, "yo siento que en este programa que firmamos está la independencia de mi país". Y el pobre y el rico, y el cubano de padres africanos y el cubano de padres europeos, y el militar y diputado de la guerra y el periodista incansable de la emigración, y el que no cree bien las sociedades como están y cree que de otro modo estarían mejor, como a honra pedían poner la firma al programa de unión de los cubanos, de los cubanos de afuera y de adentro, de los cubanos de ayer y de mañana, de los cubanos que yerran o maltratan de buena fe y los que sufren injustamente de sus errores: y proclamo que no asistí jamás, en una vida ya larga de labores difíciles, a reunión de hombres reales y de propio pensar, de hombres probados y de voluntad poco llevadiza, que moviera mi alma a la reverencia y ternura a que la movió aquella junta de cubanos. "
Y puesto que la Patria se independiza con el concurso de la pluralidad de sus hijos, "la patria es de todos, dicha de todos y dolor da todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie". Dicha convicción nace de una pasión que Martí confiesa, cuando afirma: "Yo amo con pasión la dignidad humana", es decir la de cada hombre y cada mujer. Y por ser el amor a la dignidad humana lo que sostiene su visión de una patria de todos, todos han de ser libres en su patria, pues "el cubano es capaz del amor, que hace perdurable la libertad".
Esta visión martiana de la patria cuadraría con una democracia pluralista como expresión política tal que la conciben las Declaraciones de las Cumbres Iberoamericanas. Dicha democracia: 1- eligiría sus autoridades en elecciones periódicas, competitivas y transparentes; 2- sería representativa y al mismo tiempo participativa, vía referendos y diversos tipos de consultas, y estaría dotada de mecanismos electorales confiables y respetuosos del derecho electoral; 3- abarcaría la dinámica de la mayoría y de la minoría, en otras palabras del oficialismo y de la oposición; 4- estaría abierta a la cooperación y no sólo a la confrontación, gracias al diálogo y la negociación, entre todos los sectores sociales y políticos, y evitaría soluciones de fuerza; 5- respetaría las libertades fundamentales, individuales y sociales, y los derechos humanos, tales la libertad de expresión, asociación y reunión, junto con el pleno acceso a la información; 6- no tendría perseguidos ni excluidos por dogmatismo político o social; 7- contaría con Órganos del Estado independientes que se controlen mutuamente y con una institución ocupada específicamente de la defensa de los derechos humanos, manteniendo la subordinación de los militares a la autoridad civil; 8- contaría también con partidos políticos modernos en su programa, su organización y su financiamiento; 9- haría valer normas de probidad y transparencia que contrarresten la corrupción; 10- se esforzaría porque se logre el progreso de la sociedad con justicia social; 11- proporcionaría a los ciudadanos desde temprano programas de formación cívica y política y oportunidades de participación ciudadana; 12- constituiría además una forma de vida y una cultura en base a valores, tales como la libertad, la paz, la tolerancia, la participación social o ciudadana y la justicia social. La patria que soñó Martí, me atrevo a decir, únicamente puede ser gobernada por una democracia pluralista.
A las Declaraciones de las Cumbres, a pesar de comprometer políticamente a nuestros países sobre temas de enorme gravedad, incluso con una orientación válida, no se les ha prestado la debida atención. Pero no podemos rechazarlas bajo el pretexto de que implicarían una alienante heteronomía, cuando en realidad nos las hemos dado a nosotros mismos en un ejercicio reiterado de autonomía comunitaria.
Dichas normas nos sirve para juzgarnos conjunta y mutuamente en un autoexamen compartido. Rechazar las opiniones que emitan acerca de nuestra propia realidad nacional sobre la base de estas Declaraciones, gobiernos, grupos o personalidades de otros países de la comunidad iberoamericana, que también son firmantes de las mismas Declaraciones, es restarle autoridad y sinceridad al compromiso de nuestro país contraído por nuestra más alta autoridad. Sólo podrían hacerlo quienes rechazaran previamente la legitimidad de una autoridad firmante. El resultado de este examen no revela ningún ejemplo de perfecta democracia. Todos tenemos por delante una ardua tarea de democratización. Pero pueden darse casos donde hacen falta componentes esenciales de la democracia pluralista y hay que comenzar por introducirlos, casos donde estos existen pero en estado muy rudimentario y frágil y hay que consolidarlos y casos donde existen los componentes en condición evolucionada y consistente, pero están todavía muy necesitados de perfeccionamiento. He aquí el objetivo prioritario de la formación cívica y del activismo ciudadano: hacer que exista, se consolide y se perfeccione una democracia pluralista en toda Iberoamérica.
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