¿Hasta cuándo CANATRA haz de abusar de nuestra paciencia?
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Por décadas, un grupo reducido de empresarios escudados bajo el ropaje de “líderes transportistas” han mantenido secuestrada y chantajeada a toda una población que excede el millón de habitantes. Con una actitud grosera, agresiva, altanera e intolerante han logrado amedrentar a gobiernos, autoridades del orden público y a los usuarios del pésimo servicio que ofrecen. Hoy ante la manifiesta intención del nuevo gobierno de crear un mejor sistema, vuelven a la carga con las mismas tácticas amedrentadoras. lo que me obliga a emular a Cicerón en el título de esta publicación. Sin embargo, esta vez tengo la impresión que estos “pseudolíderes” transportistas encontrarán la horma de sus zapatos. Ojalá al momento de publicación de este escrito la situación se haya resuelto para el beneficio futuro de los usuarios, manteniendo el gobierno su anticipada actitud firme ante las amenazas.
¿Cómo es posible que un área metropolitana moderna como la nuestra, con las infraestructuras físicas, económicas, financieras, tecnológicas y sociales de primer orden no cuente con un servicio cónsono con nuestra situación? Los habitantes del área metropolitana merecemos algo mejor; pero repito ¿Cómo no lo hemos logrado y seguimos con un sistema que avergonzaría a un país del tercer mundo? Yo lo atribuyo a dos condiciones principales:
• Cobardía política
• Ausencia de espíritu comunitario
Por años los gobiernos se han cohibido ante las presiones de los transportistas. No vale la pena enumerar ejemplos. Basta solo el incidente de la muerte de ciudadanos causada por el incendio del autobús 8B-06 debido a la negligencia de su propietario para ilustrar la actitud de nuestros gobernantes. No se reaccionó ante el clamor general y se perdió la oportunidad de oro de enfrentar al cartel transportista. El gobierno contaba con el respaldo de todo el pueblo. No se hizo nada. Reinó la cobardía política. Los diablos rojos y taxis siguen impunes e incontrolables haciendo de las suyas, matando gente, estropeando física y verbalmente a sus usuarios y siendo causa principal de la anarquía que impera en nuestro comportamiento vehicular.
Nuestra ausencia de espíritu comunitario también contribuye a mantener la supremacía de los diablos rojos y los taxis. Al no organizarnos masivamente para exigir un mejor trato, hemos abdicado de nuestro poder de usuarios. No hemos hecho uso del poder del dinero; olvidándonos del principio básico de toda actividad comercial que reza: “sin ventas, no hay dinero; sin dinero no hay negocio y sin negocio no hay trabajo”
¿Cómo es posible que ante alto riesgo personal, mal trato, incomodidad al usar el servicio seguimos pasivamente utilizando sin reaccionar? Solo se han hecho intentos tímidos y constante apelación a los oídos sordos de los gobiernos. No encuentro registro de un fuerte movimiento de solidaridad comunitaria ante los transportistas, como sucede en otros países. Tampoco nos hemos organizado en nuestros barrios y vecindades para formar transportes voluntarios colectivos con nuestros vecinos, lo que los gringos llaman “carpools” que resultaría en mejor servicio y menor costo para los agrupados. Por el contrario, hemos “agachado el lomo”, como decimos los chiricanos y casi con una actitud que pudiera catalogarse de masoquista, nos acomodamos al mal trato y al riesgo físico personal. Y lo que es aun más criticable; alegremente elegimos a la Asamblea Nacional a “pseudolíderes” transportistas, nuestros enemigos, y para peor de males uno de ellos, (CD, para mayor descaro) se convierte en presidente de la Comisión de Transporte. Como diría mi abuela “entró el zorro en el gallinero”
Por cosas como estas y otras mas es que no me cansaré de decir que somos un país surrealista, kafkiano.
Espero, sin embargo, que esta vez se frene a estos “caballeros” y se castigue a los que han producido muertes y daños físicos. !Basta ya!

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