Pintura
Horacio Rivera, en el olvido
No alcanzo a comprender cómo ha sido posible que uno de los grandes maestros de la pintura nacional, como lo es el insigne artista don Horacio
No alcanzo a comprender cómo ha sido posible que uno de los grandes maestros de la pintura nacional, como lo es el insigne artista don Horacio Rivera, haya sido en apariencia relegado a una injusta indiferencia, cuando sus obras le dan tanto brillo al arte panameño y su nombre debe, por derecho propio, figurar al lado de otros notables maestros panameños que son contemporáneos suyos e hicieron de su arte un relevante filón de importantes y hermosas obras. Es notable su colección de bodegones, toneles y tinajas. Rivera domina además la escultura y es una verdadera enciclopedia en todas las ramas del arte y de la historia.
Durante los últimos años de la España franquista convivieron en Madrid por varios años Julio Zachrisson, Horacio Rivera y Carlos Alberto González Palomino, que lamentablemente nos dejó hace muy pocos días. Estos tres artistas panameños realizaron estudios y exposiciones en España. Todos ellos ganaron premios y distinciones en varias ocasiones por la calidad de su arte. Tuve la inmensa suerte de conocerles e hice una amistad de dulces recuerdos con estos maestros, quienes en cierto modo fueron mis guías para apreciar el arte. Tres almas sencillas de gran fortaleza moral y notable dignidad. Tres embajadores de la destreza nacional, con técnicas de pintura diferentes, pero igual de importantes y relevantes.
Rivera, que nació en Panamá en 1941, hizo estudios de arte en Madrid, donde se graduó con notas sobresalientes. En ese tiempo expuso sus trabajos con mucho éxito y ganó premios en Málaga y en Madrid. Ha hecho exposiciones en Panamá, Argentina y La Habana. Existen obras suyas en varios museos y en la colección privada de su majestad Juan Carlos I, rey de España.
Uno de los homenajes más importantes que ha recibido en su trayectoria artística le fue dispensado por la Embajada de la Federación Rusa en Panamá, el 13 de mayo del año 2007, hecho significativo, porque si hay un pueblo de espíritu sensible y que conoce de arte, este es el pueblo ruso.
Si el alma rusa puede valorar la pintura de Horacio Rivera como trascendente y apreciable, ¿cómo ha sido posible que nuestro pueblo le haya negado el reconocimiento que merece? Es menester que, con equidad y humildad, nuestras autoridades hagan un acto de justicia, reconociendo los innumerables méritos de tan insigne pintor, que hoy en día, a causa de una feroz artrosis, no puede seguir enriqueciendo nuestro patrimonio cultural. Es hora de brindarle honor y reconocer su valía.
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