La cruz de Cristo, camino de salvación
Publicado 2003/04/05 00:00:00
- Redacción/
En el tiempo en que vivió Jesús, la muerte por crucifixión significaba un castigo vergonzoso y humillante que se utilizaba para ajusticiar a los que no eran ciudadanos romanos por delitos o crímenes cometidos. Era una forma de matar sumamente cruel, porque se colgaba al crucificado desnudo en el madero, y moría lentamente por agotamiento y asfixia. Cuando querían que la muerte fuera más cruel e impactante, al condenado lo clavaban con clavos en manos y pies (que le desgarraban la carne y los nervios), luego le rompían las piernas a la altura de las rodillas para que no pudiera sostener el cuerpo, muriendo lentamente entre la deshidratación, el desgarramiento por las heridas de los clavos y la asfixia. La ejecución de Jesús fue pedida por el mismo pueblo judío, hostigado por los sacerdotes y fariseos que veían en Cristo un enemigo peligroso.
Los judíos pidieron para su hermano el peor castigo: la muerte por crucifixión. El Imperio Romano ejecutó la pena porque se veía amenazado por este "supuesto rey". Tras una agonía insoportable, Cristo Jesús murió en unas tres horas asfixiado, desangrado, deshidratado y totalmente agotado. Jesús llevaba ya una tortura previa la noche anterior y tenía un sufrimiento muy hondo a nivel humano porque fue traicionado por sus discípulos.
¿Y qué significa la cruz para nosotros? San Pablo nos dice que si queremos gloriarnos y salvarnos que sea por medio de la cruz de Cristo, porque ningún rito hecho por obra del ser humano es salvífico en sí mismo. Nadie puede salvarse por sus méritos; solamente Dios puede salvarnos. Pablo no quiere gloriarse de nada sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, pues por este medio el mundo ha muerto para él. Lo que antes era un castigo vergonzoso se convierte ahora en un timbre de gloria, el signo máximo de que estamos siendo salvados.
No había manera humana de pagar las ofensas que habíamos hecho a Dios desde el principio de la humanidad hasta ahora. Esa deuda sólo podía ser pagada con la sangre del Hijo de Dios. Por la entrega que el Padre hace de Cristo para nuestra salvación, por la intención de Cristo de morir por amor a nosotros, por la forma en que Cristo muere, colgado de un madero, por las torturas y la forma inhumana en que fue ajusticiado, la muerte de Cristo significa el pago o rescate por todos los pecados cometidos por la humanidad a lo largo de su historia. Esa muerte en sí es salvífica, por eso la muerte en cruz es el signo máximo y la garantía suprema que tenemos de que estamos siendo salvados.
Jesús que es el hombre inocente, el ser totalmente limpio y puro, se ofrece en sacrificio por todos. Jesucristo es el siervo doliente que dice el Profeta Isaías. Su muerte en la cruz es la entrega total, el sacrificio supremo, la prueba más grande del amor, la oblación más pura. Porque Cristo es Dios y Hombre, es la inmolación perfecta.
La cruz se convierte, entonces, en el signo máximo de salvación, la más grande prueba de amor, el sello que Dios imprime en la Historia de la Redención para decir que la humanidad, en Su Hijo, se ha salvado. Aún así, libremente, cualquiera puede condenarse. Lo importante es que entendamos que ese signo de la cruz es salvífico en su esencia, como signo de lo que contiene: la muerte de Alguien que dio todo por nuestra salvación. La cruz es signo de salvación y nos gloriamos de la cruz de Cristo, por la cual nosotros hemos sido clavados y muertos al pecado.
La cruz de Cristo para los cristianos no significa simplemente la muerte vergonzosa de Jesús colgado de un madero. La muerte de Jesucristo, el Señor, en la cruz es camino de salvación. La historia de nuestro Señor Jesucristo puede verse como un fracaso. Pero de su aparente fracaso brotó el éxito, brotó el mayor triunfo: Su Resurrección que venció a la muerte. Cristo ha resucitado y con El nosotros resucitaremos. Con El venceremos a la muerte.
¡Esa es la gran lección de la cruz de Cristo!
Los judíos pidieron para su hermano el peor castigo: la muerte por crucifixión. El Imperio Romano ejecutó la pena porque se veía amenazado por este "supuesto rey". Tras una agonía insoportable, Cristo Jesús murió en unas tres horas asfixiado, desangrado, deshidratado y totalmente agotado. Jesús llevaba ya una tortura previa la noche anterior y tenía un sufrimiento muy hondo a nivel humano porque fue traicionado por sus discípulos.
¿Y qué significa la cruz para nosotros? San Pablo nos dice que si queremos gloriarnos y salvarnos que sea por medio de la cruz de Cristo, porque ningún rito hecho por obra del ser humano es salvífico en sí mismo. Nadie puede salvarse por sus méritos; solamente Dios puede salvarnos. Pablo no quiere gloriarse de nada sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, pues por este medio el mundo ha muerto para él. Lo que antes era un castigo vergonzoso se convierte ahora en un timbre de gloria, el signo máximo de que estamos siendo salvados.
No había manera humana de pagar las ofensas que habíamos hecho a Dios desde el principio de la humanidad hasta ahora. Esa deuda sólo podía ser pagada con la sangre del Hijo de Dios. Por la entrega que el Padre hace de Cristo para nuestra salvación, por la intención de Cristo de morir por amor a nosotros, por la forma en que Cristo muere, colgado de un madero, por las torturas y la forma inhumana en que fue ajusticiado, la muerte de Cristo significa el pago o rescate por todos los pecados cometidos por la humanidad a lo largo de su historia. Esa muerte en sí es salvífica, por eso la muerte en cruz es el signo máximo y la garantía suprema que tenemos de que estamos siendo salvados.
Jesús que es el hombre inocente, el ser totalmente limpio y puro, se ofrece en sacrificio por todos. Jesucristo es el siervo doliente que dice el Profeta Isaías. Su muerte en la cruz es la entrega total, el sacrificio supremo, la prueba más grande del amor, la oblación más pura. Porque Cristo es Dios y Hombre, es la inmolación perfecta.
La cruz se convierte, entonces, en el signo máximo de salvación, la más grande prueba de amor, el sello que Dios imprime en la Historia de la Redención para decir que la humanidad, en Su Hijo, se ha salvado. Aún así, libremente, cualquiera puede condenarse. Lo importante es que entendamos que ese signo de la cruz es salvífico en su esencia, como signo de lo que contiene: la muerte de Alguien que dio todo por nuestra salvación. La cruz es signo de salvación y nos gloriamos de la cruz de Cristo, por la cual nosotros hemos sido clavados y muertos al pecado.
La cruz de Cristo para los cristianos no significa simplemente la muerte vergonzosa de Jesús colgado de un madero. La muerte de Jesucristo, el Señor, en la cruz es camino de salvación. La historia de nuestro Señor Jesucristo puede verse como un fracaso. Pero de su aparente fracaso brotó el éxito, brotó el mayor triunfo: Su Resurrección que venció a la muerte. Cristo ha resucitado y con El nosotros resucitaremos. Con El venceremos a la muerte.
¡Esa es la gran lección de la cruz de Cristo!
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