La Cuaresma
... la Cuaresma es una práctica que proviene de la Biblia y que nos invita a la conversión. No la podemos reducir a tan solo abstenernos de carnes rojas los viernes y comer mariscos, como si esto fuera lo único importante durante este tiempo.
El Señor nos está invitando a vivir algo mucho más profundo que involucra una reorientación radical de toda nuestra vida, una conversión a Dios con todo nuestro corazón y una ruptura con el pecado. Foto: Víctor Arosemena. Epasa.
En primer lugar debemos saber que la Cuaresma es un período de cuarenta días reservado a la preparación de la Pascua.
Se extiende desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo cuando iniciamos el Triduo Pascual, que conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Sin embargo, en nuestro país es más popular hablar de Semana Santa o Semana Mayor a partir del Domingo de Ramos.
La Escritura nos enseña a no mirar, en primer lugar, las obras exteriores, los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior.
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Sin embargo, las obras de penitencias exteriores, como el ayuno y la abstinencia, entre otras, no son el fin pero son recomendables para contribuir a una mejor disposición de nuestro corazón endurecido a la acción de Dios.
Un ejemplo de ello es el profeta Daniel, que realizó su penitencia privándose de cosas lícitas, pero agradables para él.
En aquel tiempo, yo, Daniel, hice penitencia durante tres semanas: no comí alimento sabroso; ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí, hasta el término de estas tres semanas.
Daniel 10, 2-3.
El profeta nos narra que se privó de alimentos sabrosos, de carne, vino y hasta de usar perfume, como una forma de ponerse en oración y en la presencia de Dios.
Como veremos más adelante en el versículo 12, a Daniel se le aparece un ángel que alaba estas prácticas y les dice: No temas, Daniel, porque desde el primer día en que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, Daniel 10, 12.
Esto es lo que nuestra Iglesia nos pide durante esta Cuaresma con la abstinencia, privarnos de lo que es agradable y lícito como una forma de aclarar nuestra mente y humillarnos delante de Dios, al reconocernos que Dios es más importante que los pequeños gustos que nos podemos dar.
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Entre todas las cosas que nos agrada busquemos una que nos guste mucho, que pensamos que sería muy difícil prescindir de ella, pero que no sea necesaria, privémonos de ella y en medio de la lucha veremos cómo la abstinencia al igual que el ayuno, fortalecen nuestra voluntad y hacen más intensa nuestra oración.
Con esta breve reflexión hemos podido constatar que vivir la Cuaresma es una práctica que proviene de la Biblia y que nos invita a la conversión.
No la podemos reducir a tan solo abstenernos de carnes rojas los viernes y comer mariscos, como si esto fuera lo único importante durante este tiempo.
El Señor nos está invitando a vivir algo mucho más profundo que involucra una reorientación radical de toda nuestra vida, una conversión a Dios con todo nuestro corazón y una ruptura con el pecado.
Con la certeza de que Dios por su infinita misericordia nos va a perdonar nuestros pecados y a concedernos su gracia, que nos dará la fuerza necesaria para seguir adelante.
Catequista.