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La educación en Chile y en Panamá
Leemos que la casi reelecta presidenta de Chile: Michelle Bachelet -quien solo espera la segunda vuelta electoral para confirmarse- ofreció durante su campaña política, como uno de
Leemos que la casi reelecta presidenta de Chile: Michelle Bachelet -quien solo espera la segunda vuelta electoral para confirmarse- ofreció durante su campaña política, como uno de sus más importantes proyectos, la gratuidad de la educación pública. Todo ello como consecuencia de las grandes manifestaciones estudiantiles ocurridas en los últimos años, en las que se solicitaba tal exoneración del costo educativo.
Curioso para mí es que tales estudiantes nunca mostraron esas inquietudes, ese enorme interés en la educación, durante los más de 20 años en que los socialdemócratas izquierdistas chilenos, la propia Bachelet incluida, gobernaron antes de la elección del actual régimen; para entonces venir a hacerlo, con excesiva violencia, durante este periodo en que gobernaba el presidente Sebastián Piñera, que es ideológicamente de centro derecha.
Ello me señala, con mucha claridad, que el real motivo de tales disturbios era, o es, mucho más político que educativo pues todos sabemos cómo operan los socialistas a base de fuerza en las calles para así sobreponerse a las opiniones de las mayorías. Con tales acciones callejeras casi han dado un golpe de muerte a la posible repetición en el poder del partido de Piñera para que regrese la social democracia al poder.
Pero este no es realmente el tema que me mueve a escribir esta opinión, sino que quiero comentar y señalar con mucha satisfacción, que aquí en Panamá nuestros ilustres próceres independentistas se aseguraron de incluir, en la Constitución de 1904, disposiciones que establecen que “La educación pública es gratuita, y la primaria es obligatoria”. O sea que lo que los chilenos aspiran a lograr ahora, Panamá lo ha ostentado desde hace 110 años, aún siendo Panamá, como efectivamente lo era en 1903, un país muy pobre.
Pero más despierta mi interés el hecho de que Chile es el único país de América Latina que supera a Panamá en desarrollo económico y social, por lo que me surge otra lógica “inquietud”, y sería: ¿Se logran realmente mejores resultados para la sociedad mediante la educación pública gratuita que con la pagada? Si en Panamá la educación primaria, secundaria, y hasta universitaria ha sido gratuita y en Chile no, y a pesar de ello, Chile nos lleva mucha ventaja en el tema de cultura, educación y desarrollo económico y social ¿no sería ello un indicativo de que a la gente, al pueblo, no le interesa educar a sus hijos porque desprecian lo que nada les cuesta? Meditemos sobre este tema que, como dije, es vital.
De la educación depende el desarrollo intelectual, moral, ético, económico y social de cualquier país y, por ello, debe ser el más primordial objetivo de toda administración. Es urgente, pues, poner orden en el ya institucionalizado, desde hace décadas, desorden en nuestro sistema educativo, mediante la prohibición constitucional de huelgas, paros y manifestaciones de estudiantes, que son niños aún sin formación; pero sobre todo, aquellas de los educadores politiqueros que sí son más irresponsables que los propios estudiantes.
Acabar con aquello de que las escuelas son santuarios extraterritoriales, como efectivamente sí lo son las comarcas indígenas, y que los estudiantes y maestros pueden también delinquir dentro de ellas impunemente, sin la intervención de ninguna autoridad. Ignorar esta sugerencia es tomar el camino más directo hacia la anarquía devastadora. ¿Para qué, entonces, complicarnos eligiendo autoridades si a lo que aspiramos es a que cada persona pueda hacer lo que le dé su gana, aún perjudicando a muchos o a todos los demás?
El Ministerio de Educación tiene que ser la verdadera y única autoridad en cuanto a todo lo que se refiere al sistema educativo. ¿Cómo, de otra forma, podremos exigirle a dicho ministerio responsabilidades por sus logros o sus fracasos? ¿De qué vale quejarse después cuando ya no exista solución? Urge terminar con la inconsecuencia, la mezquindad, la irresponsabilidad y la anarquía imperante.
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