La era de los drones: aviones teledirigidos
El primer mandato del presidente Obama quizá pase a la historia, dejando aparte los méritos propios que el transcurso del tiempo le atribuya, por la aparición y el extendido empleo de un nuevo instrumento de guerra en el arsenal de los ejércitos. En la historia de las guerras, esta época podría ser denominada la “era de los drones”.
La palabra inglesa drone tiene varios significados aunque en su origen se refiere a los zánganos de las colmenas y al monótono zumbido que emiten.
La artillería española utilizó ya hace años estos aparatos, recibidos como parte de la ayuda militar norteamericana. Desde aquellos pequeños aparatos de apenas dos metros de envergadura hasta los modernos drones utilizados militarmente por Estados Unidos, Israel y Turquía y por otros países con propósitos civiles, la tecnología de los aviones teledirigidos ha progresado aceleradamente.
Su empleo en acciones de combate es más frecuente. Desde más de 60 bases al servicio de Estados Unidos despegan y aterrizan los aviones teledirigidos de tipo Sentinel, Predator o Reaper, capaces no solo de vigilar y observar con increíble detalle todo tipo de objetivos terrestres, sino de atacarlos con precisión. Hace días, unos drones estadounidenses bombardearon en territorio pakistaní un edificio que albergaba supuestos “insurgentes”, creando un nuevo problema diplomático entre ambos países. Pero el más notorio incidente protagonizado por estos aparatos se produjo a principios de diciembre pasado, cuando cayó en Irán uno de los más modernos aviones teledirigidos, un Sentinel RQ-170, diseñado para ser invisible al radar y dotado de complejos dispositivos informáticos. Las pérdidas de drones no son raras. Los 31 accidentes registrados en los 3 últimos años se han debido casi siempre a errores mecánicos o humanos.
El uso habitual de aviones teledirigidos inducirá cambios en las tácticas ofensivas. Tras las experiencias en Irak, Afganistán y Libia, donde solo se atacó desde el aire, en Estados Unidos se aprecia una deriva hacia guerras con menor implicación de la infantería ocupando el terreno y con más empleo de medios aéreos, incluyendo drones.
No se trata de armas milagrosas. Controladas desde lejos, a veces a miles de kilómetros, distinguen mal entre combatientes y población civil. Tras el inicial entusiasmo que suscitó en el Pentágono el aparente éxito de estas nuevas armas, sus efectos negativos van saliendo a la luz y obligarán a reflexionar sobre si la guerra robótica tiene ventajas sobre la guerra tradicional.
General de Artillería en Reserva.
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