La importancia de imitar a Cristo
- Rómulo Emiliani, cmf. (opinion@epasa.com)
¿Quiere progresar en santidad, crecer como cristiano? Pues además de la oración y sacramentos, el amor al próximo y la escucha de la Palabra, le propongo imitar a Jesucristo haciendo énfasis en alguno de sus misterios. Francisco de Asís, quien imitó a Jesús de manera muy intensa, inventó la celebración del Nacimiento con todos los elementos que conocemos: cueva, pesebre, niño Dios, angelitos, etc., y con su corazón de poeta extasiado al contemplar “el Belén” cantaba al Amor y honraba al Hijo de Dios en su misterio de bebé indefenso, protegido por nuestra madre María y san José.
Pero por otro lado, sentía tal devoción por la humanidad de Cristo, que identificado con su crucifixión llegó al extremo su amor, que en un éxtasis místico recibió los estigmas de la Pasión y se convirtió en otro crucificado. Podía, pues, sentirse como un recién nacido en brazos de su Padre Dios, o pasar a ser “otro Cristo” sintiendo la Pasión dolorosa de Jesús y revivirla en él. Igual le pasó al santo padre Pío, que llevó los estigmas de la Pasión por cincuenta años. Desde niño tanto amó a Jesús que sentía su cercanía y en la medida en que crecía fue amando tanto al Cristo Crucificado que llegó de joven sacerdote a experimentar las heridas de los clavos y de la lanza romana.
Eso le producía tan grandes dolores físicos, pero igualmente momentos plenos, que sentía un gozo espiritual. Vivir, pues, los diferentes misterios de la vida de Cristo, haciendo énfasis en circunstancias especiales de su vida, ha sido el origen de grandes vivencias espirituales de muchos santos y de los diferentes carismas de las órdenes y congregaciones.
Usted puede escoger algunos de los aspectos vivenciales de la existencia de Jesús. Todo depende de dónde ponga el acento. Si quiere detenerse en la infancia de Jesús, puede cultivar la espiritualidad de la filiación divina y sentirse un niño en los brazos de Dios Padre y llamarlo “papacito” como hacía Jesús. Si quiere centrarse en el misterio de Cristo Evangelizador, puede convertirse en un buen catequista y predicador viviendo el ardor de Jesús por comunicar el amor del Padre por la humanidad.
Si quiere focalizar su atención en el Cristo que sana, puede trabajar con enfermos y quizá llegar a ser, y por qué no, como Teresa de Calcuta. Si quiere vivir la compasión de Jesús por los hambrientos, puede involucrarse en alguna fundación que trabaje aliviando las necesidades de los más pobres. Todo depende de dónde ponga el énfasis en los misterios de Jesús para vivir más cerca de Él, sabiendo que con Él usted vencerá los obstáculos que vengan y ser un santo, porque con Él usted es invencible.
Monseñor.
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