La indecisión y sus consecuencias
¿Sabe usted que si no se decide en la vida realmente a algo trascendente, de beneficio para otros, que realmente sea bueno, usted nunca realizará toda la riqueza de su ser y no será feliz?
La indecisión es un gran mal personal, ya que bloquea toda la fuerza que mueve el desarrollo integral de una persona e impide que sus potencialidades se realicen con la plenitud necesaria. Pongo un ejemplo muy sencillo: Si una persona no se decide realmente a bajar de peso y no pone los métodos adecuados, seguirá engordando y poniendo en peligro su salud. Si una familia no se decide a hacer los cambios económicos necesarios, ahorrando lo más posible, no saldrá de sus deudas.
Entre las causas por las que una persona se pasa una vida entera sin decidirse están: 1. La desconfianza en uno mismo, ya que no se cree capaz de cumplir lo que emprende. El dudar de sus capacidades y el sentirse muy pequeño para realizar aquello que aspira, es decir, tener una autoestima muy baja. 2. No tener bien clara sus metas, ideales, sueños y por eso, al no saber lo que quiere en la vida, no hay manera de que se decida a nada. El que no sabe lo que quiere, ¿cómo se va a decidir a algo? 3. Los miedos, por ejemplo a fracasar, a hacer el ridículo, a quedarse solo, a no ser comprendido, a un compromiso que le exija mucho paralizan e impiden hacer algo provechoso.
La indecisión frena cualquier determinación necesaria para escoger carrera, cónyuge, una misión en la vida. Los indecisos si ocupan cargos claves en el desarrollo de los pueblos, frenan cualquier proceso de cambio histórico y terminan siendo obstáculos en la superación de la humanidad.
La persona que se decide de verdad a algo grande, recoge todas las fuerzas interiores y las canaliza en la realización de sus metas. Surge una mayor lucidez en ella y la agilidad mental sobresale, igual que se fortalece la voluntad y hasta físicamente se observa en la persona más flexibilidad y una disposición a trabajar con más intensidad. Abraham se convirtió en “padre de una multitud de creyentes” al decidir obedecer a Dios con fe y dejar todo. María se convirtió en la madre de mi Señor por su valiente decisión, por su sí radical. Agustín se transformó por la gracia de Dios en un gran santo e Ignacio de Loyola de cortesano a fundador de la Orden de los Jesuitas, gracias a una decisión total. Todos conocemos casos de gente luchadora y vencedora y veremos que detrás hay una decisión valiente, lúcida y capaz de enfrentarse a cualquier obstáculo.
Para tener una gran decisión se necesita el silencio para pensar, la oración para pedir iluminación, el tiempo para madurar las ideas, los consejos oportunos de gente capaz y la valentía para emprender un camino heroico, confiando siempre en el Señor, porque con Él podemos ser invencibles a cualquier obstáculo.
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