La intolerancia de Irán
- Menashe Bar-On
Cuando el 9 de noviembre de 1938 se inició en Europa la primera gran represión contra los judíos, denominada "la Noche de los Cristales Rotos" (Reichskristallnacht), la tragedia más grande ocurrida aquel oscuro día no fue el arresto de miles de personas para internarlas en campos de exterminio o la destrucción de sus hogares. Fue el silencio de la Comunidad Internacional y del resto de la gente buena del mundo que hizo más dolorosa la salvaje intolerancia del régimen nazi. Setenta años después, aún resuenan los discursos agresivos y que promueven la intolerancia, incluso pidiendo repetir el holocausto que dejó seis millones de muertos.
El líder iraní Mahmoud Ahmadinejad lanzó recientemente una nueva arenga contra la existencia de Israel, tildando de "sucio microbio negro" y "bestia salvaje". Nuevamente, queda demostrado que Teherán adopta un camino peligroso, al negar el derecho de Israel a convivir en paz, además de negar la existencia del Holocausto.
En un paso significativo para cuestionar la política de odio e intolerancia, la Unión Europea (UE), denunció las recientes declaraciones de Irán, que no deja de insultar al Pueblo y Estado de Israel, además de amenazarlo con borrarlo de la faz de la tierra. Igualmente, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, reaccionó señalando que es inaceptable para un Jefe de Estado, miembro de las Naciones Unidas, usar este tipo de lenguaje contra otro Estado miembro del organismo internacional.
Es muy positivo ver que, a diferencia de lo ocurrido, el siglo XX, cuando el mundo se quedó mudo ante la masacre contra el pueblo judío, hoy observamos una rápida acción de las naciones democráticas por evitar semejantes vociferaciones que piden eliminar países por medio de imposiciones.
Algunos no creen que sea posible lograr un entendimiento de paz entre Israel y los palestinos, pero hay quienes tenemos fe en que superaremos las diferencias que nos dividen, para encaminar la Hoja de Ruta. "El que no cree en los milagros no es realista", decía sabiamente David Ben Gurión, en los momentos más difíciles que permitieron la creación del Estado de Israel en 1948.
Pese a las dificultades, nunca hay que perder las esperanzas de lograr la tan anhelada paz con el resto de los países vecinos de Israel, para buscar en el futuro cercano la armonía y la tolerancia entre los pueblos.
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