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La memoria, la más infiel durante elecciones
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Omar O.López Sinisterra (opinion@epasa.com) / Odontólogo y abogado Nuestra América, región con una historia cargada de acontecimientos políticos, de los que existen recuerdos tristes, dolorosos y otros cargados de emotividad placentera, de gobiernos sin respuesta o con solución a la necesidad de los más urgidos, pareciera que al momento de elegir y de ser elegidos en el proceso eleccionario de nuestros países, sus pobladores sufrieran de un terrible mal: La infidelidad de la memoria.Pero esta infidelidad pareciera ser repetitiva una y otra vez cuando los pueblos eligen gobernantes que poco han realizado para erradicar o disminuir la pobreza y la miseria de una gran cantidad de sus pobladores mediante un buen plan de gobierno.El término infidelidad lo utilizamos muy comúnmente cuando nos referimos a una pareja que decide tener una relación extramatrimonial o con quien no es su compañero o compañera habitual, o cuando personas, funcionarios o políticos no son fieles a sus organizaciones, partidos o personas.Es la inhabilidad de poder comunicar o escuchar.La memoria es la capacidad mental que permite al individuo el registro, la conservación y la posibilidad de evocar experiencias concernientes al pasado.Sin embargo, muchas veces gran cantidad de hechos, experiencias y momentos que han ocurrido en nuestra vida son bloqueados intencionalmente o no, de modo que podemos caer en la infidelidad de la memoria.En nuestros países, sucesos ocurridos en la vida republicana que han trastocado la paz, la armonía, el equilibrio y el modo de vida de la población, han sido olvidados con intención o por un bloqueo en la memoria.Muchos gobiernos han incidido negativamente sobre las grandes mayorías, dejándolas de lado para beneficiar a pequeños grupos de poder.¿Cómo olvidar esos sucesos? ¿Cómo olvidar el sufrimiento de muchos ciudadanos? ¿Cómo olvidar quienes han afectado la economía del Estado? ¿Cómo olvidar decisiones lesivas al bien de las poblaciones? Los políticos en nuestro continente cada periodo electoral que se avecina, aunque hayan incidido positivamente o no sobre sus electores, hayan cumplido o no cabalmente con las expectativas de sus electores, que se hayan enriquecido ilícitamente sin recibir castigo; o hayan cumplido efectivamente con sus deberes, vuelven nuevamente a la tarea de reelegirse porque saben que han cumplido o no satisfactoriamente sus programas, y además porque los seres humanos sufrimos de una grave afección: la infidelidad de la memoria.Pero es que también sufrimos de otro grave mal y es el oportunismo político que genera un clientelismo apropiado para poder generar votos y ganar el escaño deseado.La necesidad y la infidelidad de la memoria son conjugadas para desvirtuar cualquier pensamiento que pueda evocar sucesos que produzcan un voto negativo o de castigo.Las contiendas electorales en la región se han convertido en verdaderas danzas millonarias en las que solamente los candidatos que poseen un gran capital pueden optar por administrar los diferentes países.Ah… pero si la memoria no fuera infiel y el oportunismo no obnubilara el pensamiento al momento de emitir el voto, los resultados serían otros.La carencia de valores en su praxis positiva, y una normativa específica que legitime las acciones y conductas de los individuos en su entorno social durante estos procesos políticos permiten junto con la infidelidad de la memoria, la elección de una serie de individuos que pueden no cumplir con las funciones por las cuales fueron elegidos, lesionar el erario o no responder a las expectativas de la población.En la actualidad, hablamos por ejemplo del fenómeno del transfuguismo, lo criticamos y lo evocamos como hecho de moda, ¿pero lo hemos analizado a profundidad? ¿Tiene que ver este fenómeno con la falta de respuestas, el oportunismo y la infidelidad de la memoria? Bueno, pienso que esta reflexión debe ser materia obligatoria en los partidos políticos del patio.