La UTP en el corazón
Viví los años de aquella presencia incómoda del hijo emancipado que casa propia quiere, de la UTP en el campus de Méndez Pereira, hasta que se materializó el campus propio: esas bien disputadas 40 hectáreas que se le adjudicaron y que acaso sean las mejor empleadas de la reversión canalera...
- Gregorio Urriola Candanedo
- /
- - Publicado: 06/8/2021 - 12:00 am

El hermoso gazebo del campus central de la UTP. Foto: Cortesía de Gregorio y Raquel Urriola.
Hace unos 23 años, regresando de España tras concluir mis cursos doctorales en Economía Aplicada, me vi, repentinamente, sin trabajo. Un rector, de cuyo nombre no quiero acordarme, me espetó: Haga lo que quiera, a esta universidad usted no regresa. Tenía en mis manos créditos universitarios que demostraban que había obtenido las máximas calificaciones en la Universidad Complutense y que la propia universidad me había otorgado una licencia. Pero todo fue inútil. Los arranques de un rector azuzado por viejas inquinas, puede ser como las apetencias de una deidad depravada y cruel.
Contristado dejé las aulas donde me formé y donde había trabajado por casi diez años. Intelectuales amigos me fueron abriendo puertas para que no pasara hambre. El mejor docente de Economía que Panamá ha tenido en temas de teoría económica y econometría, el Maestro Juan Jované, me abrió un portillo.
Luego Don Ceferino Sánchez, de incontrastables méritos, me brindó la oportunidad de colaborar en la incipiente Senacyt como Director de Desarrollo Empresarial. Y una coterránea cercana me inquirió: “¿Y por qué no traes tus documentos a la UTP? Lo hice, y de allí en adelante inicié con cursos de Microeconomía, Macroeconomía, Política Económica y de Evaluación Económica de Proyectos en las Maestrías y Postgrados esa universidad.
Pasado el tiempo, el Ing. Julio Regales –de bendecida memoria- y entonces su Vicerrector de Investigación, Postgrado y Extensión, me integró a su equipo, y luego el Rector Héctor Montemayor me invitó a consolidar la incipiente oficina de Cooperación Internacional.
Allí estuve por diez años, en las rectorías del Ing. Montemayor y las del Ing. Salvador Rodríguez Guerini. Éste último aceptó mi idea de crear una Dirección que coligara Relaciones Internacionales y Comunicación, idea inédita en Panamá, pero muy eficaz en otras latitudes.
Este largo exordio para explicar el porqué los 40 años que cumple la UTP este agosto, no me pueden ser indiferentes. Cada día de aquel tiempo feliz se coliga con gentes que son de las más cercanas al corazón; querencias y amistades que me serán sagradas mientras el aliento de Dios habite mi menguante cuerpo.
Viví los años de aquella presencia incómoda del hijo emancipado que casa propia quiere, de la UTP en el campus de Méndez Pereira, hasta que se materializó el campus propio: esas bien disputadas 40 hectáreas que se le adjudicaron y que acaso sean las mejor empleadas de la reversión canalera, pues en ellas se construyó la plataforma de lanzamiento de Panamá al siglo XXI.
En ese lapso no solo crecí profesionalmente y contribuí a formar a profesionales competentes y destacados (obviamente no por mis modestas clases de la Ciencia Triste), sino porque construimos en la UTP una comunidad de aprendizaje rigurosa.
VEA TAMBIÉN: La Agonía de una Escritora
Puedo vanagloriarme de ello, como de los logros del equipo de la Dirección de Comunicación e Internacionalización, de la edición de mensuario “El Tecnológico” por luengos años, pero sobre todo, por sentar las bases de una red de cooperación que organizó las primeras Quincenas Científicas Francesas en Panamá y sus productos notables: el Observatorio Astronómico en Penonomé; el Laboratorio Pierre y Marie Curie en Tocumen, y los cursos de francés para pasantías académicas en Francia; el día de Japón en la UTP, el día de Corea, que cimentaron el camino de varios estudiantes al Lejano Oriente; los intercambios con el generoso DAAD, y los primeros enlaces con la red de prácticas internacionales, amén del acuerdo que dio origen al primer doctorado propio de la UTP: el Doctorado en Ingeniería de Proyectos, programa on line que se adelantó a los tiempos, empleando una plataforma virtual iberoamericana de primer nivel. En suma, experiencias fructíferas y gratificantes.
Siempre que visito el campus “Levi Sasso” y veo sus flamantes edificaciones, producto del buen hacer de rectorías sucesivas en un plan de desarrollo que se fraguó en los años 90 del siglo pasado, siento orgullo y nostalgia. Igualmente, he vuelto por el gazebo y el aljibe histórico del camino real en tiempos coloniales, para escuchar el silencio entre las ramas y convocar memorias gratas.

Opinión
El actual éxodo masivo, apremia controlar la migración ilegal a través de nuestra provincia de Darién
31/7/2021 - 01:15 pm
Como también he regresado ex profeso a contemplar el gran mural de la cafetería central que mis bien dotados colaboradores de Dricom plasmaron bajo la dirección de un jovencísimo pintor español al que animamos en su proyecto de estancia en la UTP en aquellos años, y oír aquí el rumor vibrante de ese río de la juventud que avanza.
Esta es la vida. Nada somos. Somos nada. Y sin embargo, una remembranza puede ser como leve pátina que recubre una añosa obra de arte; arte sobre la que nuestro polvo se asienta un instante, vuela… y pasa.
Docente y gestor universitario.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.