Las antiguas bases militares, motor de desarrollo nacional
- Tenesi
La contribución de las bases militares al desarrollo socioeconómico del país provenía de los empleos que generaban para los panameños, los salarios pagados a éstos, las compras de bienes y servicios y las contrataciones y los gastos en la economía panameña del personal militar y civil de EU. Uno de los gastos más importantes de ese personal era el servicio doméstico panameño que servía en sus residencias. Algunos compraban en las tiendas en las ciudades de Panamá y Colón, en especial en la Zona Libre, donde, en ocasiones, conseguían mejores precios que en las tiendas militares. Otra contribución era cuando venían a nuestras ciudades terminales en busca de diversión o visitaban los fines de semana lugares como: El Valle de Antón, donde adquirían artesanías de esa comunidad. Unos cuantos conseguían autorización y venían a residir en la ciudad de Panamá arrendando apartamentos. El número de empleados panameños siempre estuvo por el orden de los 5,000 y 6,000; los empleados estadounidenses en unos 3,500; los soldados estaban entre los 10,000 y 12,000; y el número de familiares residiendo en las bases, entre 29,000 y 32,0000.
Como lo que queremos conocer es cuánto era el aporte de las bases militares a la economía panameña para advertir cuánto dejamos de percibir después de su terminación en 1999, vamos a utilizar el año de 1992, que fue a partir del cual se empezó a dar la salida de los militares y los civiles. Para tal fin utilizaremos las cifras del Comando Sur y la Embajada de EU en ese año. Contribución directa al empleo: 5,600 empleados panameños. Contribución a la economía: $ 86.3 m salarios pagados a los empleados panameños; $ 84.5 m. compras locales de mercancías y servicios; $ 21.2 m contratos de construcción y reparación; $ 63.0 m en gastos del personal militar, civil y uniformado, estadounidense y sus familiares en la economía panameña. Ese aporte de 225 millones de dólares lo fuimos perdiendo en forma gradual hasta su desaparición el 31 de diciembre de 1999. Repito la suma $ 225 millones, no las cantidades que han estado diciendo los que abogan por el retorno de los soldados.
Eso es lo que hemos perdido, veamos lo que hemos ganado.
Aumento del patrimonio nacional:
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Recuperamos el derecho de uso de las 39,793 hectáreas en las riberas del Canal para incorporarlas al desarrollo nacional y para atender presionantes problemas creados por el crecimiento de las ciudades de Panamá y Colón. Nuestra ciudad no podía crecer en forma radial por el impedimento que significaba los limites de las bases militares, y en el caso de Colón era peor, porque era una ciudad encerrada. Al crecer la ciudad de Panamá en forma longitudinal, el costo de los servicios públicos se encarecía enormemente.
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Asumimos la propiedad de 4,692 edificios, incluyendo 3,000 viviendas, hospitales, centros de salud, gimnasios, piscinas, edificios de oficinas, talleres, etc.
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Recibimos carreteras, caminos, sistemas de servicios públicos, cercas, etc. asociados con lo anterior; además de pistas de aterrizaje, tanques para el almacenamiento de combustible, etc.
El valor comercial de lo que recibimos por el Tratado, según avalúo hecho por Estados Unidos, es el siguiente: $ 1,793 millones por la tierra; $2,160 millones por las mejoras sobre el terreno y unos $ 320 millones en otros activos, para un total de $ 4,300 millones.
Otros beneficios no menos importantes son, la integración física de nuestro país que estaba interrumpida por las bases militares; el área de Howard y Kobbe está llamada a convertirse dentro de pocos más, en el centro de esa gran ciudad que será la ciudad de Panamá y La Chorrera juntas. Hemos dejado de ser un objetivo para grupos terroristas que encontraban muy atractivo un acto de sabotaje en las áreas del Canal para ridiculizar a las fuerzas armas de Estados Unidos, y ha desaparecido el riesgo permanente de enfrentamiento de soldados estadounidenses con ciudadanos panameños, especialmente cuando venían a las ciudades de Panamá y Colón en busca de diversión
A pesar de que apenas han transcurrido dos años y 10 meses de la reversión mayor, cualquiera que pase por esas áreas podrán advertir el buen uso que hemos hecho de la mayoría de esas tierras y activos. Las residencias de los oficiales y los soldados, no sólo han venido a aliviar el serio problema de vivienda en Panamá, sino que han generado gran cantidad de trabajo, porque sus inquilinos las están remodelando; por cierto, con muy buen gusto; en Fort Gulick, gracias a una fuerte inversión extranjera, funciona un hotel de cuatro estrellas que le da empleo directo e indirecto a un buen número de colonenses y se ha convertido en parte importante de la infraestructura turística del sector Atlántico. En Amador se han generado cientos de empleos en las obras de infraestructura, en la construcción de edificios, almacenes, restaurantes, un hotel, una marina, restaurantes, shopping mall, y lo más importante, se ha convertido en el pulmón de la ciudad donde miles de panameños van a disfrutar de su maravillosa vista, la fresca brisa del mar, a realizar variados ejercicios, a escuchar música y hasta a enamorarse. Toda esa actividad ha generado la presencia de centros de servicios donde se generan empleos.
Albrook es la sede de la Terminal de Transporte, donde se ha generado una actividad comercial de la cual se benefician muchas personas; la pista de aterrizaje y los hangares se han rehabilitado y se han convertido en el terminal aéreo de la ciudad de Panamá que tenía que salir de Paitilla.
Todas esas obras y la actividad que allí se genera son fuente de empleo para muchas personas; hay en construcción un gran centro comercial que será un atractivo para los turistas que llegan al puerto de Balboa. En Albrook se ha realizado una enorme obra de infraestructura, que aún está en construcción, donde cientos de personas obtienen su trabajo. Sus edificios alojan lugares de comercio, de almacenaje e instituciones de educación superior. Curundú es la sede del MIDA; su presencia y el desarrollo habitacional del área ha generado una fuerte actividad dentro del sector informal. Se han construido modernos edificios de almacenaje.
Fort Clayton es la sede de la Ciudad del Saber, el Parque Industrial Tecnológico, el SENACYT y de importantes organizaciones internacionales. Cientos de estudiantes y trabajadores llevan a cabo una intensa actividad económica y social en el área.
France Field se ha convertido en el muy necesitado terminal aéreo de Colón, resolviendo el problema de transporte de los ejecutivos de la Zona Libre, que tienen que cumplir compromisos en determinadas horas. La actividad del aeropuerto es otra fuente de empleos.
Coco Solo es la sede de dos poderosas empresas extranjeras dedicadas al manejo y trasbordo de contenedores, las cuales han realizado millonarias inversiones y generado cientos empleos directos e indirectos; considerables ingresos fiscales y a la economía colonense. Los tanques de almacenamiento de combustible que revirtieron están dados en concesión y mantienen un negocio mucho más activo que cuando servían necesidades del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Chivo-Chivo es el campo de tiro de la Policía y el SPI. La clínica de Coco Solo sirve a la comunidad colonense y las instalaciones del Hospital Gorgas sirven necesidades del Ministerio de Salud; y los edificios al lado, albergan la Corte Suprema de Justicia.
La Universidad de Panamá ocupa los edificios de la Escuela Secundaria de Curundú; el Panama Canal College aloja ahora a la Universidad de Florida, que ya está solicitando más espacio para ampliar sus actividades educativas; en Quarry Hieights funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores; en Corozal labora el Ministerio de Educación; la Escuela de Superior de Balboa es ahora el Centro de Entrenamiento Ascanio Arosemena de la ACP; Isla Galeta se utiliza para trabajos de investigación en el campo marino; Fort Sherman se ha convertido en sitio preferido para los turistas que tienen un interés especial en la biodiversidad; el Cerro Ancón es el símbolo de nuestra independencia, perfeccionada cuando salió el último soldado estadounidense y pudimos los panameños escalarlo sin el riesgo de ser arrestados por uno de ellos; en la playa de Farfán nos podemos bañar sin las restricciones impuestas por el ejército de EU. Y todavía no las hemos aprovechado del todo.
Me atrevo a asegurar que esas tierras y esos activos brindan hoy más plazas de trabajo y generan más riqueza que las bases militares. ¿Quién está dispuesto a renunciar a todo esto, a cambio de que regresen las tropas de Estados Unidos?
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