Las facultades de Educación para el Panamá del siglo XXI
... la renovación de las Facultades de Educación exige una colaboración amplia inter-universitaria, inter-facultades e internacional, de muy amplio espectro, para apalancar cambios que tradiciones académicas periclitadas e intereses creados han pervertido.
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Publicado: 06/5/2021 - 12:00 am
La pandemia dejó al descubierto las duras realidades de desigualdad educativa en el país, incluso a nivel de carencias de formación que lastran nuestro futuro. Lo inteligente no es quejarnos de la gravedad de la situación, realmente calamitosa, sino arremangar los brazos y poner remedio a las graves falencias detectadas.
Aprovechemos este momento para dejar de hacer más de lo mismo y sirvamos bien la celebración del Bicentenario de nuestra independencia del imperio español. Más allá de los fuegos de artificio y los discursos, aseguremos a las nuevas generaciones nuestro lugar en el nuevo mundo con más y mejor educación.
Una de las medidas más urgentes en la reingeniería y transformación radical de nuestros programas de formación de profesores y maestros, tarea en la cual el cambio radical en el modo de hacer y operar de las Facultades de Educación, empezando por las universidades del Estado es absolutamente imprescindible.
En otros escritos he sostenido que financiar 4 facultades de educación y pedagogía en 4 universidades es una estrategia inviable si queremos tener programas de excelencia académica y debidamente dotados en infraestructura, especialmente digital y tecnológica como lo exigen los tiempos que corren. E igualmente es dispendioso mantener un sistema que privilegia calificar “papeles” sin la certificación de competencias que realmente aquilaten saberes y habilidades en los alumnos, tanto más cuanto estos son y serán “formadores de formadores”.
Se ha creado una suerte de monstruo teratológico a raíz de la endogamia académica y la repetición de información referenciada al pensamiento educativo de hace 50 años. También debe evaluarse la producción e impacto científico de las facultades e inducir los cambios que haya menester.
Por eso la renovación de las Facultades de Educación exige una colaboración amplia inter-universitaria, inter-facultades e internacional, de muy amplio espectro, para apalancar cambios que tradiciones académicas periclitadas e intereses creados han pervertido.
Por eso urge una re-evaluación por pares internacionales –y ojalá su certificación internacional- de las 4 facultades de educación que dependen del Estado y la elaboración de un plan a 20 años que ponga remedio a las falencias.
Algunas medidas de corto plazo que podrían adoptarse ya, comprenden articular la colaboración más estrecha, efectiva y medible en resultados, entre las Facultades de Educación, para dejar de replicar programas de nivel maestría, y hacer una reingeniería de la pedagogía a nivel medio y superior.
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Igualmente se deberán actualizar con nuevos enfoques y competencias los Programas de Docencia Superior –habilitadores de la docencia en las universidades- dado que el cataclismo pandémico nos indica que hay que hacer algo profundo para incorporar el aprendizaje de competencias digitales y de investigación andragógica para que cada universidad cuente con programas robustos de innovación educativa a fin de asegurar la enseñanza de las diversas disciplinas, como de incorporar nuevos saberes, de presencia imprescindible con la cuarta revolución industrial (robótica, realidad aumentada, big data, etc.).
La Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), ha logrado tener un núcleo, que creemos replicable en otros campos, para la enseñanza de las ingenierías, pero algo semejante en temas de enseñanza de las ciencias sociales y las humanidades en los niveles medio y superior.
Opinión
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La Universidad Especializada de las Américas (Udelas) acompañó al Meduca en la formación de enseñanza de las Ciencias Sociales, pero hay que ampliar esa iniciativa y evaluar su impacto. También la Senacyt apalancó la renovación de la enseñanza de las ciencias básicas, pero son patentes las demandas en temas de formación en Física, Química y Biología (con programas en la Universidad de Panamá, la UTP y la Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi)), por mencionar urgentísimas demandas, por no hablar de temas como interculturalidad y multilingüismo en otras áreas preteridas donde la Udelas y su licenciatura en Educación Bilingüe Intercultural hacen esfuerzos loables.
Hoy los medios electrónicos también permiten complementar tales iniciativas de formación y capacitación docente, con cursos cortos, MOOCS y webinars de excelencia, en centros de alta calidad, con pasantías virtuales de corta y mediana estancia, para ampliar cantidades de docentes en ejercicio, para re-calificarse y eventualmente rendir certificaciones de competencias docentes del siglo XXI.
Pero de poco servirán si no van acompañados de estrategias de evaluación y seguimiento que nos aseguren que los nuevos saberes y las experiencias lleguen efectivamente a las aulas de clases “de todo” el país.
En paralelo, la Senacyt y Meduca podrían canalizar, a través del Ifarhu, un programa de becas para la formación de jóvenes talentos en Educación en los mejores centros en los EEUU, Europa y Asia (pienso sobre todo en Singapur, Corea del Sur) que nos aseguren los resultados que pudieron alcanzar los fundadores de la República cuando enviaron a una pléyade de estudiantes panameños a formarse en Columbia (EEUU), Chile, Argentina en temas pedagógicos.
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Los graduados de esos programas deberían nutrir la formación superior, e igualmente ser motores de cambio a nivel básico del sistema en centros y comunidades educativas.
Docente y gestor universitario. Director de Funiber-Panamá.
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