¡Madres!
Publicado 2006/12/08 00:00:00
- Silvio Guerra Morales
¡Cuántas buenas madres hay en el mundo y que jamás han parido un hijo y cuántos hijos buenos van por el mundo y jamás han tenido una madre!
"MADRE" es una palabra que proviene del latín "mater-tris", y que significa "mujer que ha parido". "Padre", lejos del significado que se le atribuye etimológicamente al vocablo "madre", proviene del latín "pater", que quiere decir protector, defensor. Ambas palabras, madre y padre, según expertos franceses en lingüística, provienen del idioma protoindodeuropeo. Explico este concepto: proto que significa antes; indo porque tiene como fuente el sánscrito y europeo dado su conexión con la antigüedad clásica griega y romana. En un principio, se pensó que la cuestión era, primordialmente, fonética: todos los niños y niñas, sin distingos de idioma, empiezan por conocer o proferir un lenguaje de gesticulación bisilábico: ma-ma; pa-pa; pu-pa; ca-ca; etc.
No obstante, se pudo advertir que también estaba involucrada la cuestión gramatical: igual raíz de las palabras. En realidad se sostiene que el idioma indoeuropeo existió hace casi más de seis mil años y constituye la lengua madre de más de la mitad de los idiomas existentes en el mundo entero. Sin embargo, precisa que nos preguntemos: ¿Será cierto que la cuestión se queda en una distinción idiomática o hay algo que trasciende mucho más allá de esta mera afirmación? Yo diría: ¡Todos venimos de un mismo padre celestial; todos tenemos una madre y todos tenemos un padre! Dios creó a Adán y a Eva: el primer padre y la primera madre. No hay distinción alguna, más allá de las diferencias idiomáticas o físicas o si se quiere las divisiones geográficas, que puedan establecerse entre los seres humanos. Todos tenemos una genética que nos gobierna en cuanto a carácter, comportamientos, acciones, conductas, sentimientos, etc. Tanto se enoja un ruso como un panameño; tanto le gusta el placer -sin distingo- a los italianos como a los argentinos; tanto aman los franceses a como aman los rusos. Lo que quiero decir es que ningún hombre o mujer, sea de la nación que sea, se escapa de su propia comprensión fenomenológica: ser humano, comprensión dual: cuerpo y alma. Todos venimos de una madre y de un padre. Sin embargo, fueron los romanos, suspicaces elaboradores del Derecho quienes acuñaron la frase "mater certa pater semper lucertus", es decir, "madre es cierta, padre es siempre incierto".
En una ocasión me fue presentado un señor, predicador, proveniente de Uruguay, quien se hacía acompañar de sus ocho hijos, todos varones, y cuando dije: "Todos son sus hijos", éste respondió con cierto deje sarcástico, en broma y en serio: "Al menos eso dice mi mujer y yo tengo que creerlo".
Pero, la pregunta es: ¿A quién llamamos mamá o papá sino al rostro que contemplamos, desde recién nacidos, y en cuyos brazos encontramos calor, abrigo; en cuyo pecho se nos dispensa amor, cariño, sustento alimenticio; cuyas manos nos llenan de regocijo al sentir que nos palpan y nos rodean con sus brazos? No, no puede tener razón la etimología cuando confiere el título de madre a la mujer que ha parido: se requiere algo más que simplemente traer al mundo una vida. También lo hacen las especies del mundo animal, las bestias del campo: vacas, ovejas, jirafas, en fin. La cuestión natal es una base indispensable de la maternal, pero es evidente y claro que madre es un concepto que se remonta a un nivel superior. Es madre, sí, la que amamanta, cría, aconseja, dirige, inspira y suspira por sus hijos e hijas; será madre la que ríe y llora por los suyos; la que en silencio aborda el luto y el dolor de sus críos; madre es un título divino y noble: sólo se adjudica a quienes concentran en cuerpo, alma y espíritu, la devoción de la Madona, la Santa Madre, la madre ejemplar. Madre es el arrullo cálido; mamá es la palabra dulce; "mama mía" es mi madre bonita y bella; madre es el dulce ser, como advierte el poeta, que bajo el cielo ostenta las bondades celestiales; ser madre es ser la luz, el único sostén de los mortales.
Si la palabra madre evoca tantos sentimientos buenos y nobles; que es aún más hermoso y bello lo que no se dice de las madres que lo que bondadosamente podamos expresar de ellas; luego entonces ¿por qué existe o hay tanta ingratitud de tantos millones y millones de hijos e hijas con las madres? ¿Por qué hay tantas malas madres? Porque los primeros ni son hijos ni hijas y las segundas tampoco son madres. Ser hijo o hija; ser mamá o madre es virtud propia de los hombres buenos y nobles; de los seres que tienen el corazón siempre dispuesto a la entrega. ¡Cuántas buenas madres hay en el mundo y que jamás han parido un hijo y cuántos hijos buenos van por el mundo y jamás han tenido una madre! Pero también vale decir: ¡Cuántas mujeres han parido y no son madres, jamás lo serán!
Una buena madre es una excelente constructora; arquitecta de su hogar; doctora de sus hijos; maestra de ellos; farmacéutica de sus males; remedio de sus locuras; ingeniera de sus inquietudes; abogada de sus causas; pastora de su rebaño; administradora de sus economías; veladora incansable de sus sueños; sacerdotisa y consejera de sus confesiones. Una buena madre jamás diría lo que aquella que trajo al mundo al último rey de Granada, Boabdil, le reprochó con tono sarcástico, tras la entrega no violenta a los reyes católicos en enero 2 de 1492 del último bastión por reconquistar ´-Granada-: "No llores como mujer lo que no has sabido defender como hombre".
Todo lo que un hijo espera encontrar en el regazo de una madre es ternura y cariño, comprensión y sabiduría, no el orgullo ni la altivez profana de los sentimientos que anidan en el corazón de todo ser humano. Madres, así siempre tendrán a buenos hijos e hijas que expresarán eternos agradecimientos por los seres que los trajeron al mundo. Hoy, en el día de las madres, yo felicito, primero a la mía y a mi esposa, a aquellas que son verdaderamente ¡madres!
En nuestro país, el 8 de diciembre fue la fecha escogida en 1924 para rendirle tributo a ser tan especial.
Aparentemente surge por un arreglo político, por el que el diputado de ese entonces Aníbal D. Ríos propuso el traslado de la celebración para este día.
¿Qué tiene planeado hacer para agasajar a su madre en este día?
Belis Domínguez: "Además de hacerle un regalo a mi mamá, pienso pasar todo el día con ella en familia, como una manera de aprovechar este día especial. En ocasiones descuidamos grandes momentos con nuestras madres por el trabajo".
Jorge Arrocha: "Le voy a dar un regalo, además haré un alto en mi trabajo para dedicarle todo el día con mi esposa, pues ella se lo merece todo, por toda su dedicación, amor y esmero".
José Díaz: "Le voy a rendir tributo a mi esposa, pues ha sido una mujer, esposa y madre ejemplar, por lo que se merece todo el cariño y amor. Esto como una humilde forma de agradecerle toda su dedicación y esmero, para con toda la familia".
Vilma Salinas: "Voy a pasar este día especial con mi mamá, puesto que muchas veces en las diferentes épocas del año, ya sea por el trabajo o los problemas las descuidamos un poco, por lo que este día es propicio tratar de recobrar esos momentos perdidos".
Antonio Valderrama: "Este día lo voy a pasar con mi esposa y aunque no tengo para comprarle un regalo, con todas mis atenciones espero que la pase lo mejor posible porque se lo merece".
No obstante, se pudo advertir que también estaba involucrada la cuestión gramatical: igual raíz de las palabras. En realidad se sostiene que el idioma indoeuropeo existió hace casi más de seis mil años y constituye la lengua madre de más de la mitad de los idiomas existentes en el mundo entero. Sin embargo, precisa que nos preguntemos: ¿Será cierto que la cuestión se queda en una distinción idiomática o hay algo que trasciende mucho más allá de esta mera afirmación? Yo diría: ¡Todos venimos de un mismo padre celestial; todos tenemos una madre y todos tenemos un padre! Dios creó a Adán y a Eva: el primer padre y la primera madre. No hay distinción alguna, más allá de las diferencias idiomáticas o físicas o si se quiere las divisiones geográficas, que puedan establecerse entre los seres humanos. Todos tenemos una genética que nos gobierna en cuanto a carácter, comportamientos, acciones, conductas, sentimientos, etc. Tanto se enoja un ruso como un panameño; tanto le gusta el placer -sin distingo- a los italianos como a los argentinos; tanto aman los franceses a como aman los rusos. Lo que quiero decir es que ningún hombre o mujer, sea de la nación que sea, se escapa de su propia comprensión fenomenológica: ser humano, comprensión dual: cuerpo y alma. Todos venimos de una madre y de un padre. Sin embargo, fueron los romanos, suspicaces elaboradores del Derecho quienes acuñaron la frase "mater certa pater semper lucertus", es decir, "madre es cierta, padre es siempre incierto".
En una ocasión me fue presentado un señor, predicador, proveniente de Uruguay, quien se hacía acompañar de sus ocho hijos, todos varones, y cuando dije: "Todos son sus hijos", éste respondió con cierto deje sarcástico, en broma y en serio: "Al menos eso dice mi mujer y yo tengo que creerlo".
Pero, la pregunta es: ¿A quién llamamos mamá o papá sino al rostro que contemplamos, desde recién nacidos, y en cuyos brazos encontramos calor, abrigo; en cuyo pecho se nos dispensa amor, cariño, sustento alimenticio; cuyas manos nos llenan de regocijo al sentir que nos palpan y nos rodean con sus brazos? No, no puede tener razón la etimología cuando confiere el título de madre a la mujer que ha parido: se requiere algo más que simplemente traer al mundo una vida. También lo hacen las especies del mundo animal, las bestias del campo: vacas, ovejas, jirafas, en fin. La cuestión natal es una base indispensable de la maternal, pero es evidente y claro que madre es un concepto que se remonta a un nivel superior. Es madre, sí, la que amamanta, cría, aconseja, dirige, inspira y suspira por sus hijos e hijas; será madre la que ríe y llora por los suyos; la que en silencio aborda el luto y el dolor de sus críos; madre es un título divino y noble: sólo se adjudica a quienes concentran en cuerpo, alma y espíritu, la devoción de la Madona, la Santa Madre, la madre ejemplar. Madre es el arrullo cálido; mamá es la palabra dulce; "mama mía" es mi madre bonita y bella; madre es el dulce ser, como advierte el poeta, que bajo el cielo ostenta las bondades celestiales; ser madre es ser la luz, el único sostén de los mortales.
Si la palabra madre evoca tantos sentimientos buenos y nobles; que es aún más hermoso y bello lo que no se dice de las madres que lo que bondadosamente podamos expresar de ellas; luego entonces ¿por qué existe o hay tanta ingratitud de tantos millones y millones de hijos e hijas con las madres? ¿Por qué hay tantas malas madres? Porque los primeros ni son hijos ni hijas y las segundas tampoco son madres. Ser hijo o hija; ser mamá o madre es virtud propia de los hombres buenos y nobles; de los seres que tienen el corazón siempre dispuesto a la entrega. ¡Cuántas buenas madres hay en el mundo y que jamás han parido un hijo y cuántos hijos buenos van por el mundo y jamás han tenido una madre! Pero también vale decir: ¡Cuántas mujeres han parido y no son madres, jamás lo serán!
Una buena madre es una excelente constructora; arquitecta de su hogar; doctora de sus hijos; maestra de ellos; farmacéutica de sus males; remedio de sus locuras; ingeniera de sus inquietudes; abogada de sus causas; pastora de su rebaño; administradora de sus economías; veladora incansable de sus sueños; sacerdotisa y consejera de sus confesiones. Una buena madre jamás diría lo que aquella que trajo al mundo al último rey de Granada, Boabdil, le reprochó con tono sarcástico, tras la entrega no violenta a los reyes católicos en enero 2 de 1492 del último bastión por reconquistar ´-Granada-: "No llores como mujer lo que no has sabido defender como hombre".
Todo lo que un hijo espera encontrar en el regazo de una madre es ternura y cariño, comprensión y sabiduría, no el orgullo ni la altivez profana de los sentimientos que anidan en el corazón de todo ser humano. Madres, así siempre tendrán a buenos hijos e hijas que expresarán eternos agradecimientos por los seres que los trajeron al mundo. Hoy, en el día de las madres, yo felicito, primero a la mía y a mi esposa, a aquellas que son verdaderamente ¡madres!
En nuestro país, el 8 de diciembre fue la fecha escogida en 1924 para rendirle tributo a ser tan especial.
Aparentemente surge por un arreglo político, por el que el diputado de ese entonces Aníbal D. Ríos propuso el traslado de la celebración para este día.
¿Qué tiene planeado hacer para agasajar a su madre en este día?
Belis Domínguez: "Además de hacerle un regalo a mi mamá, pienso pasar todo el día con ella en familia, como una manera de aprovechar este día especial. En ocasiones descuidamos grandes momentos con nuestras madres por el trabajo".
Jorge Arrocha: "Le voy a dar un regalo, además haré un alto en mi trabajo para dedicarle todo el día con mi esposa, pues ella se lo merece todo, por toda su dedicación, amor y esmero".
José Díaz: "Le voy a rendir tributo a mi esposa, pues ha sido una mujer, esposa y madre ejemplar, por lo que se merece todo el cariño y amor. Esto como una humilde forma de agradecerle toda su dedicación y esmero, para con toda la familia".
Vilma Salinas: "Voy a pasar este día especial con mi mamá, puesto que muchas veces en las diferentes épocas del año, ya sea por el trabajo o los problemas las descuidamos un poco, por lo que este día es propicio tratar de recobrar esos momentos perdidos".
Antonio Valderrama: "Este día lo voy a pasar con mi esposa y aunque no tengo para comprarle un regalo, con todas mis atenciones espero que la pase lo mejor posible porque se lo merece".
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