Medio siglo de dignidad
Publicado 2003/08/04 23:00:00
- Carlos A. López Z.
Los medios de comunicación adictos a los mensajes opresivos y subliminales con los cuales nos bombardea la dictadura planetaria entronizada por el régimen de Bush, cumplen con puntillosa diligencia las tareas asignadas. Ahora se trata, como si nuestra sensibilidad fuera un yunque, de disparar a mil por minuto, las fotos de los rostros masacrados de los dos hijos de Saddam Hussein, quienes hace poco entregaron sus vidas por su país, en combate con las fuerzas invasoras. Hubiera sido demasiado haber publicado también la del niño que murió, nieto del mandatario. El mensaje es claro: toda resistencia será aplastada; toda desobediencia será inútil; las fuerzas del imperio son invencibles.
Ellos, que formaron una alharaca farisea e hipócrita cuando la televisora Al Jazeera transmitió imágenes de prisioneros de guerra gringos en Irak, gritaron y protestaron porque -decían- se estaba violando la Convención de Ginebra. Ellos mismos, ahora, con su acostumbrada doble moral, por órdenes directas de la Casa Blanca y el Pentágono (y no de la CNN), no aparentan el menor rubor en su afán de utilizar las fotos de los mártires como instrumento de su propaganda bélica y su psicología de guerra. Pero esta vez los organismos de derechos humanos al servicio de Estados Unidos no mencionan la Convención de Ginebra.
El mensaje resalta lo que son supuestamente facetas oscuras de los hijos de Hussein, como para legitimar el asesinato, y yo no sé si los hijos de Hussein eran mujeriegos, déspotas, despilfarradores, torturadores o drogadictos; pero todo ello sería intrascendente frente al hecho indubitable de que ambos murieron combatiendo por su patria; es decir, murieron con dignidad. Y eso es lo que importa.
Si a ellos solamente les importara la "dolce vita" y la orgía materialista, nada les hubiera impedido haber aceptado el camino del exilio dorado ofrecido al principio por el dictador anglosajón a cambio de entregar a su país. Pero ese hubiera sido el camino de las ratas, de los traidores y de los cobardes. No. Ellos prefirieron correr la suerte de su pueblo, de vencer o morir. Murieron por patriotismo y dignidad; pero también vencieron, porque ni se entregaron ni fueron conquistados y porque la forma más elevada de vencer al enemigo es infligirle una derrota moral. Y es que, contrario a lo que se perseguía, los mártires se han convertido en héroes para muchos pueblos, pueblos que comprenden que en la resistencia iraquí se juega el futuro de la humanidad.
Y a pesar de que la guerra en Irak aún no ha terminado, algunos grupejos del exilio en Miami gritan: "Después de Irak, ¡Cuba!" Nada menos que Cuba, el país que tiene, si no la más alta, una de las más altas cuotas de dignidad per cápita en el mundo. Dignidad que ha sido forjada a lo largo de medio siglo de accionar revolucionario, de búsqueda de formas más humanas de desarrollo, de constante y tozuda resistencia a la agresión y la opresión, de defensa de su independencia y libertad; y de cooperación y solidaridad con los condenados de la tierra.
En su visita a la isla, el Papa debió ser justo con Cuba. Debió reconocer que, sin proponérselo, Cuba ha sido el más cristiano de los pueblos de la región porque no solamente derrotó el pecado y la tentación de la propiedad y la explotación sino que, además, ha cargado su cruz. ¡Y qué cruz!
Cuba ha sabido repartir lo poco que tiene con los que menos o nada tienen. Ha compartido la miel y el vino amargo del que hablaba José Martí. Cuba ha experimentado como en carne propia el dolor ajeno, razones por las cuales no puedo imaginar un pueblo más virtuoso que el pueblo cubano.
He escuchado y leído mensajes, en público y en privado, de representantes del gobierno cubano en el sentido de que, si a los sectores belicosos de Estados Unidos se les ocurre la idea suicida de invadirla, ellos, los cubanos patriotas, darán hasta la última gota de su sangre y morirán cientos de miles de cubanos pero también cientos de miles de invasores.
El régimen de Bush sabe que Cuba no es un enemigo pequeño, por lo que el pueblo de Estados Unidos debe entender que una aventura de esa dimensión -no importa cuál sea el resultado- constituiría una derrota militar, una derrota política, una derrota moral y una derrota histórica para Estados Unidos, para Latinoamérica y para el mundo.
Los cubanos, como los iraquíes hoy, están dispuestos a vencer o morir. Para los primeros, como para los segundos, no existe el camino del exilio dorado, de las ratas, de los cobardes y de los traidores. Por eso, cuando debemos resumir el significado de 50 años del 26 de julio, solamente podemos hacerlo en una palabra que dice poco, pero que lo encierra todo: ¡Dignidad! ¡Dignidad! ¡Dignidad!
A la Fiscalía Electoral para que persiga con apego a la ley todos los actos que atenten contra la paz y la transparencia de las elecciones, de tal forma que con ello se contribuya a mantener la confianza en el proceso electoral.
1. Que se comprometa con la consolidación del proceso democrático mediante el respeto de la autonomía del Tribunal y Fiscalía Electoral y la asignación de los recursos necesarios para su funcionamiento efectivo.
2. Que no utilice presiones de ninguna índole sobre las instituciones judiciales o policiales, ni sobre otros organismos del Estado, como mecanismo de persecución, represión y/o intimidación.
3. Que garantice las condiciones para que exista un auténtico estado de derecho, donde todos los ciudadanos puedan ejercer sus derechos políticos en un ambiente de paz y libertad.
4. Que brinde a la nación un proceso electoral alejado de toda manipulación política indebida e inmoral, directa o indirectamente, que contravenga el espíritu de los compromisos en este documento consignados.
5. Que garantice la estabilidad del servidor público, respetando su libre militancia política, siempre y cuando la misma la ejerza como lo establece la ley de carrera administrativa.
6. Que garantice a la nación panameña, la transición clara, armónica y pacífica del actual gobierno al que resulta libremente elegido.
7. Que no utilice, directa o indirectamente, los recursos del Estado a favor de los partidos políticos y/o candidatos, en especial a aquellos funcionarios candidatizados que por ley no están en la obligación de separarse del cargo durante el proceso electoral.
8. Que no utilice para proselitismo y propaganda político-partidista los actos de inauguración de obras públicas u otros actos oficiales de Estado o de Gobierno.
Los partidos políticos que suscribimos este Pacto Etico Electoral reconocemos al Comité Ecuménico de Panamá (COEPA), como depositario, promotor y vigilante del cumplimiento del presente acuerdo y lo facultamos para realizar las investigaciones y denuncias correspondientes en los casos en que se vulnere el Pacto Etico Electoral y para la consecuente sanción moral.
Para el efectivo cumplimiento del presente compromiso se constituirá una Comisión de Etica Electoral conformada por miembros del COEPA y apoyada por la Conferencia Episcopal de Panamá, y por personas de otras denominaciones religiosas. Así mismo, se constituirá un Organismo Consultivo Permanente conformado por un representante de alto nivel jerárquico y su suplente de cada uno de los Partidos signatarios, que tendrá como finalidad evaluar las violaciones o incumplimiento de este Pacto, además de servir de foro de discusión de las diversas temáticas relacionadas con el proceso político electoral.
Los partidos políticos adoptaremos los mecanismos necesarios a lo interno para la permanente vigencia de los principios del Pacto Etico Electoral, de tal forma que sean conocidos y respetados por nuestra membresía.
La Comisión de Etica Electoral del COEPA y el Organismo Consultivo Permanente, elaborarán su propio reglamento y la metodología para actuar en la formulación de las evaluaciones, denuncias, quejas, sanciones morales y en el tratamiento de situaciones violatorias del Pacto Etico Electoral.
La Comisión de Etica Electoral del COEPA y los partidos políticos, interpondrán las denuncias ante las autoridades competentes en los casos que impliquen comisión de hechos delictivos y darán seguimiento a las mismas. Facultamos a la Comisión de Etica Electoral del COEPA para actuar y pronunciarse en aquellos casos donde se vulnere este compromiso.
Ellos, que formaron una alharaca farisea e hipócrita cuando la televisora Al Jazeera transmitió imágenes de prisioneros de guerra gringos en Irak, gritaron y protestaron porque -decían- se estaba violando la Convención de Ginebra. Ellos mismos, ahora, con su acostumbrada doble moral, por órdenes directas de la Casa Blanca y el Pentágono (y no de la CNN), no aparentan el menor rubor en su afán de utilizar las fotos de los mártires como instrumento de su propaganda bélica y su psicología de guerra. Pero esta vez los organismos de derechos humanos al servicio de Estados Unidos no mencionan la Convención de Ginebra.
El mensaje resalta lo que son supuestamente facetas oscuras de los hijos de Hussein, como para legitimar el asesinato, y yo no sé si los hijos de Hussein eran mujeriegos, déspotas, despilfarradores, torturadores o drogadictos; pero todo ello sería intrascendente frente al hecho indubitable de que ambos murieron combatiendo por su patria; es decir, murieron con dignidad. Y eso es lo que importa.
Si a ellos solamente les importara la "dolce vita" y la orgía materialista, nada les hubiera impedido haber aceptado el camino del exilio dorado ofrecido al principio por el dictador anglosajón a cambio de entregar a su país. Pero ese hubiera sido el camino de las ratas, de los traidores y de los cobardes. No. Ellos prefirieron correr la suerte de su pueblo, de vencer o morir. Murieron por patriotismo y dignidad; pero también vencieron, porque ni se entregaron ni fueron conquistados y porque la forma más elevada de vencer al enemigo es infligirle una derrota moral. Y es que, contrario a lo que se perseguía, los mártires se han convertido en héroes para muchos pueblos, pueblos que comprenden que en la resistencia iraquí se juega el futuro de la humanidad.
Y a pesar de que la guerra en Irak aún no ha terminado, algunos grupejos del exilio en Miami gritan: "Después de Irak, ¡Cuba!" Nada menos que Cuba, el país que tiene, si no la más alta, una de las más altas cuotas de dignidad per cápita en el mundo. Dignidad que ha sido forjada a lo largo de medio siglo de accionar revolucionario, de búsqueda de formas más humanas de desarrollo, de constante y tozuda resistencia a la agresión y la opresión, de defensa de su independencia y libertad; y de cooperación y solidaridad con los condenados de la tierra.
En su visita a la isla, el Papa debió ser justo con Cuba. Debió reconocer que, sin proponérselo, Cuba ha sido el más cristiano de los pueblos de la región porque no solamente derrotó el pecado y la tentación de la propiedad y la explotación sino que, además, ha cargado su cruz. ¡Y qué cruz!
Cuba ha sabido repartir lo poco que tiene con los que menos o nada tienen. Ha compartido la miel y el vino amargo del que hablaba José Martí. Cuba ha experimentado como en carne propia el dolor ajeno, razones por las cuales no puedo imaginar un pueblo más virtuoso que el pueblo cubano.
He escuchado y leído mensajes, en público y en privado, de representantes del gobierno cubano en el sentido de que, si a los sectores belicosos de Estados Unidos se les ocurre la idea suicida de invadirla, ellos, los cubanos patriotas, darán hasta la última gota de su sangre y morirán cientos de miles de cubanos pero también cientos de miles de invasores.
El régimen de Bush sabe que Cuba no es un enemigo pequeño, por lo que el pueblo de Estados Unidos debe entender que una aventura de esa dimensión -no importa cuál sea el resultado- constituiría una derrota militar, una derrota política, una derrota moral y una derrota histórica para Estados Unidos, para Latinoamérica y para el mundo.
Los cubanos, como los iraquíes hoy, están dispuestos a vencer o morir. Para los primeros, como para los segundos, no existe el camino del exilio dorado, de las ratas, de los cobardes y de los traidores. Por eso, cuando debemos resumir el significado de 50 años del 26 de julio, solamente podemos hacerlo en una palabra que dice poco, pero que lo encierra todo: ¡Dignidad! ¡Dignidad! ¡Dignidad!
A la Fiscalía Electoral para que persiga con apego a la ley todos los actos que atenten contra la paz y la transparencia de las elecciones, de tal forma que con ello se contribuya a mantener la confianza en el proceso electoral.
1. Que se comprometa con la consolidación del proceso democrático mediante el respeto de la autonomía del Tribunal y Fiscalía Electoral y la asignación de los recursos necesarios para su funcionamiento efectivo.
2. Que no utilice presiones de ninguna índole sobre las instituciones judiciales o policiales, ni sobre otros organismos del Estado, como mecanismo de persecución, represión y/o intimidación.
3. Que garantice las condiciones para que exista un auténtico estado de derecho, donde todos los ciudadanos puedan ejercer sus derechos políticos en un ambiente de paz y libertad.
4. Que brinde a la nación un proceso electoral alejado de toda manipulación política indebida e inmoral, directa o indirectamente, que contravenga el espíritu de los compromisos en este documento consignados.
5. Que garantice la estabilidad del servidor público, respetando su libre militancia política, siempre y cuando la misma la ejerza como lo establece la ley de carrera administrativa.
6. Que garantice a la nación panameña, la transición clara, armónica y pacífica del actual gobierno al que resulta libremente elegido.
7. Que no utilice, directa o indirectamente, los recursos del Estado a favor de los partidos políticos y/o candidatos, en especial a aquellos funcionarios candidatizados que por ley no están en la obligación de separarse del cargo durante el proceso electoral.
8. Que no utilice para proselitismo y propaganda político-partidista los actos de inauguración de obras públicas u otros actos oficiales de Estado o de Gobierno.
Los partidos políticos que suscribimos este Pacto Etico Electoral reconocemos al Comité Ecuménico de Panamá (COEPA), como depositario, promotor y vigilante del cumplimiento del presente acuerdo y lo facultamos para realizar las investigaciones y denuncias correspondientes en los casos en que se vulnere el Pacto Etico Electoral y para la consecuente sanción moral.
Para el efectivo cumplimiento del presente compromiso se constituirá una Comisión de Etica Electoral conformada por miembros del COEPA y apoyada por la Conferencia Episcopal de Panamá, y por personas de otras denominaciones religiosas. Así mismo, se constituirá un Organismo Consultivo Permanente conformado por un representante de alto nivel jerárquico y su suplente de cada uno de los Partidos signatarios, que tendrá como finalidad evaluar las violaciones o incumplimiento de este Pacto, además de servir de foro de discusión de las diversas temáticas relacionadas con el proceso político electoral.
Los partidos políticos adoptaremos los mecanismos necesarios a lo interno para la permanente vigencia de los principios del Pacto Etico Electoral, de tal forma que sean conocidos y respetados por nuestra membresía.
La Comisión de Etica Electoral del COEPA y el Organismo Consultivo Permanente, elaborarán su propio reglamento y la metodología para actuar en la formulación de las evaluaciones, denuncias, quejas, sanciones morales y en el tratamiento de situaciones violatorias del Pacto Etico Electoral.
La Comisión de Etica Electoral del COEPA y los partidos políticos, interpondrán las denuncias ante las autoridades competentes en los casos que impliquen comisión de hechos delictivos y darán seguimiento a las mismas. Facultamos a la Comisión de Etica Electoral del COEPA para actuar y pronunciarse en aquellos casos donde se vulnere este compromiso.
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