Mejor evitar lo que no es necesario
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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Cuántas veces nos hemos enredado en discusiones estériles que no han llegado a nada, que nos han quitado el tiempo, nos han robado energía, y algunas veces nos han distanciado de personas cercanas. Con los años y algunas tristes experiencias hemos aprendido a evitar debates absurdos montados por nuestros egos inflados que siempre quieren demostrar que yo tengo la razón, que soy más inteligente que los demás, que tengo mejor información y conocimientos que otros. En el fondo que, soy mejor, superior. Aprender a guardar silencio, a ceder y no dar importancia a conversaciones de cosas intrascendentes en las que hay opiniones encontradas, a "pasar de largo" y no detenerme y embrollarme en temas que no valen la pena y en los que uno sabe que terminan mal, eso es un arte lleno de sabiduría que se aprende con los años. Bueno, algunas personas nunca lo aprenden, lamentablemente. Es de inteligentes evitar esas emboscadas donde los egos exhiben sus armas para terminar todos heridos y enfadados, y en donde uno se erige en vencedor de la lid, con un resto de derrotados que no aceptan que el otro ganó, es más todos se consideran ganadores, mantienen su opinión y su verdad como la única. Es una manera tonta de gastar energía, perder el tiempo y amigos.
La inteligencia bien ejercida nos remonta al tiempo en que el ser humano vivía en las cavernas y tenía que luchar diariamente para sobrevivir. Y había dos reacciones ante el peligro, ambas muy importantes, huir o atacar. Nosotros hemos heredado todo esto y cada vez con mecanismos de defensa más sofisticados. Tenemos el diálogo, la ley, las alarmas contra robos, la vigilancia policial en las calles, las cárceles para los victimarios, los gremios que defienden sus derechos. La manera en que el oeste americano defendía sus derechos a punta de balas ya pasó a la historia, o, por lo menos, es una ya salvaje y absurda forma de defensa.
En muchas ocasiones deberíamos practicar la "huida" como manera inteligente de sobrevivencia, para salvar la paz mental, las relaciones humanas y ocupar el tiempo en cosas más provechosas. Cuando se huele el conflicto, puedes empezar a dar pasos de retirada, elegantemente, evadiendo la discusión, cambiando de tema, demostrando que no te interesa el asunto como generador de tensiones. Ese no es un acto de cobardía, sino de inteligencia práctica. Y reservar tu energía y tiempo para conversar de temas provechosos, y en caso de que te ataquen, solo defender tu postura en casos de fe, moral y costumbres y de cosas que afecten tu integridad personal y bienes en propiedad. Pero de deporte, política, habladurías contra personas, y otras cosas de alto voltaje, mejor no meterse.
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