opinion
Mentiras que duelen
Ginela C. Escala/CrÃtica - Publicado:
La historia de la Asamblea Nacional, importante poder del Estado encargado de hacer las leyes del país, ha tenido sus momentos cumbres y de gloria cuando ex diputados de la talla de Carlos Iván Zúñiga, Demetrio Porras y otros, hacían delirar a un pueblo con valientes y bien hilvanadas improvisaciones al presentar proyectos de leyes en beneficio de los intereses nacionales.El verbo y la riqueza de argumentos no eran otra cosa que producto del estudio constante para el logro de la superación profesional que los llevó a ser ciudadanos distinguidos.Cuánta diferencia hallamos entre aquella Asamblea y la actual.Dolorosamente una gran cantidad de padres de la patria están ayunos de ese caudal de conocimientos tan indispensable para poder realizar una labor eficaz en beneficio de las comunidades que están representando.Parece que la audacia y la falta de un elector capaz de escoger al mejor han traído el desprestigio a una entidad del Estado que viene de tumbo en tumbo y es cuestionada, permanentemente debido a sus desaciertos.Ya es tiempo que termine la triste realidad de una institución en donde hay diputados que, de manera insólita, hablan de estudios que no han realizado, atentando, de esa manera contra la ética y la moral.No negamos que muchos diputados cuentan con estudios especializados, pero falta algo y es la vocación de patria, esa honestidad y responsabilidad para el trabajo constructivo.La Asamblea Nacional debe estar conformada por verdaderos dirigentes interesados en la elaboración de programas de trabajo bien concebidos que colaboren con el gobierno central a enrumbar la nación por caminos de desarrollo y de progreso.La Asamblea Nacional no necesita diputados que mientan a los ciudadanos, sino a hombres y mujeres que, una vez elegidos, se dispongan a trabajar constructivamente y a capacitarse para que conozcan mejor la realidad nacional y puedan, de esa manera, cumplir con aquellas comunidades que los eligieron.En la medida en que los diputados sean conscientes de la importancia que tiene el estudio y su superación profesional, en esa misma medida será el líder que sepa organizar a todas las fuerzas vivas de la comunidad, utilizar todos sus recursos, a poner a un lado sus intereses y ambiciones y respetar y respaldar las iniciativas y anhelos del pueblo.