México: avanza el mercantilismo
Publicado 2003/01/18 00:00:00
- Aquilino Ortega Luna
Los recientes cambios en el gabinete de Vicente Fox refuerzan los compromisos de su gobierno con grupos poderosos de hombres de negocios, pero lo alejan aún más de los intereses de los consumidores, es decir: del bienestar de casi 100 millones de mexicanos.
Los hombres de negocios del país, especialmente los de Monterrey, ya tienen un nuevo defensor de sus intereses en el gobierno federal: Fernando Canales Clariond, nuevo secretario de Economía.
Canales se suma a la lista de miembros del gabinete que, por antecedentes profesionales y por convicción, creen que un buen gobierno es aquél que protege a las grandes industrias nacionales bajo el argumento de que esas industrias, en la medida que sean protegidas de la competencia, generarán empleos y bienestar.
De esta forma, el mercantilismo ya tiene posiciones decisivas en las secretarías de Comunicaciones y Transportes, Economía, Energía, Relaciones Exteriores y Trabajo, cuando menos.
¿Qué es el mercantilismo? Es la corriente de política económica que preconiza la acumulación de rentas para los grandes productores nacionales, aliados del gobierno, mediante la creación de mercados cautivos cerrados a la competencia global, el mantenimiento de una mano de obra barata, la depreciación de la moneda nacional como herramienta de competitividad y la obsesión por el superávit comercial en la balanza de pagos.
Para lograrlo, se supone que el gobierno debe dar a los productores nacionales facilidades e incentivos (por ejemplo, precios del gas natural por debajo de los precios del mercado internacional), concesiones exclusivas para explotar determinados recursos “nacionales”, que garantizarán a esos productores rentas abundantes, independientemente de la calidad y la oportunidad de los bienes y servicios ofrecidos a los consumidores.
El mercantilismo cifra el presunto bienestar de la economía en las utilidades de los productores, logradas a través de las ventas a precios ventajosos. De esta forma, el bienestar de los consumidores -que se manifiesta en su poder de compra- se ve relegado y subordinado a los intereses de los negociantes aliados del gobierno.
Del mismo modo, el bienestar de los trabajadores se ve relegado o subordinado al mantenimiento de elevados márgenes de utilidad para los productores, lo que propicia sucesivas reducciones de los salarios reales (tal como ha sucedido en México de 1970 a la fecha, con respiros excepcionales) mediante devaluaciones de la moneda que, se supone, restauran temporalmente la competitividad perdida de los productores nacionales (léase: sus rentas exorbitantes) frente a sus competidores externos.
¿Herramientas del mercantilismo? Manipulación gubernamental de precios y mercados en beneficio de los “productores nacionales” y en detrimento de los consumidores: tipo de cambio, salarios, restricciones a la importación y al ingreso de nuevos competidores al mercado.
¿El gran argumento del mercantilismo? “Nosotros creamos empleos. El gobierno tiene que proteger esos empleos y debe evitarnos tanto la competencia ruinosa como la fea experiencia de la quiebra”.
Calladito, el mercantilismo vuelve por sus fueros. Pobre país. Pobres cien millones de consumidores.
*Analista político mexicano.
(c)Www.aipenet.com
Los hombres de negocios del país, especialmente los de Monterrey, ya tienen un nuevo defensor de sus intereses en el gobierno federal: Fernando Canales Clariond, nuevo secretario de Economía.
Canales se suma a la lista de miembros del gabinete que, por antecedentes profesionales y por convicción, creen que un buen gobierno es aquél que protege a las grandes industrias nacionales bajo el argumento de que esas industrias, en la medida que sean protegidas de la competencia, generarán empleos y bienestar.
De esta forma, el mercantilismo ya tiene posiciones decisivas en las secretarías de Comunicaciones y Transportes, Economía, Energía, Relaciones Exteriores y Trabajo, cuando menos.
¿Qué es el mercantilismo? Es la corriente de política económica que preconiza la acumulación de rentas para los grandes productores nacionales, aliados del gobierno, mediante la creación de mercados cautivos cerrados a la competencia global, el mantenimiento de una mano de obra barata, la depreciación de la moneda nacional como herramienta de competitividad y la obsesión por el superávit comercial en la balanza de pagos.
Para lograrlo, se supone que el gobierno debe dar a los productores nacionales facilidades e incentivos (por ejemplo, precios del gas natural por debajo de los precios del mercado internacional), concesiones exclusivas para explotar determinados recursos “nacionales”, que garantizarán a esos productores rentas abundantes, independientemente de la calidad y la oportunidad de los bienes y servicios ofrecidos a los consumidores.
El mercantilismo cifra el presunto bienestar de la economía en las utilidades de los productores, logradas a través de las ventas a precios ventajosos. De esta forma, el bienestar de los consumidores -que se manifiesta en su poder de compra- se ve relegado y subordinado a los intereses de los negociantes aliados del gobierno.
Del mismo modo, el bienestar de los trabajadores se ve relegado o subordinado al mantenimiento de elevados márgenes de utilidad para los productores, lo que propicia sucesivas reducciones de los salarios reales (tal como ha sucedido en México de 1970 a la fecha, con respiros excepcionales) mediante devaluaciones de la moneda que, se supone, restauran temporalmente la competitividad perdida de los productores nacionales (léase: sus rentas exorbitantes) frente a sus competidores externos.
¿Herramientas del mercantilismo? Manipulación gubernamental de precios y mercados en beneficio de los “productores nacionales” y en detrimento de los consumidores: tipo de cambio, salarios, restricciones a la importación y al ingreso de nuevos competidores al mercado.
¿El gran argumento del mercantilismo? “Nosotros creamos empleos. El gobierno tiene que proteger esos empleos y debe evitarnos tanto la competencia ruinosa como la fea experiencia de la quiebra”.
Calladito, el mercantilismo vuelve por sus fueros. Pobre país. Pobres cien millones de consumidores.
*Analista político mexicano.
(c)Www.aipenet.com
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