Mensaje.
Mi energía o fuerza vital en la oración
Una reflexión sobre la “energía”, entendida como Gracia, Amor, Iluminación, Fortaleza, Presencia de Dios en uno. Esta fuerza divina y humana, esencialmente vital que está en nosotros
Una reflexión sobre la “energía”, entendida como Gracia, Amor, Iluminación, Fortaleza, Presencia de Dios en uno. Esta fuerza divina y humana, esencialmente vital que está en nosotros es motivo de codicia de las tinieblas. El fin del mal es arrancarte esa energía y dejarte vacío, inerte, sin fuerzas, sin vitalidad, sin ganas de vivir, de amar, de entregarte a los demás, de servir. La clave está en nunca dejar que esa energía se te sea arrebatada. Hay que defenderla a toda costa. Por eso la vigilancia continúa.
Hay que orar, estar en paz con Dios, practicar la meditación, respetar el silencio y no usar palabras ociosas, evitar los vicios, no hacer daño a nadie, no cultivar el rencor, ni tampoco el resentimiento, incluso saber qué alimentación tomar, hacer ejercicio físico… Saber respirar, buscar la armonía interior, no odiar… No fabricar “mala energía” (rencores, envidias, baja autoestima, etc.) porque se intentará “comer” la buena energía. Evitar las obsesivas preocupaciones que siempre se centran en posesiones de las cuales uno tiene miedo de perder. Por eso la conciencia de que “uno en verdad no tiene nada” y por eso no hay nada que perder. Debe existir una seria disciplina en cuanto a la meditación diaria, que debe componerse de una larga en la mañana y tener durante el día, unos tres momentos más de meditación.
Por lo que interrumpir la acción durante varias veces al día ayuda mucho a tener sabiduría y paz. Eso le da sentido a tu vida y la impregna de sabiduría. Te permite además recobrar la energía. Por otro lado, “estar alerta”, realmente despierto, siendo consciente de sus emociones y pensamientos y viviendo el presente.
Es hermoso en la meditación y contemplación centrarte en el misterio del Cristo Total y dialogar en El con todas las criaturas que “tú veas o contemples” en la meditación. Algo muy práctico es repetir oraciones breves, “jaculatorias”, que te ayudan a concentrarte y te permiten dialogar íntimamente con el Señor.
Principios prácticos: Nunca hacer mal a nadie ni a nada. Ver que nada tiene un fundamento individual y sólido, sino que es relativo y que depende de Alguien. La realidad sin Dios esta vacía, no tiene sentido en sí misma, es decadente y caduca. Por lo que nada tiene consistencia separada y autónoma. Todo tiene consistencia y sentido en el Bien y en el Absoluto. Hay que practicar el desapego de todo en cuanto a no sentirse atado a nada en sí mismo, por ser realmente inconsistente. Para eso hay que saber cómo concentrarse, usar posturas físicas adecuadas y respiración profunda y pausada, y habituarse al silencio y a tener ratos de soledad. Recordar la práctica saludable del ayuno.
Monseñor.
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